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2007/12/05 14:34:34.156000 GMT+1

La resaca venezolana

Sólo desde la propaganda o desde la ingenuidad cabe interpretar en un sentido unívoco el rechazo en referéndum del proyecto de reforma constitucional propuesto por el presidente venezolano Hugo Chávez. En el "no" encontramos, efectivamente, la oposición golpista, clasista y racista, con vínculos con la derecha republicana estadounidense y la fundación de José Mª Aznar. Pero también contrarios al gobierno desde posicionamientos más o menos democráticos, e incluso algunos partidarios del proceso bolivariano, descontentos con determinados aspectos y contrarios a las reformas propuestas. Muchos de los que apoyaron a Chávez en diciembre de 2006, los famosos tres millones, optaron esta vez por abstenerse.

Desde luego, no puede obviarse la responsabilidad de Chávez en la difusión de esta visión binaria y maniquea de la política, hasta el punto de que el referéndum constitucional llegó a confundirse con un plebiscito sobre su persona. Es verdad que fueron los medios opositores los que vendieron la imagen de un referéndum revocatorio, pero en los últimos días el presidente entró gustosamente en este juego, a sabiendas de que esa era la mejor manera de movilizar a la militancia chavista.

Fortalecido tras las elecciones de diciembre de 2006, la apuesta personal del presidente Hugo Chávez por introducir cambios profundos en el sistema político ha fracasado. Lo cual me lleva a unas primeras consideraciones:

1- La propaganda de la oposición más facciosa y la de los medios corporativos internacionales no se sostiene. Actualmente, el sistema político venezolano es, en términos comparativos, más democrático que el de no pocos países latinoamericanos que hoy gozan de apoyo por parte de los gobiernos europeos y estadounidense (sin ir más lejos, la Colombia de Uribe, campeona en violaciones a los derechos humanos). 

2- Una vez admitido el carácter impresentable de estas acusaciones, creo que la izquierda debe emprender de una vez por todas una seria labor de reflexión (auto)crítica, en Venezuela como en otros países. Quienes apoyan el proceso bolivariano como superación democrática del sistema oligárquico y neoliberal que sumió en la pobreza y la exclusión a la mayor parte de la población venezolana, deberían reflexionar sobre los cambios políticos en curso, más allá de la discusión sobre la figura de Hugo Chávez, sin temor a ser calificados de traidores, "sifrinos" (hijos de papá) o cachorros del imperio. El enfrentamiento entre dos conocidos intelectuales (James Petras y Heinz Dieterich, ninguno venezolano), aspirantes a Maquiavelo del príncipe bolivariano, deja mucho que desear. Y la inmensa mayoría de lo que se escribe es una cansina defensa de Hugo Chávez frente a los exabruptos de los medios corporativos, y frente a una siempre inminente amenaza imperialista (que puede llegar a convertirse en el cuento de Pedro y el lobo).

3 - No se trata de un problema de comunicación. Tampoco basta con lamentarse por la corrupción endémica, o denunciar el "chavismo sin Chávez" (expresión con la que se alude a la nueva dirigencia burocrático-militar chavista, que ha crecido en torno a la gestión de la renta petrolera). Resuenan ahora las voces que reclaman purgas internas, en ocasiones al más puro estilo sectario de otras épocas, para expulsar a los corruptos, los arribistas y los "falsos" militantes. La constatación de la diferencia entre la cifra de militantes del nuevo partido unificado chavista, el PSUV, y la cifra de votos obtenidos por el Sí (5.200.000 y 4.380.000 respectivamente), ha llevado a que comience a expresarse públicamente lo que todos sabían: que el PSUV se está convirtiendo en "lo que fue Acción Democrática (AD) en su tiempo: una agencia de empleo, una vía de acceso periférico a cuotas marginales de poder y de recursos, una correa de transmisión de las demandas y de los favores clientelares", en palabras del periodista Marc Saint-Upéry.

4- Lo que se debe debatir seriamente es el "socialismo del siglo XXI", cuyo contenido sigue siendo bastante incierto. Tanto la creación del PSUV como la reforma constitucional constituyen iniciativas presidenciales cuya oportunidad y contenido apenas han sido objeto de discusión. Y lo más destacado de ambas propuestas es un reforzamiento del poder ejecutivo en torno a una figura presidencial carismática, con una concentración de poderes económicos y territoriales, y una fuerte subordinación de los poderes populares a los aparatos del Estado, a pesar de la retórica sobre la democracia participativa y protagónica. Acabar con la corrupción resulta imposible en esas condiciones. De ahí que el sociólogo venezolano Javier Biardeau hable del riesgo de "cesaro-populismo", o de "peronismo a la venezolana", mezclado con elementos del socialismo burocrático "del siglo XX". Esto con independencia de las positivas medidas sociales que recogía la propuesta de reforma.

5- El fetichismo constitucionalista no puede ocultar el hecho de que la reforma constitucional ha sido una iniciativa hecha "desde arriba" (saltándose además los mecanismos previstos en la vigente constitución). No fue una exigencia de las bases populares, como el anterior proceso constituyente. No vale desempolvar el viejo argumento seudomarxista de que en Venezuela no se dan las condiciones objetivas y subjetivas para el cambio. Como denuncia el ex-ministro bolivariano Roland Denis, que se abstuvo, en esta ocasión el pueblo venezolano fue más instrumento que sujeto. Y cuando hablo de "pueblo" me refiero a una realidad político-social más heterogénea y diversa de lo que los panegiristas de la unidad de la Patria quieren reconocer. Además, el hecho de que más de la mitad de la población activa trabaje en la economía informal, debería invitar a una reflexión sobre el papel del Estado y su dependencia de los hidrocarburos.

El periodista Raúl Zibechi, reflexionando sobre los resultados del referéndum, plantea un debate entre miradas:

"En la izquierda laten dos formas de ver el mundo. Un amplio sector sostiene que los cambios en Venezuela comenzaron en 1999 con la llegada de Chávez a la presidencia, y que su figura y el equipo dirigente que lo rodea son la clave del proceso en curso. Otros pensamos que son los sectores populares, que irrumpieron en febrero de 1989 protagonizando el Caracazo, los verdaderos motores del proceso. Y que en ellos está la clave de la continuidad de la revolución, de su eventual profundización y de los rumbos que se tomen en cada momento.

Una parte de ese pueblo bolivariano decidió “dejar pasar la pelota”. Deberíamos aceptar que es una decisión consciente y meditada, y no mera influencia del “enemigo”. ¿Por qué quienes hicieron una insurrección en 1989, hundieron al corrupto sistema de partidos en los 90, frenaron y revirtieron un golpe de Estado en 2002 y derrotaron la huelga petrolera en 2003, habrían de dejarse manipular por el imperio y la oligarquía? La revolución bolivariana seguirá adelante porque el pueblo de los “cerros”, tanto los que votaron Sí como los que se abstuvieron, lo viene decidiendo día a día desde hace ya casi dos décadas
."

La opción de un socialismo burocrático y verticalista ha sufrido un serio varapalo. Sus límites han quedado expuestos. La ajustada derrota del Sí debería ser una oportunidad para continuar con cambios verdaderamente democráticos. Que los medios de comunicación sigan distrayendo con el personaje Hugo Chávez. La clave se encuentra en otra parte.  

Referencias interesantes

Marc Saint-Upéry, El enigma bolivariano, Revista Archipiélago, Bolivia, octubre de 2007

Edgardo Lander, “El Estado y las tensiones en la participación popular en Venezuela”, en OSAL , Buenos Aires, setiembre de 2007, en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/osal/osal22/D22Lander.pdf

Escrito por: Samuel.2007/12/05 14:34:34.156000 GMT+1
Etiquetas: venezuela referendum hugo-chavez | Permalink | Comentarios (3) | Referencias (0)

Comentarios

Gracias Samuel.
La cuestión venezolana es una de las que más me cuesta de asir en la escena internacional y siento que sucesivamente han fracasado mis intentos de análisis y toma de postura al respecto.
Leer opiniones tan formadas y documentadas como las tuyas siempre me aportará elementos de juicio.

Por otro lado, con bastante mayor interés vengo siguiendo el proceso y contradicciones de la política boliviana. Pero si en ocasión de su referendum de reforma constitucional te animas a escribirnos algo, miel sobre hojuelas.

Escrito por: Fransmestier.2007/12/07 08:20:51.760000 GMT+1
http://vestigis.wordpress.com

A mí también me ha costado lo suyo interpretar la política venezolana y tomar postura.

El primer gran obstáculo es cultural. Desde una perspectiva europea, en primer lugar, estamos más habituados a mirar hacia arriba (el gobierno, la "clase política") antes que hacia abajo. Si a esto añadimos la personalidad arrolladora de Hugo Chávez, la consecuencia es obvia: todos los análisis, comentarios, críticas y diatribas, se centrarán en el personaje Chávez.

En segundo lugar, estamos acostumbrados a códigos propios de lo que podríamos llamar "clase media" en un sentido muy amplio, en el que incluyo hasta lo que fue en su día el movimiento obrero. Podemos entender a líderes como Allende o Castro (abogados), a Álvaro García Linera (sociólogo) antes que a Evo, o en el caso venezolano a un economista como Teodoro Petkoff, o a los sociólogos que cito en el artículo.

Pero empatizar con los códigos de los sectores populares venezolanos, el "pueblo de los cerros", y comprenderlos, nos cuesta mucho más. Manuel Castells dice que, más que de la "dictadura de Hugo Chávez", hay que hablar de la "dictadura del subproletariado". Lo del sub tiene su miga, y resume el olvido -cuando no directamente el desprecio- de la izquierda tradicional (desde la socialdemócrata a la comunista) con respecto a los marginados, los pobres no proletarizados, que nunca se han considerado como actores propiamente dichos. Aunque siempre se hablara de los "parias de la tierra", expresiones como "lumpenproletariado" nos recordaba que no les correspondía a ellos ser los sujetos del cambio social (tarea reservada para la clase obrera industrial y su vanguardia revolucionaria). En el caso venezolano se añaden además referencias culturales propias de la América caribeña, en el que, por ejemplo, la religión no es un elemento menor.

Hugo Chávez no sólo los entiende sino que habla con su mismo lenguaje, los reconoce como iguales. Esto es lo que desde la clasista elite venezolana y desde Europa no se puede soportar, ni siquiera desde la izquierda (dejando de lado ciertos malos modos de Chávez, que corresponden más bien a su volcánica forma de ser y, quién sabe, a su formación castrense). 

El segundo gran obstáculo es, obviamente, la extrema polarización política, que obliga a todo el mundo a situarse, por narices, en dos frentes: o se está con Chávez incondicionalmente o contra él. Lo cual tiene su explicación histórica, pero a estas alturas ya cansa y es poco justificable, como se ha visto con el referéndum. Esto ha dificultado la difusión de estudios fiables y rigurosos, no sólo encendidos panfletos, sobre el proceso político venezolano. Ahora es cuando empiezo a encontrar cosas que permiten hacerme una composición de lugar. Pero bueno, insisto en que sólo son unas primeras impresiones hechas por un extranjero como yo.

Escrito por: Samuel.2007/12/07 10:52:0.320000 GMT+1
www.javierortiz.net/voz/samuel

Son una claves muy valiosas para tratar de discernir algo del asunto, porque además, intuitivamente, creo que aciertas en muchos aspectos, principalmente en interpretar los motivos del desconcierto con el que la izquierda internacional mira a Venezuela o Bolivia.
Por un lado, el rechazo al lumpenproletariado -delincuentes, prostitutas, mendigos y merodeadores varios-ya esta en los textos marxistas, que la considera una clase parasitaria y, esencialmente, reaccionaria y antirevolucionaria, ya que su suerte y subsistencia inmediata está ligada al aprovechamiento de los desequilibrios de la sociedad burguesa. Y, como muy bien dices, tanto la izquierda ortoidoxa de ascendencia más marxista como en la gauche champagne europea parecen arrugar la nariz al percibir el perfume a desarrapado que sostiene el chavismo.
Por otro lado, el europeocentrismo, la convicción en su superioridad moral y la consideración de los principios heredados de la Revolución Francesa como único cauce hacia el progreso llevan a que un personaje como Evo Morales, que aboga por el indigenismo y que parece dispuesto a prescindir de las ideologias salidas del 1789 y del pacto social si así conviene, descoloque completamente  a la socialdemocracia y más allá occidental.

Escrito por: Alexandre.2007/12/08 13:39:47.675000 GMT+1
http://vestigis.wordpress.com

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