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1995/05/20 07:00:00 GMT+2

Tiempo de berzas

Es una reacción pauloviana: como han cogido la manía de montar año tras año el mismo circo en las mismas fechas -campaña electoral en la segunda quincena de mayo, votación en los primeros días de junio-, ya hasta el nombre de esos dos meses ha empezado a resultarme malsonante, desagradable. Lo asocio al terrible derroche de mal gusto, a la feria de las banalidades y a la sórdida miseria intelectual que en España vienen ineluctablemente asociadas a las elecciones. No me molesta que algunos políticos -triste caso de Bi-Belloch en esta campaña- aprovechen el evento para destapar su lado más zafio y canalla. Lo que me deprime es que, después de mostrarse tal cual son, millones de ciudadanos les vuelvan a dar su voto, en vez de mandarlos al guano. O lo que es peor: que sea ese lado zafio y canalla, revestido de la peor demagogia, el que les proporcione votos. Porque, así como ellos hace tiempo que colmaron mi capacidad de asombro e indignación, algo hay en mi alma de perpetuo soñador que me impide desahuciar también al pueblo llano. Con lo que sigo llevándome unos berrinches de aúpa cuando veo cómo hace por enésima vez el canelo.

Mayo y junio. Antes eran meses de esperanza. En ellos se larvaron o estallaron las más espléndidas revoluciones europeas. Mayo y junio, temps de cerises. «Siempre amaré el tiempo de las cerezas, y los recuerdos que guardo en el corazón», cantó el bueno de Jean-Bautiste Clement para rendir homenaje a la revuelta de la Comuna de París, cuando la censura del cerdo de Thiers le obligó a echar mano de la lírica para destilar su rabia de insurrecto derrotado. En mayo cayeron los mártires de Chicago, en mayo y junio volaron por los aires los pavés del 68, en mayo se sublevó el pueblo de Madrid contra los imperialistas franceses y en mayo se alzó en armas el pueblo de Buenos Aires contra los colonialistas españoles. Ah, esas viejas historias de la rabia y de la idea.

Ahora mayo y junio ya no es tiempo de cerezas. En la Plaza de Mayo las madres de maternidad perpetua reclaman inútilmente el castigo de los asesinos de sus hijos, mientras Menem, travestido de cómplice, chapotea en su mayoría absoluta; en Chicago no hay más mártires que los que mueren con una jeringuilla hincada en la vena; en Francia han elegido a un vice-Thiers para presidente, y en España nos tomamos en serio a una banda de histriones de perra gorda que se pretenden estadistas, en tanto otros han descubierto que la tortura del secuestro es una práctica enaltecedora, porque da dinero a la causa, y ahí reside la esencia de la ética.

Hemos pasado del tiempo de las cerezas -nunca solas: siempre por pares, por tríos, tirando las unas de las otras, solidarias- al tiempo de las berzas, solitarias, estúpidas, malolientes.

Todos berzas. Todos con la berza.

Javier Ortiz. El Mundo (20 de mayo de 1995). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de mayo de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1995/05/20 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: elecciones 1995 el_mundo francia argentina menem españa | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

Que análisis haría el bueno de Ortiz de este 15-M-Ojalá empiece otro nuevo tiempo de cerezas.Noraboa polo traballo desenvolvido!!!

Escrito por: xosé.2011/05/30 15:47:25.300000 GMT+2

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