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2020/08/06 18:35:2.295720 GMT+2

¿Se reducirá y envejecerá la población mundial?

En un mundo sacudido por una pandemia sanitaria de la que no se percibe el fin y cuyos efectos económicos solo han empezado a aparecer; aquejado también de una creciente desigualdad entre ricos y pobres; donde la democracia está siendo deteriorada por el auge de ideologías fascistas y el abuso de unas redes sociales donde la mentira circula libremente; y sobre el que se cierne la amenaza de una inminente emergencia climática, un estudio publicado recientemente por la revista The Lancet puede dar al traste con las políticas a medio y largo plazo de casi todos los principales Gobiernos.

Un Instituto de la Universidad de Washington, dedicado a la medición y evaluación de la salud, anuncia que la población mundial seguirá creciendo hasta alcanzar un máximo de 9.700 millones de habitantes en 2064, cuando empezará a decrecer. Algo parecido anunció la agencia demográfica de la ONU para una fecha algo posterior. El resultado de estas valoraciones indica que antes de un siglo el número de seres humanos sobre la Tierra disminuirá sin que esto se deba a ninguna catástrofe o pandemia.

El estudio de la citada universidad describe un mundo que en 2100 será muy distinto del actual. Japón, Italia, España o Polonia, así como otros países, habrán perdido un 50% de su población. La población china se habrá reducido a la mitad y la de Nigeria se habrá cuadruplicado.

Además, el mundo habrá envejecido y esto implicará cambios importantes en muchos aspectos de la vida humana, como la productividad en el trabajo, el tipo de cultura generado e incluso en la planificación de edificios y ciudades. Los países más envejecidos solo podrán mantener su mano de obra gracias a los inmigrantes que, en su mayoría, procederán del África subsahariana, cuya población se habrá triplicado de aquí a 2100.

El antiguo temor a que la Tierra no produjese suficiente alimentación para una población siempre creciente (lo que condujo a la teoría de la "bomba demográfica") habrá desaparecido. El factor fundamental de este cambio, según el director del citado instituto, es que "nos hemos dado cuenta de que en nuestra especie algo ha mutado: las mujeres pueden controlar su fertilidad". Cuando mejora su educación y tienen posibilidad de estudiar carreras y desarrollar actividades, eligen tener menos hijos que los que serían necesarios para sostener la demografía. Una misma tendencia se observa en los suburbios de EE.UU., en las aldeas de la India o en pueblos de Irán.

Algunos Gobiernos se esfuerzan en alentar a sus ciudadanos a tener hijos, con poco éxito. Los bajos índices de natalidad no se deben solo a la libertad de la mujer para procrear. En los países más desarrollados, las encuestas indican que muchas mujeres desearían tener más hijos que los que luego en realidad tienen. El gradual deterioro del Estado de bienestar, los sueldos escasos que debilitan a las clases medias e incluso el temor a las penurias económicas consecuencia de la Covid-19 inducen a las familias a reducir su descendencia.

Si la predicción del Instituto se sustenta en bases sólidas, la realidad de una población más reducida y envejecida va a ejercer una gran presión en los debates sobre el capitalismo y el racismo: "cambiarán todos los modos de organización de nuestra sociedad", afirma el director del estudio.

Desde otros ángulos hay quienes anticipan el hecho de que los intentos por aumentar la natalidad pueden tomar dos vías: una es la de ayudar a las mujeres a que desarrollen sus proyectos de vida y a la vez puedan tener hijos, lo que algunos países (Suecia, Japón o India) han intentado con poco éxito. La otra posibilidad es la de que los Gobiernos autoritarios recurran a métodos punitivos (Irán ha prohibido las vasectomías y el uso de anticonceptivos) que anulen el derecho de toda mujer a su propio cuerpo.

Igual que la política actual de Trump solo fija la atención en las próximas elecciones presidenciales, la política de muchos Estados democráticos apenas ve más allá del próximo periodo interelectoral. Por el contrario, el problema de la transformación demográfica que ahora se anuncia solo puede abordarse con un plazo más largo y los ojos del mundo se dirigen a la ONU, como siempre que algún problema serio aqueja a la humanidad y los Estados se muestran incapaces de resolverlo. Pero la ONU solo puede aconsejar...

Publicado en República de las ideas el 6 de agosto de 2020

Escrito por: alberto_piris.2020/08/06 18:35:2.295720 GMT+2
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