Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

2017/10/20 20:40:6.595767 GMT+2

¿Qué hacemos con las bandera de España?

¿Qué hacemos con las banderas que han nacido en nuestro aire? Vivo en Madrid, donde el problema de España en Cataluña ha hecho explotar el gas nacionalista -que ya estaba ahí y de repente es denso- y lo que sea que ha pasado en la casa de muchos de nuestros vecinos ha rebosado por los balcones en forma de borbotones rojos, amarillos y de nuevo rojos.


La urticaria es claramente contagiosa. Pared en la que supura una bandera, muro al que pronto se le llenan de legañas las ventanas. En los barrios pijos el acceso febril es tremendo, en los barrios obreros las pústulas aparecen más localizadas. Están por todos lados.


En algunos edificios han brotado banderas piratas, republicanas, LGTBI o sábanas con el lema Parlem! Como sucede con la homeopatía, la dosis de estas telas está tan diluida en la inmensidad de la ciudad que cabe dudar que alberguen principio activo sanador, aunque dan ganas de echar cuentas de los pisos y llamar al telefonillo para lanzar un beso a estos vecinos.


Recuerdo que un compañero, en primero de BUP, pasó el verano en algún lugar de Estados Unidos. Vino contando que en las casas unifamiliares del pueblo, esas en las que el padre siempre anda subido al tejado, tenían izada la bandera nacional. Nos reíamos, lo pensábamos marciano. Hoy he visto un banderón con mástil en mi calle.


No es broma. Yo estos días salgo a la calle y siento opresión refulgiendo en una bandera que no me molesta en el DNI porque es meramente descriptiva: soy español, vivo en España. Pero esas banderas, siendo iguales son otras, son las de aquí están mis cojones, las de no llegó la paz, llegó la victoria. No todos mis vecinos infectados de banderiosis tienen dicción falangista y muertos en su genealogía, no. Esto es lo más jodido: el autoritarismo español era un gas que vivía en esa atmósfera de colores pastel llamada democracia española. Lo llamaban consenso y no lo es oe oe, tendríamos que cantar en las manis.


J. ya me ha preguntado un par de veces por la repentina floración textil y no me he gustado en mis respuestas. Me he escuchado explicarle que las banderas acaban por ocasionar peleas entre quienes las portan y que en casa no nos gustan mucho. Ahora trato de pensar cómo explicarle que los vecinos de la puerta de al lado -los únicos que la han sacado en mi edificio tenían que ser los que la dan caramelos y la sonríen-, han colgado de la ventana la advertencia de un matón. Tendré que confesarle también que, en realidad, no pienso que todas las banderas sean igualas, ni por supuesto todos los portadores de banderas, por más que en casa no tengamos ni la del Atleti.


En fin, que un montón de gente acatarrada del patriotismo del que tiene el poder (que lo convierte en el más peligroso de los patriotas), amenaza con hacer de los balcones engalanados cual palco de autoridades la normalidad diaria para el aire de J. Una atmosfera más densa, gas  expandiéndose por todo el espacio que le dejemos con nuestras miradas esquivas.


Ojalá una lluvia de lodo que arruine las coladas y deje las banderas de España señaladas del odio con el que se han colgado.

Escrito por: eltransito.2017/10/20 20:40:6.595767 GMT+2
Etiquetas: | Permalink | Comentarios (2) | Referencias (0)

Comentarios

Aquí le dejo una reflexión del escritor Miguel Sánchez-Ostiz.

 

"LA BANDERA Y SU PAISAJE"

 

Publicado en 22/10/2017

IMG_0018.JPG

No, lo siento, no soy yo quien se repite, sino los acontecimientos diarios y con una alarmante tenacidad además.

La patria y su sagrada unidad está en peligro, banderas a la calle pues, altisonancias, bravuconadas… y tristezas, muchas. No hay quien no se sienta Don Pelayo, por lo menos, pero de que tenemos «el único sistema de seguridad social del mundo con patrimonio negativo», de eso ni palabra, y de que, en consecuencia, el sistema de pensiones ha entrado en el terreno del milagro porque esa misma situación en una empresa privada es causa de su disolución y cierre, de eso menos. Silencio, pero silencio total.

Han saqueado el fondo de pensiones. Catalunya pues, traición, sedición, cárcel para todos, y si no queda más remedio que hablar de Catalunya, entonces Venezuela y esas cunetas que no le importan a nadie porque, en efecto, ni los que en ellas yacen ni quienes tienen legítimo interés en dar con ellos cuentan para nadie en el mundo que quienes gobiernan y sus secuaces están construyendo. Con las últimas imputaciones por causa del sistema económico implantado por el PP, el del pelotazo (a escondidas) y tente tieso, pasa lo mismo. La bandera lo tapa todo, la bandera lo aguanta todo, como el pan de molde aquel que sacaban por la televisión.

Y si los ruidos patrióticos silencian las últimas novedades de la delincuencia institucional, más lo hacen con los delincuentes condenados y no encarcelados, por ese milagroso arte de birlibirloque que practican algunos tribunales españoles en beneficio del Gobierno y de quienes a su sombra han medrado, como si esto hubiese sucedido hace tanto tiempo que ha caído ya en el preceptivo olvido y en el desinterés que lo acompaña. Casos aislados todos, hilillos de plastilina. Esas actuaciones judiciales trasmiten un peligroso mensaje: los autores de las fechorías delinquían, pero tampoco mucho, no siempre lo legal va de la mano del «así es como se hacen las cosas, ya sabes», y además hacían patria desde sus puestos de gobierno o a su sombra adheridos. Por no hablar de lo que a todas luces se trasiega en las trastiendas: ese comercio de secretos, beneficios, faroles y manos sorprendentes. De pronto unos, cuando se ven con el cieno de su condena al cuello, acusan en firme a quienes habían quedado fuera, mientras que otros que estaban dentro, retiran sus acusaciones y callan. Pongan ustedes los nombres. Son los protagonistas desgastados del siniestro guiñol en el que hemos vivido como si nada fuera con ellos.

«Hablarán los tribunales…» dicen los más cínicos. Cierto, solo que unas veces lo hacen a velocidad de vértigo, como si estuvieran azuzados por el cómitre de alguna galera, y otras se lo piensan mucho, tanto que se les echa la noche encima y al final se pierde hasta el rastro mediático de los malhechores.

¿185 desahucios al día en el segundo trimestre de este año? Bandera, bandera y no se hable más. ¿13 millones de españoles en riesgo de pobreza o exclusión social? Nada, a desfilar, a la cabra, a repartir unas medallas y que le escriban un discurso al rey. De las cifras de paro no hablamos porque las oficiales son engañosas, cuando bajan hay campanas al vuelo, y cuando suben silencio total y bandera, así que vaya usted y pregunte a los interesados, a los parados de larga duración, a ver de qué viven, a ver qué dicen. El empleo precario no cuenta, la manipulación informativa es precisa para la cosa de la patria, como lo es que la desigualdad social sea cada vez mayor porque es necesario que la clase dirigente se enriquezca para que siga siendo la que lleve las riendas y la sociedad funcione… algo así dicen, algo así se les oye. La precariedad sanitaria y los escándalos a ella unidos son casos aislados que, como mucho, nutren alguna página de sucesos o de «¡Qué mundo!». ¿Y los suicidios? «Nada, hombre, leyendas… ¿Diez al día dice usted? Será por capricho, por enfermedad, nada que ver con ese vivir ahogado del que solo hablan los rojos, los populistas y los secesionistas…» Aquí lo que cuenta es la bandera  y el artículo 155 de la Constitución, ese que pocos han leído, aplastar la rebelión catalana, hacerles ir a morir al palo, encarcelar a los mossos y a todos, verlos humillados con capirotes y sambenitos, procesos, mucha cárcel… y así, con furia en vena, vamos tirando, callejón sin salida adelante.

*** Artículo publicado en los diarios del Grupo Noticias 22.10.2017

**** La imagen es una ilustración de Clément Serveau para Voyage au bout de la nuit, de L.F. Céline (1935).

Escrito por: Luis.2017/10/22 18:00:48.605423 GMT+2
La bandera y su paisaje

Sí, un poquito de alegría es lo que he recibido a través de una carta de un viejo amigo: “Indignación y tristeza”, precisamente porque expresa un pensamiento real y necesario para asumir el estado actual que estamos viviendo y una clara defensa de la necesidad de conocer y aprender de la Historia, de nuestra Historia, algo que nuestros nefastos gobernantes nunca lo han hecho real y efectivo. Las dos Españas no han muerto, se despiertan y se manifiestan como los del cuadro de Goya “Duelo a garrotazos”; sabrá usted bien que las transiciones en la Historia suponen pervivencias de los regímenes anteriores y en el caso de España eso es una realidad a pesar de haber transcurrido unos 40 años de democracia; y en el caso catalán pues parece que han pasado siglos y el problema no se ha resuelto y dudo mucho que se resuelva satisfactoriamente.

Sabe, pienso que esa unidad de todos los ciudadanos españoles debería ser una realidad respecto al estado de crisis económica, social, política y ética en la que nos encontramos, sí, unidad de todos y de todas frente a la deuda global del Estado español, frente a una jefatura del Estado injusta, frente a la muerte progresiva, lenta pero real, de nuestro Estado de Bienestar, frente a la peste de la precarización laboral, frente a unas pensiones públicas bajas, muy bajas, frente al vaciado acelerado de la hucha de las pensiones, frente a los injustos deshaucios con la pérdida de viviendas, frente a una educación donde los conocimientos humanísticos están desapareciendo, frente a la muerte imparable de la inteligencia y de la razón, como muy bien apuntaba Alberto Piris en su artículo del pasado viernes "Unamuno frente a Trump", frente a unos salarios bajísimos, frente a una cada vez mayor desigualdad…, esa es la unidad que todos deberíamos tener para lograr un país y una sociedad mucho más igualitaria, feliz y tranquila, con un estado de bienestar perdurable en el tiempo; de eso se trata y no de crear problemas territoriales anteponiendo los intereses materialistas individuales a un bienestar colectivo, que eso es lo que pretenden hacer con Catalunya, una imposición y reivindicación de intereses económicos férreos mostrando una vergonzosa e indignante insolidaridad. Cataluña a lo largo de siglos y especialmente a partir del siglo XIX y segunda mitad del siglo XX se ha llevado la flor y nata del resto de España, sobre todo de Andalucía; y ahora, ¡qué quieren más!.

Nuestra democracia no es perfecta pero comparada con otros países tiene muchas ventajas como por ejemplo su Seguridad Social pública algo impensable en países anglosajones como Inglaterra o Estados Unidos. Durante unos 40 años las españolitas y los españolitos han logrado un tiempo de paz -con un coste, por supuesto- después de crear y sufrir guerras en los últimos 150-200 años, y durante estos 40 años de "democracia" no han rapado la cabeza a mujeres y paseadas por el pueblo dándole también aceite de ricino, no han fusilado ni enterrado en cunetas y en fosas comunes, no ha habido un odio cruel entre regiones de este territorio llamado España; ¿considera usted que esto es un avance?, porque a mi sí me lo parece, después de todo lo negro ocurrido durante gran parte del siglo XX.

 

Es necesario transformar las estructuras económico-políticas-sociales actuales, pero siendo realista eso es un sueño muy difícil de alcanzar y por supuesto irrenunciable; algunos luchadores, como Chirbes u Ortiz lo intentaron y se mantuvieron firmes hasta sus últimos días, pero la Transición y su producto resultó ser todo lo contrario; ya lo decía Javier Ortiz en su artículo "Tal fuimos, tal somos", en Jamaica o muerte.

¿Qué piensa usted al respecto?

 

Un saludo

Escrito por: Luis.2017/10/22 18:16:21.259006 GMT+2
Un poquito de alegría

Comentar





Por favor responde a esta pregunta para añadir tu comentario
Color del caballo blanco de Santiago? (todo en minúsculas)