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2004/06/12 06:00:00 GMT+2

Charles On My Mind

Hay recuerdos raros, que se aferran a la memoria sin razón aparente. Éste me devuelve a una tarde de 1962, en casa de un amigo del colegio, Valentín Díez, al que no he vuelto a ver.

Valentín vivía en mi barrio, en un piso de la calle Primo de Rivera, ahora Sabino Arana.

Íbamos a celebrar un guateque. No sé ni qué chicos ni con qué chicas.

Todavía no era la hora del encuentro y yo me entretenía poniendo discos. Los que solíamos escuchar por entonces, supongo: Paul Anka, Richard Anthony, El Dúo Dinámico, Mina, Celentano... Pero ya digo que lo supongo. No los recuerdo.

Salvo uno.

Era un EP de aquéllos de 45 r.p.m. con cuatro canciones. Me llamó la atención porque era la edición norteamericana del disco y estaba recién salido al mercado. Una chulada. No sé quién lo había llevado. Quizá era de algún hermano mayor.

En la portada se veía a un hombre negro, con gafas negras. Decía: «Ray Charles. I Can't Stop Loving You».

Lo puse, lo oí... y fue como si hubiera tenido una revelación. ¡Qué fuerza, qué emoción, qué sentimiento! No me pareció una buena canción, sino algo muy por encima de eso. No tenía nada que ver con nada de lo que había escuchado hasta entonces y, sin embargo, me resultaba extrañamente familiar.

Volví a poner el disco. Una y otra vez. Tanto más lo oía, tanto más me gustaba.

De aquella tarde sólo me acuerdo de otro detalle. Llegó un hermano mayor de Valentín con algunos amigos y amigas y se unieron a la fiesta. Se pusieron a bailar mezclándose con nosotros, lo que me pareció un detalle muy majo. Los veía muy mayores, aunque no creo que tuvieran más de 20 años. Recuerdo que un chico y una chica bailaban abrazadísimos y se miraban a los ojos con ternura.

Pasados los años supe mucho más sobre Ray Charles. Por supuesto. Y sobre aquel I Can't Stop Loving You, del que me enteré que era un clásico de la música country, obra de un famoso caballero llamado Don Gibson, que incluso dio nombre a unas célebres guitarras. Aprendí que buena parte del secreto de aquella interpretación que tanto me había impresionado a los 14 años estaba en la sabiduría con la que el gran Ray Charles Robinson (Charles era su second name) había sabido penetrar en los diferentes estilos musicales, desde los más blancos a los más negros, desde los más reverentes a los más diabólicos, ayudándolos a comunicarse entre sí, a sacarse partido mutuo. Y que mi revelación de adolescente la habían sentido millones de personas en todo el mundo.

«Sorprendente y conmovedor», definió su encuentro infantil con la música de Ray Charles un chico de Belfast llamado Van Morrison. Los dos adjetivos le van como un guante.

Ray Charles dio un concierto en Alicante en julio de 1999. Estábamos en Aigües pasando el verano y fuimos a verlo. Actuó con su big band y fue todo un espectáculo. Se le veía con el físico muy cascado. Tenía la cadera hecha polvo, pero seguía poniendo la misma fuerza en las interpretaciones, con su voz poderosa y ronca.

Lo mejor que puedo decir es que, cuando arrancó con las primeras notas de I Can't Stop Loving You, 35 años después, no sentí la menor nostalgia del pasado. Sólo la irrepetible magia y la fascinación de aquel mismo momento.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (12 de junio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/06/12 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: apuntes 2004 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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