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1994/06/11 07:00:00 GMT+2

Jornada de reflexión

Esto de las jornadas de reflexión -tal como la de hoy- resulta, si bien se mira, entre chusco e irritante.

Nos llaman a reflexionar un día. ¿Y qué medidas de choque adoptan para ayudarnos a realizar tan ardua tarea? Una sola: prohíben a los políticos que hagan propaganda.

Tal decisión empuja a extraer dos conclusiones elementales: primera, que dan por hecho que durante el resto de la campaña electoral las condiciones no favorecen en nada la reflexión, y segunda, que saben que la culpa de que eso sea así la tiene la propaganda -¿y por qué no llamarla publicidad, sin más?- de los políticos embaucadores (a los no embaucadores no se les presta apenas nada: ni atención ni dinero para que se hagan oír).

Al emparejar ellos mismos reflexión y ausencia de publicidad política, vienen a respaldar la tesis, que ya he expuesto otras veces, de que las campañas electorales son intrínsecamente nocivas, porque no cuentan con más función que la de enajenar el pensamiento reflexivo de los ciudadanos. Y es que esta gente es verdaderamente la monda: primero organiza el espectáculo alienante y luego -en plan «un libro al año, por lo menos»- nos reserva una jornada en la que, para variar, nos deja reflexionar.

Las campañas electorales, tal como se vienen produciendo entre nosotros, son un fraude total. Es como si se te invitara a participar en una partida en la que tu contrincante juega con cartas marcadas: él cuenta con reservas económicas muy superiores -cuando le faltan, se las pide a cualquier banco, al que luego no paga, y ya está-, él se las arregla para que todas las televisiones y la mayoría de las radios y periódicos le sirvan de publicitarios, él utiliza a su servicio toda la maquinaria del Estado...

Ya que hoy es jornada de reflexión, no me parece mal asunto éste. Reflexionemos: ¿hemos de participar en un juego en el que sabemos que el contrincante es un fullero?

Existen dos posiciones básicas al respecto. Hay quien considera que se debe entrar en el juego, aunque sea totalmente desigual, porque en esta ocasión las cartas que tenemos quienes estamos en la oposición -en todas las oposiciones- son tan buenas que, pese a todas las trampas del ventajista, podemos ganarle la partida.

Es una reflexión política.

La otra posición es la de quienes, más allá de las razones dictadas por el utilitarismo político, consideran prioritaria la obligación ética: rechazar la farsa. No esta o aquella partida concreta, sino el juego como tal. Su dictamen es directo: «Puesto que este juego está viciado de origen, que jueguen ellos».

Es una toma de postura moral.

A cada cual le toca establecer sus prioridades. Yo no oculto las mías. Entre la política y la ética, me quedo con la ética.

Javier Ortiz. El Mundo (11 de junio de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 10 de abril de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/06/11 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: españa elecciones europa 1994 el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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