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1994/06/08 07:00:00 GMT+1

¡Este referéndum lo vamos a ganar!

Tiene todas las ventajas. Si se tratara de un referéndum convencional, habría que elegir o la papeleta del «sí» o la del «no». Pero éste del domingo es diferente: sólo hay una papeleta para el «sí» y, a cambio, montones para el «no». La del «sí» lleva las siglas del PSOE. Las del «no», todas las demás. Incluso el voto en blanco, incluso el voto nulo, incluso la abstención -que, aunque a Anguita le parezca horrible, es una posición coherente, una enmienda a la totalidad del sistema electoral vigente-, son papeletas del «no».

Ya sé, ya sé que los teóricos del asunto lo tienen estudiadísimo, y saben que esta opción hace más daño, y menos aquella otra, y que la de más allá puede ser inútil. Pero eso forma parte del mundo de la politiquería. La del domingo ha de ser una opción moral masiva, más allá de los partidos. Se trata de dar la espalda al felipismo. De que su gran jefe no pueda enarbolar nunca más su estomagante coartada: «Me avala la mayoría de los votos».

Le han contado a usted que esto es una votación para designar a quienes deben representarnos en el Parlamento Europeo.

Paparruchas. El Parlamento Europeo es un churro. Mientras la Comisión de Bruselas tenga capacidad para hacer de su capa un sayo -o tres cuartos de sayo, que tanto da-, o sea, en tanto el Gobierno de la Unión Europea no emane del Parlamento de Estrasburgo y sea responsable ante él, lo que hagan o dejen de hacer los eurodiputados seguirá siendo de una trascendencia muy escasamente superior a cero. Desde luego, nada que mereciera embarcarse en unas elecciones específicas. O, en todo caso, nada que nos obligara a tomárnoslas en serio a quienes no vivimos de ese cuento.

Si estas elecciones tienen interés real, es por los efectos que pueden producir de puertas adentro. O, para ser exactos: por el efecto. Por el único efecto que realmente vale la pena: señalar directamente de una vez a González por dónde se sale de La Moncloa.

Hace tiempo que he renunciado a que nuestra sociedad funcione de un modo medianamente aceptable. Sigo exigiéndolo con el mayor de los convencimientos, pero sin la menor esperanza. No creo que el sucesor de González vaya a ser menos perverso, menos corrupto o menos adverso a las libertades públicas e individuales. Sólo aspiro a que el Gobierno esté ocupado por alguien con menos capacidad para eternizarse en él. No quiero tener que soportar más hombres providenciales. Que se ponga alguien fácil de echar, y que ése sea reemplazado en cuanto se tercie por otro igual de despedible a la primera de cambio. Que España vaya acostumbrándose a cambiar de gobernante cada vez que fracase el que esté. No más suscritos al «O yo o el diluvio».

He sufrido ya a dos caudillos en mi vida. No sé a ustedes: a mí me basta y me sobra.

Javier Ortiz. El Mundo (8 de junio de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de diciembre de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/06/08 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: españa elecciones europa 1994 el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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