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2003/12/13 06:00:00 GMT+1

El grito

Algunas reacciones instintivas, al igual que los lapsus, son como grietas que se abren en la superficie de nuestra personalidad y dejan ver por un momento el fuego subterráneo de nuestro inconsciente.

Recordé ayer esta idea, pirateada a don Segismundo Freud, mientras veía el partido de fútbol del Mundial Sub-20 entre las selecciones de los Estados Unidos de América y Argentina. Estaban ya en tiempo añadido -ese tiempo que los comentaristas deportivos, ignoro por qué, llaman «de descuento»- e iban ganando los EUA. Habían jugado mejor los chavales argentinos, pero su mala suerte y la calidad del portero norteamericano se habían aliado para mantener el 0-1 en el marcador. Y en esas estaban, a un par de minutos del final, cuando un cabezazo impecable dio el empate a los que el locutor de Localia que retransmitía el encuentro llamaba sin parar «los albicelestes» (que, por cierto, vestían de riguroso azul marino).

Marcaron el tanto del empate, digo, y en ese momento mis vísceras, liberadas súbitamente del control de mi cerebro, hicieron que me pusiera en pié y lanzara un sonoro «¡¡¡¡¡Gol!!!!!».

Me senté de inmediato, avergonzado. No por el espectáculo ofrecido a nadie (me hallaba solo) sino ante mí mismo. Se suponía que estaba viendo aquel espectáculo deportivo sin pasión partidaria alguna, interesado tan sólo por los lances del juego, con el mismo espíritu frío y distante con el que había visto una parte del anterior partido, en el que la selección de la Federación Española de Fútbol («de fúbol», que diría su presidente) había derrotado a los representantes de Canadá en el tiempo de prórroga. ¿Entonces? ¿De dónde me había salido esa actitud de forofo argentino?

Reflexioné sobre ello. Mi primera reacción fue contarme una milonga, dicho sea en honor de la ocasión. Pretendí que me había puesto instintivamente del lado de los argentinos porque habían jugado mejor y era de justicia que ganaran.

Paparruchas: mi instinto sabe de sobra que el fútbol es un juego en el que, por definición, el azar puede tener un papel decisivo.

Hube de desechar esa explicación edulcorada y seguí pensando. Hasta que admití que mi salto no tenía nada que ver con el fútbol. Que, si me había puesto tan en contra del equipo de los Estados Unidos de América, es porque mis vísceras llevan fatal la prepotencia del Gran Gigante del Norte y estaban rabiando porque veían que los EUA iban a ganar también en eso.

En ese momento, los jugadores argentinos habían funcionado en mi inconsciente peleón como la representación de las víctimas del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la globalización y los mil demonios.

He discurseado mil veces sobre lo tonto que es politizar los deportes y sobre el infantilismo de las transferencias sentimentales que conducen a convertir contiendas deportivas en guerras simbólicas y, de repente, me descubro a mí mismo tomándome un partido sub-20 como una versión actualizada de Evasión o victoria.

Me había olvidado de lo importante que es no fiarse de uno mismo.

Me quedé tan mosqueado que ni siquiera sonreí cuando finalmente ganaron los argentinos.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (13 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 3 de diciembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/12/13 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: 2003 apuntes fútbol | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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