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2005/04/25 06:00:00 GMT+2

Cosas desagradables

Lo que se ve aquí arriba es la reproducción de un dibujo, de dimensiones bastante considerables para tratarse de un trabajo a lápiz (65 x 40 cm.), obra de mi hermano Josemari.

Tengo este dibujo expuesto en un lugar preferente del salón de mi casa. (La fotografía que le he sacado no le hace justicia, entre otras cosas porque no he logrado evitar que el cristal que lo recubre haga un feo reflejo en el lateral izquierdo. Pero da una idea.)

Estuve reflexionando delante de él anteayer, probablemente influido por las muchas noticias que hablaban de los incontables actos que, aprovechando la celebración del Día del Libro, se estaban realizando en recuerdo de la publicación de la primera parte de El Quijote, en 1605. La idea de presentar a Alonso Quijano como picador, alanceando en el hoyo de las agujas a un Sancho cualquiera -mordido, para más inri, por un perro goyesco- con un nazareno encapirotado presto a hacer el quite, tiene tela, aunque en este caso la obra sea sobre cartulina. Cada cual puede interpretarla como le dé la gana -por supuesto, que así funciona el arte- pero algo me dice que es mejor no apuntarse a ninguna visión amable.

Mirando el cuadro, recordé que han visitado mi casa en las últimas semanas varias personas que han tenido un comportamiento similar ante el dibujo. Lo ven, se acercan, lo miran durante largo rato y acaban diciendo: «Muy bueno. Impresionante. Pero muy duro, ¿no? A mí me amargaría tenerlo constantemente delante...»

Vi de inmediato la similitud entre esa reacción y la que produjo la semana pasada la lectura dramatizada de mi obra teatral José K, torturado en Madrid. Muchos de los asistentes a la representación dijeron a su término que el texto les había parecido bueno, pero -subrayo el pero- muy desagradable. «Te deja mal cuerpo.»

No reprocho nada a nadie. No tengo derecho a hacerlo, puesto que yo mismo también huyo a veces de la visión -no del conocimiento, pero sí de la visión, y también de la representación- de los aspectos de la realidad que más me hieren o me deprimen. En el cine, por ejemplo. Me he salido muchas veces de la proyección de películas que me parecían excelentes y bien planteadas, pero cuya visión me estaba haciendo polvo. ¿Ejemplos? Días de vino y rosas, Midnight cowboy, Johnny cogió su fusil, Apocalypse Now... Muchas. Se ve que, para sufrir, ya tengo bastante con la realidad. Y con mi modo de verla.

Sin embargo, y contradictoriamente, un cuadro duro no me estorba nada. Me disgustan mucho más las pinturas bonitas. Lo mismo me pasa cuando escribo: nunca eludo el lado menos amable de la vida.

Otra cosa es cuando lo hacen otros.

«Cada cual es de su padre y de su madre», me dicen. Acepto de mil amores la explicación. Deduzco que es por eso por lo que conecto tan bien con la obra pictórica de mi hermano: según todas las trazas, somos del mismo padre y de la misma madre.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (25 de abril de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 20 de abril de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/04/25 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: apuntes 2005 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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