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2018/11/12 19:02:16.094126 GMT+1

Las anarquistas del cole necesitan a los adultos

 

Esta mañana, leyendo las andanzas de Iturri por los USA, me he prometido volver a dejar algún rastro mío por este blog. Tal y como lo concibo, la diferencia entre un blog y una web de artículos sigue siendo que en la bitácora estoy yo. Es una concesión al ego que no disculpa al autor de que sus contenidos sean irrelevantes y que toma sentido en aquello que -nostalgia- solíamos llamar la conversación.

Al lío.

Ayer iba paseando por la calle con J. y, no recuerdo bien a cuento de qué, me preguntó, "papá, ¿qué es la política?" Yo respondí un tanto vagamente, con presupuestos que probablemente no habría expresado nunca si semejante interrogante hubiera provenido de un adulto y no de una niña de ocho años. Hice referencia a los alcaldes, el presidente del gobierno o a los partidos políticos porque sé que se trata de asuntos que conoce.

-Eso siempre ha sido un rollo...

-¡No, hija! Bueno, o sí, pero la política es IMPORTANTE, contesté -preparando mentalmente una explicación del manual del buen educador progre-.

-Yo opino-dijo conquistando con naturalidad el turno de palabra- que nadie debe ser líder de nadie. Las cosas hay que decidirlas entre todos.

Sonreí y le di la razón. Pudo parecer una mueca condescendiente, pero fue más bien de rendición y orgullo. Un aprendizaje de los que consisten en recordarte lo esencial cuando el tiempo ha cubierto de hojas el suelo sobre el que caminas, mullido y resbaladizo como los vericuetos argumentales que yo había dado perezosamente a J.

La mezcla entre infancia y política -de la que no apela a los partidos, alcaldes o presidentes- fue el hilo conductor de mi presentación de Barrionalismo el pasado 26 de octubre en la Casa de la Cultura y la Participación Ciudadana (ahí es nada) de Chamberí.

No os lo había contado aún: he publicado un libro.

Barrionalismo es una reunión de mini ensayos sobre la ciudad articulados por la idea de barrio en el sentido de intentar mirar desde abajo, desde cerca y en colectivo. Como parto de mis paseos cotidianos y resulta que vivo en Madrid, los ejemplos son necesariamente centralistas, aunque creo ejemplifican realidades comunes a la mayoría de ciudades occidentales.

Una vez metida la cuña publicitaria, vuelvo a la pareja infancia-política popular. Decía antes que convertí lo que sucede en el patio del colegio y, en general, con las relaciones sociales de los críos en el cole, en un hilo que no aparece en el ensayo pero que, pensé, podía articular los contenidos de este y servir de bonus track a los lectores del libro que, encima, se tragaron la charla. El acto lo organizaba junto con el AMPA del colegio de mis hijos y a unos pasos de distancia del mismo, de manera que me pareció adecuado [pronto cuelgo y enlazo el texto de la presentación].

El colegio es una de las postas de barrialidad que nos quedan en una ciudad, un espacio a cuyas puertas nos vemos obligados a echar el freno y relacionarnos con nuestros vecinos. Un lugar en cuya asamblea de padres y madres (las AMPAs) nos organizamos y que ha sido escenario de conflicto en los últimos años de recortes educativos. Para los más pequeños, el patio es el aprendizaje de la calle, con sus aspectos positivos y negativos, y a nadie sorprenderá que diga que la escuela es una -necesaria- institución de control social, en cuyo seno aprendemos a obedecer...y desobedecer en colectivo.

La pulsión libertaria que J. mostró en nuestra conversación ayer nace de una intuición asamblearia que se da en el recreo...pero el patio escolar está preñado también de los valores culturales de la sociedad en las que se sitúa el cole. Es por esto que me sorprende que tantos padres y educadores progresistas insistan una y otra vez en que "hay que dejar que los niños y niñas resuelvan solos sus conflictos". Curiosamente, claro, suelen opinar así con más frecuencia los padres y madres de niños más dominantes.

Asumo que es necesario dejar autonomía a los niños, pero es obvio que, si los dejamos desarrollarse solos en un ambiente que no es ajeno al racismo, el clasismo o el machismo que recorre nuestras sociedades, estos no harán otra cosa que abrirse aún más paso y reproducirse también en el patio del cole. Si dejamos al débil solo frente al matón no estaremos haciéndole fuerte sino celebrando la desigualdad de fuerzas, y si dejamos el espíritu libertario que brotaba en J. disolverse entre las burlas de la normalidad, difícilmente podrá brincar de una a otra cabecita. El adulto, en el patio del colegio, debe mirar desde la distancia, sí, pero atentamente, porque la educación no se circunscribe sólo al interior del aula*. 

 

*(1) Hablo sobre esto constantemtene con Silvia, que ha sabido percibir estas dinámicas del cole mucho antes que yo.

* (2)La foto de portada del libro es de Diego G., fotógrafo tetuanero que gentilmente me cedió su uso para el mismo. La mayoría de la gente piensa que se trata de la Batalla Naval de Vallekas -tema que aparece en el libro- pero es una pequeña batalla naval organizada para evitar -exitosamente- un desalojo en el barrio. La comisión judicial no quiso mojarse y no se acercó al portal.

 

 

 

Escrito por: eltransito.2018/11/12 19:02:16.094126 GMT+1
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