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2012/02/20 15:29:48.233000 GMT+1

Una deuda importante

La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado al rumano Ioan Clamparu, alias Cabeza de cerdo, a treinta años de cárcel por cinco delitos de inducción y determinación a la prostitución a jóvenes rumanas en la Casa de Campo, entre ellas una menor de edad, a la que obligó a abortar. Como sucede en tantos otros casos, el proxeneta ofrecía sus servicios a numerosas mujeres para que pudieran viajar hasta España, con la promesa de que acabarían trabajando en la hostelería o en el servicio doméstico. Según informa la prensa, "una vez que llegaban a España les decían que habían contraído una deuda importante con la organización y que debían trabajar ejerciendo la prostitución y entregar la totalidad del dinero hasta saldarla."

Las mujeres habían contraído dicha deuda creyendo pagar por la posibilidad de conseguir un trabajo remunerado y legal (algunas asumiendo prostituirse pero por un período corto de tiempo). La legislación de extranjería vigente favorece la proliferación de mafias que venden lo que aquélla niega: los permisos necesarios para conseguir un trabajo, para poder establecerse en otro país, contratos que reconocían un empleo y por tanto un ingreso, acceso a servicios sociales, etc. Cuando se produjeron los hechos (año 2000), época en la que la demanda de sexo de pago iba a la par con la expansión de la economía del ladrillo y de la agroexportación desde lugares como El Ejido, España todavía no facilitaba la entrada legal de rumanos con visado turista, e incluso después de que Rumanía entrase en la Unión Europea sus ciudadanos tuvieron que pasar por un período de espera (fomentado por nuestros sindicatos) para poder circular libremente por nuestro territorio.

El caso de las mujeres rumanas prostituidas ilustra cómo un régimen laboral determinado, uno que discrimina a las personas por su nacionalidad, llega a fomentar una elevada explotación y un grado intenso de servidumbre, que solo puede funcionar mediante la extorsión. Efectivamente, la extrema vulnerabilidad de estas mujeres era el producto de una deuda imposible de pagar y una regulación que dificultaba o impedía ejercer derechos de ciudadanía. La posibilidad de impago -mediante la fuga, por ejemplo- se conjuraba con la apropiación de la documentación personal (los papeles imprescindibles para el reconocimiento estatal), con la violencia física, con amenazas de muerte dirigidas a la propia familia. La existencia de un tipejo como Cabeza de cerdo no se entiende sin este dispositivo, en el que se mezclan elementos legales e ilegales, y sin el cual nunca hubiera podido satisfacer cierta demanda con un coste tan bajo y con una rentabilidad tan elevada.

"Las deudas hay que pagarlas", les decía Clamparu. La cantilena nos suena. Extorsionadores de más altos vuelos gobiernan en Europa y hacen de una deuda impagable el principal dispositivo de gobierno. Los mecanismos que permitieron el sometimiento y la humillación de las mujeres rumanas se replican en muchos otros ámbitos, allí donde la explotación de los cuerpos no resulta tan evidente simplemente porque trabajadoras y trabajadores no prestan servicios sexuales. Este es el sentido de las reformas en curso: ¡prostituyámonos para saldar nuestra importante deuda, pidamos cadena perpetua para los cabezas de turco y expulsemos a las víctimas objeto de nuestro deseo, compasión y desprecio!

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Escrito por: Samuel.2012/02/20 15:29:48.233000 GMT+1
Etiquetas: rumanía explotación proxenetismo deuda migraciones prostitución trabajo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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