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2003/09/19 06:00:00 GMT+2

¿Quién tiró la piedra?

Cuando la Policía conducía detenido ayer al súbdito británico que ha admitido su relación con el asesinato de Coín, un individuo, integrado en un grupo de ciudadanos de ésos que se forman a toda velocidad en relación con lo que sea para mostrar su indignación supina y su irrefrenable deseo de venganza -es decir, para salir en la tele-, arrojó un pedrusco que, como suele ocurrir en estos casos, no acertó en la cabeza de su destinatario, sino en la cara de un comisario de Policía, en la que abrió una brecha de considerables proporciones.

Aunque no haya nacido yo para defensor a ultranza de los comisarios de Policía -que no sólo suelen defenderse muy bien solos sino que, además, tampoco acostumbran ellos a proceder con modales demasiado versallescos-, el suceso me parece que simboliza bastante bien la barbarie de esas turbas con aspiraciones a extras de película. Hijos espirituales del virginiano juez Lynch, famoso en el mundo entero por la ley que lleva su nombre y por los linchamientos resultantes de su aplicación, condenan de antemano a los detenidos y exigen la ejecución inmediata de la sentencia, cuando no se animan a ponerla en práctica por su cuenta. La cuestión no es sólo que se equivoquen con cierta frecuencia y hagan pagar a justos por pecadores. Tampoco que, además, pretendan aplicar penas tan ilegales como estrafalarias (la lapidación, en este caso). Lo peor es que conciben -y animan a que se conciba- la Justicia como venganza. (Nótese que ninguno de nuestros muy constitucionalistas medios de comunicación se ha animado a poner de vuelta y media ese comportamiento popular. Se inclinan ante los más bajos instintos del populacho -porque eso no merece el nombre de pueblo- y le dan carnaza. ¡Amarillismo puro!).

Pero no nos conformemos con culpar del fenómeno a los medios de comunicación en general, y a las televisiones en particular, aunque sea justo hacerlo: su aportación es decisiva. No se movilizaría ni mucho menos tanta gente si no fuera porque cree que así va a ver reconocido su derecho universal a tener un cuarto de hora de fama, derecho formulado -un tanto tontamente, dicho sea de paso- por Andy Warhol.

Hay en ellos algo más que afán de notoriedad: el gusto por el linchamiento es muy anterior a la televisión. Para mí que son también intérpretes inconscientes de una pulsión tribal, que mueve a odiar a muerte a quien lesiona gravemente las reglas de funcionamiento que hacen que el grupo se sienta en paz, confortable.

Son gente de orden que no soporta que le alteren su orden.

Cuando oí ayer la noticia de la pedrada, me formulé mentalmente la pregunta retórica que da título a estas líneas («¿Quién tiró la piedra?»). Y recordé una viejísima canción popular:

El aldeano tiró

tiró la piedra, tiró

tiró la piedra

y no la encontró.

Aldeanos de hoy en día.

P. S. Ayer me equivoqué y cité a la secta de los Legionarios de Cristo llamándolos «Legionarios de Cristo Rey». Un divertido lapsus.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (19 de septiembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de diciembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/09/19 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: españa sucesos 2003 lynch linchamiento apuntes | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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