El exgeneral Rodríguez Galindo padece una arritmia. ¿Y? Si un recluso está gravemente enfermo, se le traslada a un centro hospitalario dependiente de Instituciones Penitenciarias, no a su domicilio particular. ¿Son tal vez sus familiares expertos en el tratamiento de enfermedades cardíacas?
No me chirriaría tanto la excarcelación de Galindo si la excusa esgrimida por el Gobierno de Zapatero no fuera tan ridícula y, sobre todo, si la medida no vulnerara de manera tan flagrante el principio de igualdad de los ciudadanos ante la ley. Porque no veo ninguna razón -confesable, quiero decir- por la que el Estado deba ser tan clemente con el reo de un delito de doble asesinato cuando se muestra del todo inmisericorde con otros reclusos, situados ya fatídicamente en la recta final de sus vidas.
Se refirió José María Aznar el pasado domingo a los crímenes de Rodríguez Galindo cuando aludió a la ocultación de cadáveres en cal viva.
Me indignó. Porque es indignante que alguien afecte principios de los que carece.
En primer lugar: si el soterramiento en cal viva de Lasa y Zabala le pareciera tan espantoso como dice, debería haber instado al partido que preside a título honorífico a clamar contra la puesta en libertad -vigilada, pero libertad- de su máximo responsable. Y se ha cuidado de hacerlo.
En segundo lugar: si realmente siente tanta repugnancia por el partido que, según da por hecho, alentó esos enterramientos, se entiende mal que pusiera tanto empeño, cuando fue presidente del Gobierno, en pactar con él toda suerte de medidas no sólo contra ETA, sino también contra quienes no condenan su actividad. ¿Habremos de entender que su política pasaba por aliarse con los justificadores de unos asesinos para combatir a los justificadores de otros?
En tercer lugar: huele a chamusquina que este hombre sólo se acuerde de los GAL cuando él está en la oposición y el PSOE en el Gobierno. Habló y habló de ese tétrico asunto antes de llegar a La Moncloa y vuelve a hablar de él ahora que su partido ha sido desalojado del poder, pero lo eludió con mucho cuidado, e incluso hizo lo posible para evitar que se investigara -recuérdese su negativa a desclasificar los papeles del Cesid-, mientras fue jefe de Gobierno.
Pero, en todo caso, y aunque la alusión a la cal viva no fuera demagogia pura y simple -que lo es-, ¿qué tendría que ver eso con su corresponsabilidad por lo sucedido en Irak? Él aprobó y apoyó esa guerra, y así fuera Jack el Destripador quien se lo reprochara, la denuncia seguiría siendo pertinente. La verdad no depende del valor de quien la pronuncia: si realmente es verdad, se defiende sola.
Los delegados al Congreso del PP le aplaudieron a rabiar. Acto seguido, y según empezó a hablar el nuevo presidente, muchos optaron por irse. Se ve que les entusiasma mucho más el pasado que el futuro.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (5 de octubre de 2004) y El Mundo (6 de octubre de 2004). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 17 de julio de 2017.
Comentar