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2001/01/10 06:00:00 GMT+1

Celia Villalobos

Empezaré por confesar que el natural gracejo de doña Celia me repatea. No es que la señora Villalobos no me haga gracia -que no me la hace-; es que considero que una persona que está al frente de una cartera ministerial no pinta nada opositando diariamente a graciosa y resalá. Vale que la gente que ejerce altos cargos dé muestra de ingenio. Bien está que denote tener sentido del humor. Perfecto. Pero lo de doña Celia no tiene nada que ver ni con el ingenio ni con el sentido del humor. Más bien todo lo contrario. Lo suyo es intentar hacerse la simpática revistiéndose de un populismo de feria -de Feria de Abril, en concreto- y de una sencillez campechana que, lo que es a mí, me parece más falsa que un billete de tres duros.

En el asunto de las vacas locas, la campechanía de la ministra está teniendo efectos devastadores para su imagen y, ya de paso, también para la del Gobierno. Empezó metiendo el cuezo alegremente cuando dijo aquello de «Que nadie espere comprar solomillos a 500 pesetas», como si a ese precio sólo pudiera adquirirse casquería. Una bobada.

Pero lo de anteayer fue todavía peor: se permitió recomendar «a las amas de casa» que no cocinen con huesos de vaca y que recurran sólo a los de cerdo. Aparte de que doña Celia demostrara con ello creer que en este país sólo cocinan las mujeres -una falsedad de la que puedo dar testimonio muy directo-, el hecho es que con semejante recomendación estaba: a) evidenciando que no se ha enterado de que los únicos huesos que pueden dañar la salud son los que estuvieron en contacto con la médula del animal; b) lanzando una carga de profundidad contra quienes comercializan carne de vacuno en buen estado; y c) dándole una patada en los mismísimos a su colega Arias Cañete, ministro de Agricultura, que se pasa el día diciendo que la carne que llega a los mercados cuenta con las debidas garantías y no entraña peligro alguno.

¿Y por qué dijo eso la señora ministra? Pues por lo mismo que dice tantas otras cosas: porque es una frívola de tomo y lomo. Porque le pareció que eso le daba un toque de complicidad marujil electoralmente rentable. Porque cuando habla está tan preocupada por aumentar su cuota de popularidad que no tiene tiempo de pensar en el sentido de lo que dice.

Pero doña Celia no sólo es una frívola. También una mentirosa. Ayer, a la vista del lío que había montado con su disparatada recomendación, volvió al ataque y dijo: «Lo que yo recomendé a las amas de casa es que no usaran hueso de médula». Lo cual, aparte de ser otra tontería -nadie puede cocinar con «hueso de médula», porque eso no existe- supone una falsedad como la copa de un pino. Ella habló de huesos de vaca, sin más: todos la oímos.

Patética contradicción, la suya: a fuerza de preocuparse sólo de su popularidad, ha arruinado su carrera política. Ayer, en Antena 3, Aznar renunció a justificar sus declaraciones.

Está acabada.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (10 de enero de 2010). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de abril de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/01/10 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: aznarismo diario 2001 pp | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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