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2005/07/20 06:00:00 GMT+2

Opiniones vacantes

Durante mi periodo de vacaciones, que lo es sólo a tiempo parcial (inconvenientes que tiene trabajar como autónomo), no respondo a casi ningún correo electrónico. Pido disculpas por ello a quienes me escriben, pero es que, si además de todas las otras tareas que sigo cumpliendo también me ocupara de la correspondencia, mi periodo de vacaciones seguiría siendo un periodo pero, desde luego, no de vacaciones.

Ocurre sin embargo que algunos mensajes, aunque no los conteste, me dejan un runrún que sigue ocupándome las meninges, a veces de manera recurrente.

El otro día, un viejo amigo al que nunca he visto (cosas de Internet) me pidió que opinara sobre un suceso ocurrido en Galicia, que no sé si es extraño o ha sido muy mal contado por los pocos periódicos que lo han contado (o yo he visto). Un joven resultó herido por la explosión de una carta-bomba. Como quiera que el mozo es, según se dice, de ideas independentistas, algunas crónicas dejaron planear sobre el hecho la sospecha de que el joven no hubiera sido víctima de un atentado, sino que lo estuviera preparando él y le hubiera salido mal. Las insinuaciones me parecieron innobles y contrarias a la deontología periodística (en el supuesto de que tal cosa exista), porque si el periodista tiene algún dato que contar, lo cuenta, y si no se calla. Máxime tratándose de asuntos de semejante gravedad. Pero tampoco podía yo aportar nada más que esa crítica al tratamiento informativo del suceso, de modo que me callé. En condiciones normales, habría tratado de indagar más, y hasta es posible que hubiera hecho alguna llamada telefónica para recabar información de algún amigo gallego experto en los entresijos de la actualidad de su tierra, pero no lo hice, por la cosa de las vacaciones, y al final me he quedado a disgusto conmigo mismo.

Otro lector me ha mandado una razonada misiva reprochándome mi insistencia en la crítica a las autoridades españolas por incrementar los ingresos del erario con el dinero del tabaco. Resumiendo sus argumentos (aunque espero que no caricaturizándolos), alega que el Estado encarna el afán colectivo y que alimentado sus arcas se contribuye al pago de muchas necesidades sociales.

Respondo a este lector desde este Apunte, más que nada para no quedarme también con ese runrún y darle a mi contestación, ya de paso, una utilidad más amplia.

Mi respuesta, esquemáticamente expuesta, incluye estos elementos:

1º) El Estado no es representación de la colectividad, sino (puestos a señalar su esencia) el instrumento más eficaz para perpetuar el orden social vigente. El viejo Carlos Marx lo definió como «el capitalista colectivo». No le faltaba razón.

2º) Claro que el Estado es más cosas. También atenúa las tensiones sociales cumpliendo importantes funciones: infraestructurales, sanitarias, educativas, asistenciales, etcétera. Lo cual es positivo.

3º) Esas funciones las cumple con el dinero que obtiene de los ciudadanos a través de los impuestos (el Estado no paga nada de su bolsillo porque no produce; no tiene beneficios propios).

4º) Con los impuestos realiza las funciones positivas arriba mencionadas, pero también otras que son inevitablemente o potencialmente negativas. (Por poner dos ejemplos concretos que me irritan, por muy diferentes que sean: la intervención española en Irak la pagamos los contribuyentes, y los actuales cursos de verano de las Universidades, que son un prodigio de compadreo y gorroneo, también.)

5º) A diferencia de otros que también subrayan los puntos anteriores (todos o algunos), soy partidario de pagar los impuestos que me corresponden en función de mis ingresos, dado que es imposible no contribuir a los gastos negativos del Estado sin menoscabar también sus gastos positivos, que considero imprescindibles.

6º) Propugno los impuestos directos, establecidos en función de la renta de cada cual. A cambio, miro con prevención los impuestos indirectos, que pagan todos los consumidores por igual, al margen de la diferencia de sus disponibilidades. Es típico de los gobernantes más procapitalistas acentuar los impuestos indirectos y rebajar los directos.

7º) Entiendo que determinadas mercancías teóricamente superfluas deban estar gravadas con impuestos especiales, pero no participo de la doble moral que lleva a combatir de cara a la galería y, a la vez, hacer la vista gorda o fomentar en la práctica la fabricación y el consumo de drogas tales como el alcohol y el tabaco.

(Y paro. ¡Menos mal que era una exposición esquemática!)

Javier Ortiz. Apuntes del natural (20 de julio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 20 de julio de 2009.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/20 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: apuntes 2005 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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