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2014/09/19 07:56:15.981379 GMT+2

¿Podrá Podemos?

El fenómeno social y político de Podemos merece ser observado con especial interés, aunque solo sea por las ásperas reacciones y la proliferación de insultos y calumnias que la presencia de sus figuras más conocidas suscita en los principales medios de comunicación y en la clase política tradicional, esa que nos viene gobernando desde la Transición.

Tanto por su repercusión en el espectro político español -bruscamente trastornado tras las últimas elecciones al Parlamento Europeo- como por el impacto que su aparición ha causado en todos los estratos de la sociedad (desde los más desfavorecidos hasta el famoso banquero que, poco antes de morir, mostró su preocupación por el "auge de Podemos"), se trata de uno de los más destacados acontecimientos de 2014, año que presumiblemente va a batir el récord de eventos políticos reseñables en nuestro país.

Los 1,2 millones de españoles que han apoyado el rápido crecimiento del nuevo partido político no votaron a una ridícula caricatura como la mostrada malévolamente por sus rivales -para unos de carácter chavista, para otros castrista, anarquista, comunista...- sino que lo han hecho movidos por el evidente y grave agotamiento democrático del Estado que nació con la Transición y cuyas consecuencias sufren directamente en el día a día de sus vidas.

Si no hubiera más razones, para conceder un crédito inicial a Podemos debería bastar la insistencia mostrada por sus portavoces en avanzar por el camino de una auténtica regeneración democrática. No como la que retóricamente propugnan en ocasiones -cuando ven las orejas al lobo- los partidos en el poder, que han dispuesto de largos años para mostrar su voluntad de cumplir lo prometido y tan poco han hecho en ese sentido.

Podemos llegó al pelotón de cabeza de la carrera política española sin haber desarrollado todavía un programa concreto. El pueblo que les apoyó buscaba decencia, renovación y fiabilidad, cosas que no ha encontrado en la clase política ya instalada en el poder o en sus cercanías, y que se resiste a cambiar las reglas de un juego que le beneficia en todos los aspectos, incluida la metastásica corrupción institucional.

Podemos anuncia la celebración de un complejo proceso asambleario para debatir la forma en que se articulará como partido político y para tomar postura conjunta ante las cuestiones más acuciantes que penden sobre la política española, como la evolución del conflicto entre el Gobierno español y la Generalitat catalana o el ciclo electoral que se anuncia para 2015.

Como hace unos días declaró Pablo Iglesias, el desafío que afronta Podemos es asumir la necesidad de organizarse y, a la vez, no frenar la capacidad de discusión y la participación democrática de sus afiliados en la toma de decisiones. Todo ello en aras a una mayor eficacia: "Podemos tiene que ser un instrumento fundamental para el cambio en España y no sólo para la deliberación y el debate interno".

Pero cambiar a España requiere un proceso constituyente, y para hacerlo posible hay que modificar la estructura del poder político. El camino más viable, a pesar de sus contradicciones y dificultades, es acabar, por vía electoral, con el sistema político creado en 1978 y con el juego partidario que ha funcionado hasta la irrupción de Podemos.

Es fácil para todos entender que si en España aparece una nueva fuerza política en el Gobierno o en la oposición, capaz de romper con el modelo de la tradicional coalición, se abrirán nuevas y esperanzadoras posibilidades de cambio, aunque no exentas de riesgos y fracasos.

Las propuestas de Podemos son ambiciosas: "Proponemos una reforma fiscal justa que haga que las rentas más altas paguen más, proponemos una auditoría y una quita de la deuda pública, proponemos proteger los servicios públicos, proponemos combatir la corrupción, proponemos una política exterior respetuosa con los derechos humanos". Nada extraordinario, nada que no pudiera formar parte del programa ordinario de una socialdemocracia reformista, muy alejada de las ideas revolucionarias que pretenden endosar a Podemos los que temen su éxito.

De nuevo habla Iglesias: "El desafío de Podemos será conquistar por la vía electoral el poder político para una política de transformaciones. Todo eso plantea enormes dificultades y escenarios muy complejos. Pero, desde luego, del mismo modo que podemos ganar, podríamos no ganar. Así pues, necesitamos prudencia, humildad y seguir trabajando".

Se podrá coincidir o no con la ideología y la práctica del nuevo partido político que apunta en España, pero no se le puede negar su esforzado intento de regeneración política desde nuevas coordenadas, tan benéfico como la entrada de aire limpio en una atmósfera contaminada. Podrá fracasar en el intento, pero el oleaje que ha levantado en el lago político español no se encalmará prontamente y las semillas de su sueño ya están plantadas. ¿Podrá Podemos hacerlas germinar?

República de las ideas, 19 de septiembre de 2014

Escrito por: alberto_piris.2014/09/19 07:56:15.981379 GMT+2
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