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2008/11/30 19:33:44.783000 GMT+1

Proscritos de todas las naciones

"La anarquía es un crimen contra la humanidad; y toda la humanidad debería coligarse contra los anarquistas. Sus crímenes deberían considerarse un delito contra el derecho de gentes, como la piratería y esa forma de secuestro conocida como la trata de esclavos; porque es mucho más infame que cualquier otro crimen. Así debería declararse en los tratados por todas las potencias civilizadas. Dichos tratados otorgarían al Gobierno Federal los poderes necesarios para ocuparse de este acto criminal." Theodore Roosevelt, Discurso del Estado de la Unión, 3 de diciembre de 1901, poco tiempo después de que el presidente Mckinley muriera como consecuencia de los disparos realizados por el anarquista Leon Czolgosz.

En una época en la que la palabra terrorismo tiende a abarcar cada vez más y a explicar cada vez menos, la piratería conserva su especificidad. Contrariamente a lo que sucede con el terrorismo, gobiernos y prensa despolitizan la piratería: los piratas no serían más que ladrones aunque, eso sí, especialmente peligrosos y molestos. Y, sin embargo, como muestra el discurso de Theodore Roosevelt, ambos han representado y continúan representando el mismo papel, desde la perspectiva del Estado: el de un enemigo al que se debe combatir por vías diferentes a la legislación penal ordinaria, que se reserva a otros grupos sociales. Nos lo recuerda el profesor de historia de las ideas de la Universidad de Aarhus Mikkel Thorup, quien prepara un libro sobre el discurso estatal frente a la piratería y el terrorismo.

Piratas, anarquistas y terroristas. Últimamente hemos oído hablar de todos ellos.  De los piratas somalíes nos cuentan cómo atacan los yates de lujo de nuestros privilegiados, los atuneros que llenan nuestras pescaderías, los petroleros que transportan -y a menudo vierten- el líquido negro del que están hechos nuestros sueños motorizados, los barcos que transportan las armas de los pirómanos que luego juegan a ser bomberos humanitarios. Es la circulación permitida, funcional al sistema capitalista, la que se encuentra comprometida.

Nada que ver, de momento, con el impacto y las dimensiones que tuvo la piratería de los años 1716-1726.  Pero la ansiedad que ha producido las escaramuzas de los africanos es sintomática de una globalización en crisis. No son los intereses específicos de los imperialistas habituales los que están afectados: capitalistas rusos, indios, árabes, franceses y españoles reclaman que se ponga orden en las aguas "sin ley". El pirata es el enemigo de todos, en palabras de Thorup. Este autor cita una pregunta retórica formulada por Emerich Vattel (1714-1767) que me recuerda a muchos editoriales de nuestros días: "¿Quién puede dudar que el rey de España y las potencias de Italia tuvieron sobrada razón para destruir hasta sus fundamentos las ciudades marítimas de África, que eran madrigueras de piratas que turbaban sin cesar su comercio y llevaban la desolación a sus dominios?"

La ausencia de Estado explicaría, según la opinión dominante, el incremento de la piratería en las aguas del Índico y del Golfo del Aden. Poco se habla, en cambio, de la relación entre el incremento de esta piratería y una guerra de verdades incómodas. Como el hecho de que algún que otro grupo pirata esté vinculado a personalidades del gobierno de transición que apoya Etiopía -que acaba de anunciar una inminente retirada de sus tropas- y Estados Unidos frente a los islamistas somalíes. Toda guerra precisa financiación. En Somalia las fuentes de divisas son escasas y determinados valedores pasan por apuros económicos.


Miembros de la autoproclamada "guardia costera" somalí, o "piratas", según se mire. Fotografía:Veronique de Viguerie/Getty Images


Por su parte, en Francia han resucitado el espantajo anarquista. Se han sacado de la manga un nuevo palabro: "anarco-autónomos", con el que pretenden abarcar cualquier cosa que parezca contestataria o rebelde. La propaganda policial ha surtido efecto, incluso entre quienes deberían sentir más afinidad con los inculpados. Ahí tenemos un decepcionante Michel Onfray, quien en un artículo publicado en Siné-Hebdo trata de emular al Pasolini que en 1968 criticó una revuelta estudiantil ("cuando ayer en Valle Giulia tuvieron un choque con los policías/ yo simpaticé con los policías / Porque los policías son hijos de pobres"). En un momento en que el discurso antiterrorista muestra su verdadero rostro, Onfray parece que encuentra más digno de denuncia la molestia que supone para los usuarios de los trenes el bloqueo temporal de algunos tramos de la red (por más discutible que sea). A los inculpados de Tarnac también se les acusa de bloquear el tráfico, en este caso de trabajadores. Una relación entre orden, terrorismo y circulación que se repite de forma recurrente.

Finalmente, tenemos los tremendos ataques de Bombay/Mumbai. No voy a especular aquí sobre la autoría de los mismos. Hoy prefiero hablar del discurso y las políticas que se construyen en estos casos. ¿Por qué se habla ahora de 11-S indio y no cuando se produjeron los atentados del 11 de julio de 2006 y todos los demás que han golpeado a la India? Tal vez por el confuso enredo de acusaciones entre la India y Pakistán y la soterrada lucha entre servicios secretos que mantienen desde hace tiempo. O porque en esta ocasión se han dirigido principalmente contra los extranjeros que residían en los suntuosos hoteles de la capital económica del país. Esta circunstancia basta para incorporar estos atentados a la nebulosa del terrorismo internacional, un proceso de abstracción que obvia el análisis de causas y motivaciones, evita pronunciarse sobre cosas de mal gusto como los conflictos de clase y estatus, y facilita la producción de un enemigo fantasmagórico.

Se trata de una adaptación de la vieja teoría de la guerra civil y del contrato social de Thomas Hobbes. Cuando Theodore Roosevelt reclama más poderes para el gobierno federal, en la línea de nuestros gobiernos, está invocando la necesidad de un poder soberano frente a la violencia de los proscritos. Ahora se pide lo mismo, pero a escala global. Es la otra cara de la "refundación" en ciernes.

Escrito por: Samuel.2008/11/30 19:33:44.783000 GMT+1
Etiquetas: piratería francia india soberanía somalia anarquismo terrorismo | Permalink | Comentarios (2) | Referencias (0)

Comentarios

Samuel has estado enorme en este apunte

Escrito por: Luis.2008/12/01 20:46:47.406000 GMT+1
http://eltransito.info

Lo sorprendente es que a éstas alturas aún no hayan acabado con ésta realidad incómoda; con el canal de Panamá no tuvieron reparo alguno.

Escrito por: Uri.2008/12/03 20:13:14.611000 GMT+1
oriolindia.blogspot.com

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