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2005/01/14 06:00:00 GMT+1

Tenemos de todo

Tenemos un ministro de Exteriores que se va hasta Indonesia y desde allí nos habla de «la barbarie de la Naturaleza».

¡La barbarie de la Naturaleza! Moratinos es un genio. Ha descubierto que el problema reside en que a la Naturaleza le falta cultura. ¡Mandémosla a la escuela, aunque ya esté un poco mayorcita!

A su lado, el enviado especial de una radio pública repetía hasta la extenuación que el sureste asiático sufre una enorme «catástrofe humanitaria». ¡Qué maja, la catástrofe, que se nos ha hecho humanitaria! Supongo que a partir de ahora se portará mucho mejor.

Entretanto, y probablemente para no ser menos, un diputado español que responde por Carlos Iturgaiz denunciaba en el Parlamento de Estrasburgo el plan Ibarretxe, porque -dijo- trata de «desmembranar» (sic) la unidad territorial de España.

¿De qué nos quejamos en este país? ¡Si tenemos de todo! ¡Hasta membrana!

 

Post scriptum (y ya que estamos en éstas).- Un buen amigo se me pone vacilón y se chotea de que yo «también» -se refiere a mi apunte de ayer- hable de «los vascos y las vascas».

No suelo hacerlo. Lo metí medio de broma, como citando a Ibarretxe sin citarlo.

Pero tampoco veo que haya ningún crimen literario en la tal precisión, siempre que quien se meta en ese jardín se las arregle para salir de él sin pisotear las concordancias.

Sostienen algunas feministas que «lo que no se nombra no existe» -al modo en que otros afirman que «lo que no sale en El País no ha sucedido»- y creo que tienen razón. Eso de que cuando decimos «los hombres» se entiende que también englobamos a las mujeres no es discutible: es, sencillamente, falso. La mayor parte de las veces nos limitamos a obviarlas.

Quien se fije en los retorcimientos de mi personal modo de escribir -no caeré en la presunción de llamarlo estilo- reparará en la frecuencia con la que recurro a formas neutras, como la que encabeza este párrafo: «quien» y no «el que». Cuando hablo de la juventud, hablo de «la juventud», y no de «los jóvenes». Cuando de la chavalada que estudia, del alumnado, no de «los alumnos». Y así.

Lo de «los y las» me rechina. Me resulta artificioso. Pero simpatizo con la idea.

Siempre recordaré el ensayo de una feminista que empezaba: «Desde los orígenes de la Historia de la Mujer (y cuando digo «mujer» incluyo, por supuesto, al hombre)...»

Me objetan: «Los más insignes lingüistas se oponen a tu punto de vista». Y yo respondo: porque los más insignes lingüistas son de un machismo que te cagas. Como la propia lengua.

Yo también soy machista. Pero trato de corregirme. Por lo menos cuando escribo.

Es que soy tan ingenuo que me creo aquello que escribió James Oppenheim en Bread and Roses, una de las más hermosas canciones que conozco: «The rising of the women means the rising of the race». Lo cual, traducido libremente a nuestro román paladino, vendría a ser algo así como: «El amanecer de las mujeres representa el amanecer del género humano».

Javier Ortiz. Apuntes del natural (14 de enero de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de diciembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/01/14 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: apuntes 2005 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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