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2011/06/27 09:25:53.029000 GMT+2

Un episodio de inmigración

La investigación de textos originales por medio de Internet, en los documentos digitalizados por Google, produce a veces sorprendentes resultados. La publicación The Scots Magazine ("La revista de los escoceses") se define en su página web como la revista más leída sobre asuntos relativos a Escocia y los escoceses. Se empezó a publicar en Edimburgo en 1739 y, tras varias vicisitudes que la interrumpieron temporalmente, recuperó su periodicidad en 1927 y se sigue editando hoy.

En abril de 1785, James Boswell, noveno lord Auchinleck y famoso en el mundo literario por su biografía de Samuel Johnson, publicaba en el volumen 47 de la citada revista, bajo el título "Massacre on the Island of Ferro" (Masacre en la isla de El Hierro), el "extracto de una carta, fechada el 18 de diciembre de 1784, de un caballero [gentleman] en Tenerife a su amigo de Glasgow". Este último era el propio Boswell, autor de la transcripción. La carta narra, en el estilo propio de la época, un "melancólico acontecimiento" ocurrido el 6 de diciembre en esa isla canaria. Traduciré de modo libre y extractado algunos fragmentos del artículo de Boswell.

«Un barco con bandera blanca desembarcó 37 personas, de las que varias eran mujeres con niños en sus brazos, en una playa bordeada por acantilados inaccesibles, al SO de la isla, de la que solo podía salirse, de uno en uno, por un estrecho y empinado acceso. Éste fue ocupado enseguida por algunos isleños que allí estaban, mientras otros fueron a la ciudad a informar al gobernador Juan Briz Calderón.

«A causa de la peste que recorría Europa, se había dado la orden de no admitir buque alguno hasta que, examinada su documentación, se comprobara que no había riesgo de contagio. El gobernador convocó al Cabildo y, bajo pretexto de que los recién llegados podían estar infectados, propuso exterminarlos. Algunos de los miembros mostraron su horror por la idea, arguyendo que los extranjeros parecían tener buena salud, que quizá alguna desgracia les había forzado a desembarcar allí y que era injusto aplicarles una ley local que ellos desconocían. Añadieron que, además, permaneciendo en una playa tan aislada no ponían en peligro a la población local. Y que en esas circunstancias lo mejor era avisar al Gobernador General del archipiélago, con sede en Tenerife, antes de tomar decisión alguna.

«No convencieron al gobernador de la isla ni a los restantes miembros del Cabildo, de modo que aquél, con algunas tropas de la Milicia bajo su mando, se encaminó a la playa. Encontraron a los desembarcados esparcidos por ella: algunos hombres buscaban mariscos y otros paseaban en grupos, mientras las mujeres lavaban prendas en el mar o cuidaban de los niños. Se les ordenó agruparse, cosa que hicieron en torno a un barril traído por los soldados, creyendo que contendría provisiones aportadas para su socorro.

«El despiadado canalla del gobernador fue quien disparó el primer tiro. Y como algunos milicianos vacilaran en obedecerle les amenazó con la muerte instantánea si no abrían fuego, llegando a derribar de un culatazo al soldado más próximo, porque no se decidía a participar en la masacre. En pocos minutos todos aquellos infelices habían muerto. Las noticias de esta salvajada llegaron a Tenerife, donde el Gobernador General no acababa de darles crédito. Cuando llegó la confirmación por escrito del propio Briz, ordenó la apertura de una investigación».

No hay certeza sobre la procedencia de las víctimas de esta ignominia, que según unos eran emigrantes y según otros eran penados embarcados en Dublín (aunque todos podían compartir el mismo buque), a los que el capitán decidió desembarcar en Canarias, bien porque se amotinaron o bien, según otras fuentes, porque el barco no llevaba provisiones suficientes para todos. De cualquier forma, el resultado es que fueron abandonados a su suerte en una playa canaria. Conviene tener presente que este hecho se produjo mientras reinaba en España la Católica Majestad de Carlos III, uno de los monarcas más ilustrados y reformistas de la estirpe borbónica.

Sobre los resultados de la investigación abierta al respecto solo se puede confirmar que el gobernador de El Hierro fue cesado de su cargo. No pudo aducir en defensa de su expeditiva y criminal actuación que "Había un problema, y se solucionó", porque aun habrían de transcurrir algo más de dos siglos para que el presidente Aznar la utilizara y la hiciera célebre, al comentar la también expeditiva expulsión de España en 1996 de un centenar de subsaharianos drogados y atados, para mayor seguridad durante el vuelo de regreso a sus países de origen.

Como principal conclusión de este comentario ¿bastará con aceptar que algo se ha avanzado en esos dos siglos? Por lo menos, ahora, cuando una patera cargada de inmigrantes arriba a las costas españolas, la Guardia Civil no los fusila directamente y hasta los servicios de la Cruz Roja les proporcionan con atención y eficacia toda clase de auxilios. El que no se consuela es porque no quiere.

Publicado en CEIPAZ el 26 de junio de 2011

Escrito por: alberto_piris.2011/06/27 09:25:53.029000 GMT+2
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