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2004/05/23 06:00:00 GMT+2

Dos sombras de duda

Ayer a media mañana empecé a mosquearme: no llovía. «¡Todavía se les va a arreglar a éstos la ceremonia!», murmuré. Y tomé una decisión sublime: bajar a comprar el pan y a hacer un par de recados más.

No soy supersticioso, pero tampoco menosprecio la aproximación empírica al conocimiento. La experiencia me ha hecho ver que mi presencia tiene una fuerza casi decisiva en la atracción de la lluvia. Si en las zonas que sufren sequías supieran hasta qué punto es así, se dejarían de rogativas y procesiones con vírgenes y santos y me llevarían a pasear por su contorno. En menos de un par de días los dejo yendo a casa en barca.

He tenido éxitos muy sonados. Cuando en 1990 fui a Bilbao para preparar la salida de El Mundo del País Vasco, en la capital vizcaína había incluso restricciones de agua. No se habían visto en una igual desde los tiempos de Mari Castaña. Llevaba meses sin llover. Fue llegar yo y a la de un mes, que dirían por allí, tenían ya excedente.

De modo que me animé ayer.

Y fue automático. Nada más salir del portal, los gotones empezaron a ennegrecer el asfalto. Antes de llegar a la panadería, la tromba de agua era ya felizmente intensa. Diez minutos después, sonaban los primeros truenos.

Ya que estaba de recados y que el aguacero animaba a la gente a guarecerse en las tiendas, aproveché para escuchar las conversaciones a las que se entregaba el personal en tan señalado día. Descubrí complacido que los comentarios críticos hacia la boda eran mucho más frecuentes y más desinhibidos de lo que jamás hubiera supuesto.

De todos modos, las críticas más acerbas no se referían directamente a la boda -a la boda en sí, que diría un kantiano- sino al tratamiento informativo del acontecimiento. Bastante gente declaraba abiertamente que estaba ya hasta las narices de la boda. Algunos se quejaban no sólo de la cantidad, sino también del carácter uniformemente almibarado del despliegue mediático.

Como buen sondeador de calle, introduje de inmediato factores de corrección en la muestra. Me di cuenta de que estaba oyendo hablar a gente que ni se había acercado a husmear al lugar de los hechos ni estaba en su casa plantada ante el televisor. Era, en consecuencia, una muestra escorada. A cambio, tampoco cabía menospreciar el hecho de que me encontraba en un barrio tradicional, de nivel de vida medio y con una tasa de población joven bastante reducida.

La conclusión final que saqué no tenía pretensiones científicas, pero sí servía para alimentar la sombra de dos dudas. La primera: quizá la operación boda no les haya salido tan bien como pensaron. La segunda: es posible que el exceso adulador de los medios haya tenido un cierto efecto bumerán. Sobre la monarquía y sobre los propios medios.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (23 de mayo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 27 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/05/23 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: apuntes 2004 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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