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2003/10/04 06:15:00 GMT+2

Personalizar el impersonal

«Si suben los precios de las casas, es, lógicamente, porque se venden», afirmó ayer Mariano Rajoy. El sucesor se está instalando en un estilo de suficiencia y autosatisfacción insufribles. En esa misma intervención de ayer, acusó al PSOE de estar «haciendo el zascandil» y de «no plantear con seriedad las cosas serias». Habrá que concluir que, una de dos: o considera que su planteamiento sobre la carestía de la vivienda es serio... o considera que el problema de la vivienda no es serio.

Obviamente, si «se» venden pisos así de caros es porque «se» compran a ese precio.

La cuestión está en determinar quién es «se».

Hay que personalizar el impersonal. Porque «se» no es cualquiera. «Se» no es, ni mucho menos, la mayoría. La mayoría de los habitantes de las grandes ciudades no puede plantearse la compra de un piso, a los precios que están. No ya la compra: a veces ni siquiera el alquiler. Con la precariedad que hay en el empleo y los bajos salarios que perciben, los jóvenes tienen que quedarse a vivir con sus padres o agruparse para hacerse con un techo que compartir. Muchas, muchísimas parejas tienen que renunciar a convivir, y las que lo logran consiguen pisos tan pequeños que apenas caben: como para tener hijos, así fuera con todos los apuros económicos del mundo. ¿Cómo podría plantearse el pago de un plazo hipotecario o de una renta de alquiler superior a los 600 € quien no los gana, o gana sólo un poco más?

Los pisos «se» venden, sí, pero ¿quién los compra? Los compra, en importante proporción, la franja minoritaria de la población que tiene medios económicos bastantes y que ya tiene casa. Compra para hacerse con una residencia secundaria o, muy frecuentemente, como inversión, para vender más caro al cabo de cierto tiempo. O las dos cosas, porque nada les impide hacerse con la propiedad de tres, cuatro o cinco casas.

Sostienen los justificadores de todo que la revalorización incesante de las viviendas beneficia también a los muchos ciudadanos que ya son -somos- propietarios. Es una memez como la copa de un pino. ¿De qué me vale a mí que mi casa de Aigües, ésta desde donde escribo, haya multiplicado por cuatro su valor en diez años, si no podría comprar nada mejor con el dinero obtenido por su venta? ¿De qué le vale a nadie que su vivienda se revalorice sin parar, si en algún sitio tiene que vivir y no puede vender caro sin comprar luego igual de caro? No: la carestía de la vivienda beneficia sólo al que no necesita vivir en la casa que compra. Porque es eso lo que lo sitúa en condiciones de vender.

O, dicho de otro modo: las casas son cada vez más caras porque la legislación actual no penaliza ni la especulación inmobiliaria ni el mantenimiento de viviendas desocupadas, y porque los poderes públicos no promueven la construcción de viviendas sociales para su venta y para su alquiler. Es así de sencillo.

¡«Se» vende porque «se» compra! ¡Y a eso llama Rajoy «plantear con seriedad las cosas serias»!

Debemos ir haciéndonos a la idea, por duro que resulte: todo indica que el sucesor está a la altura del sucedido.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (4 de octubre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 23 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/10/04 06:15:00 GMT+2
Etiquetas: lengua 2003 rajoy apuntes | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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