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2004/05/20 06:00:00 GMT+2

El éxito

Hacía meses que mi buen amigo Gervasio Guzmán venía hablándome de su primo Ernesto, que quería conocerme porque le gusta lo que escribo. Ayer, ya por fin, quedé a tomar café con los dos. Tenía razón Gervasio: su primo Ernesto me mostró su entusiasmo muchas veces y con mucho calor. Sobrado.

-Lo que no entiendo es que tu obra no tenga un éxito muchísimo mayor -me dijo.

-Yo sí -le respondí.

Se lo tomó como una muestra de modestia.

-¡Qué dices! Hay un puñado de columnistas en España que no valen un pimiento y sin embargo salen en todas partes, como auténticas vedettes, en tanto que a ti apenas se te ve. Eso es injusto.

-No lo creo -insistí.

Le pedí que me permitiera explicarme.

-Mira, Ernesto: a ti te gusta lo que escribo porque te sitúas en una onda política e ideológica semejante a la mía. A partir de esa sintonía, aprecias mi estilo, simpatizas con mis razonamientos y compartes mis conclusiones la mayor parte de las veces. Bien. Pero tus planteamientos son bastante minoritarios en la España de hoy. Lo mismo que los míos. Son más minoritarios incluso de lo que inicialmente podrían parecer, porque ni siquiera coinciden con la franja de la población que vota a IU. De hecho, una parte no ya de los votantes, sino incluso de los militantes y los dirigentes de IU, creen que desbarro en algunos asuntos de primera importancia. Por ejemplo, en relación a los problemas de Euskadi, o sobre el apoyo parlamentario prestado por Llamazares al PSOE. Dicho de otro modo: la inmensa mayoría de la población está en contra de mi forma de pensar. Del conjunto de mi forma de pensar, se entiende, porque éstos o aquéllos pueden coincidir circunstancialmente con lo que digo en una u otra ocasión, claro está.

Proseguí:

-¿Es imposible tener éxito en esta sociedad si te opones a la ideología dominante? No. Cabe que alcances un éxito grande, incluso, si lo que haces tiene calidad, o si incluye algunos elementos que puedan inducir a pensar que la tiene. Pero eso puede suceder sólo en el caso de que la actividad a la que te dediques no te obligue a estar constantemente afeando al personal su manera de pensar y de sentir. Porque entonces les estás tocando las narices todo el rato y, en esas condiciones, es poco probable que les entren muchas ganas de aplaudirte. Yo no soy actor, ni escribo novelas, ni hago poesía, ni pinto. Practico una especialidad que es ideológicamente muy explícita. Demasiado. Nadie puede hacer abstracción de mi manera de pensar a la hora de apreciar mi trabajo. En razón de lo cual, tengo un éxito bastante limitado. Lógico.

Ernesto sonrió.

-¡No, si todavía vas a decirme que te va mejor de lo que te corresponde!

-Pues en parte sí -le contesté-, aunque tampoco ignoro que esta sociedad necesita para sentirse satisfecha que existan ciertas dosis de disidencia. Siempre que no pongan en peligro el orden general, claro.

Captó la idea a la primera.

-O sea que, en términos generales, no te quejas de cómo te tratan por no parar de quejarte.

-Exactamente.

Y pasamos a hablar de otras cosas.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (20 de mayo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 26 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/05/20 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: apuntes 2004 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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