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2009/05/11 06:05:00 GMT+2

Javier Ortiz Estévez

Estoy seguro que sonrió con ironía. El lunes 27 de abril, en un hospital de Madrid, Javier le dictaba a su hija Ane la columna que debía salir al día siguiente en “Público”. Murió esa madrugada antes de que el periódico llegara a los quioscos. Al poco, varios portales de Internet publicaban que el agudo escribidor –oficio éste con el que a él le gustaba definirse- había fallecido por una parada cardio-respiratoria. Había logrado su denuncia postrera: la prisa exigida al gacetillero, probablemente con empleo eventual y mal pagado (pensaba), había caído presa de la simpleza que no soportaba “porque no hay nada más inevitable que morir de parada cardio-respiratoria. Si sigues respirando y el corazón te late, no te dan por muerto”, recriminaba en su propio obituario.

Ortiz, donostiarra de pro y con el orgullo de Gros, se enroló todavía adolescente en el movimiento antifranquista. Y con apenas 18 ya asumió la responsabilidad de diversas publicaciones clandestinas: “Zutik”, primero de orientación nacionalista, y después “Servir al Pueblo”, órgano del Movimiento Comunista. Un compromiso por el que purgó varios años de cárcel y exilio.

En 1974 le detuvieron pasando clandestinamente la frontera por Núria (Gerona) y como iba con documentación falsa, a nombre de un estudiante de Calatayud, le metieron en la prisión de Salt asignándole su identidad. Así nos lo contó en su blog: “No lo llevé muy bien, porque entre otras cosas el maestro de la cárcel era de Calatayud y se empeñaba en hablar conmigo de su pueblo, que yo lo desconocía todo. Pasados dos meses se descubrió el pastel, porque el chaval cuya personalidad yo suplantaba quiso sacarse el pasaporte y le dijeron que no podían dárselo, porque estaba en la cárcel. En fin, un lío que habría sido cómico de no haber resultado bastante amargo”. En 1977, fundó la revista “Saida”, cuyos principales méritos fueron dos: ser secuestrada varias veces por orden ministerial y ver encarcelados a cinco de sus colaboradores, que asumieron generosamente la autoría de un artículo editorial suyo titulado “¡Viva la República!”.

La desaparición de una persona como Javier nos coloca a los amigos en la tesitura de querer mantenernos leales a su austeridad, ajena a la exhibición y el perifollo, y el deseo de expresar nuestra deuda con él: por la larga herencia de sus reflexiones y por la respuesta generosa a nuestras demandas; porque bien para un artículo o la charla equis siempre le quedaba cerca Zaragoza, ciudad de la que conoció antes las celdas de Torrero (como cárcel de paso) que sus calles.

Yo, Javier, te fallé este 25 de abril porque no iba a mandarte el “Grandola, vila morena” al hospital, pese a que pillé de Youtube una rara versión de la caboverdiana Sara Tavares. Ahora en el paraíso de tu Jamaica, el propio Zeca Afonso con Emmylou Harris y Jeff Buckley te la cantarán de bienvenida. Aunque, ya puestos, aclaremos un último asunto: tu Jamaica no existe, y todo los que anduvimos camino contigo conocíamos la trola. Pero para los supervivientes será meta de los sueños que compartimos y bandera para la travesía que nos queda.

Joaquín Bozal Macaya, 6 de mayo de 2009. El Heraldo de Aragón.

Joaquín: ¿es ésta la versión que encontraste?


Escrito por: Joaquín Bozal.2009/05/11 06:05:00 GMT+2
Etiquetas: joaquín_bozal recuerdos | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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