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2012/09/07 09:25:13.843000 GMT+2

Netanyahu nos concede un respiro

En un panorama político -nacional e internacional- que, finalizando el verano, presenta en todas direcciones negros nubarrones, la apertura de un claro en el cielo, por pequeño que sea, es noticia alborozante. Tanto más, cuanto que el motivo de esta alegría procede de una fuente que, en los últimos tiempos, solo ha sido causa constante de preocupación: el Gobierno de Israel.

            No se trata de que vaya a dar orden de paralizar los asentamientos ilegales en los territorios ocupados y aplicar la ley a los fanáticos colonos que parecen gozar de inmunidad en sus agresiones a los palestinos. Tampoco hay indicios de que se vayan a suavizar las trabas a las que se ve sometida la población palestina en las actividades cotidianas en su propio país. Ni de que vaya a comenzar la demolición del humillante muro que separa a muchos palestinos de sus cultivos y de los servicios -sanitarios, educativos, etc.- a los que tienen derecho. Tampoco hay muestras de que el Gobierno de Tel Aviv haya decidido dejar de obstaculizar sistemáticamente cualquier proceso de paz, ni de que manifieste deseos de aceptar una futura solución biestatal a este enconado problema.

            ¿A qué viene, entonces, el suspiro de alivio con el que habría que acoger una noticia procedente de Israel? Aclarémoslo. El diario electrónico Ynetnews, perteneciente al poderoso grupo israelí de comunicación Yedioth Ahronoth, publicó el pasado 3 de septiembre una noticia titulada: "Netanyahu: una clara línea roja podría atenuar el conflicto". ¿Qué línea roja? ¿Qué conflicto?

            La "línea roja" citada consiste en hacer ver claramente a Irán que si rebasa ciertos límites -arbitrarios, claro está, pues nada tienen que ver con el Tratado de No Proliferación Nuclear- en su empeño, no demostrado aún, por disponer de armas nucleares, será inevitable atacar sus instalaciones: "El objetivo es hacer que Irán entienda que el mundo se toma en serio la opción militar". Y el "conflicto", naturalmente, se refiere a la posibilidad de que Israel, por propia iniciativa, desencadene una ofensiva contra Irán, de imprevisibles consecuencias para el mundo. Posibilidad con la que Netanyahu ha venido jugando al gato y al ratón con el presidente Obama y con toda la comunidad internacional, según convenía en cada momento a sus propios intereses.

            ¡Netanyahu se inclina por la línea diplomática! ha sido la exclamación entusiasmada de los medios occidentales. Julian Borger, en The Guardian, titulaba así su comentario el martes pasado: "Se asordinan los tambores de guerra israelíes contra Irán". Y respiraba aliviado: "Existen signos crecientes de que se aleja la amenaza de una acción militar, por ahora". Obsérvese la prudente coletilla final: por ahora. Nada es previsible ni seguro en relación con Israel.

            El alivio generalizado se ha reafirmado cuando el ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, que hace poco tiempo alarmó a la opinión pública declarando que Irán se aproximaba a una "zona de inmunidad" a partir de la cual no podría ya ser contenido en su carrera nuclear, ahora se ha mostrado opuesto a un ataque contra Irán "antes de las elecciones presidenciales en EE.UU.". Algunos observadores han detectado otro positivo signo: el diario Israel Hayom, del controvertido magnate Sheldon Adelson (aquel por cuyos favores, en forma de megacasinos, pujaron Madrid y Cataluña), considerado un altavoz de Netanyahu, "ha atenuado su tratamiento del programa nuclear iraní en los últimos días". ¿Cabe imaginar mayor alegría?

            Digamos, para completar estos motivos de gozo, que ni siquiera la Agencia Internacional de la Energía Atómica, en su informe del pasado 30 de agosto, ha podido aducir pruebas capaces de incitar a una acción militar urgente contra Irán, con lo que ha socavado las tendencias belicistas de los más fanáticos sectores israelíes y de sus corifeos occidentales.

            En resumen, Netanyahu nos concede un respiro, aunque las verdaderas razones de esto no estén del todo claras. El presidente de la comisión de intelligence del Congreso de EE.UU., tras una visita a Israel, aseguró que el ataque israelí había quedado de momento en suspenso porque en Israel "se piensa que después de las elecciones será más fácil lograr que EE.UU. coopere".

            Hay, pues, motivos de júbilo. Pero la Historia enseña a ser cauto en estos casos. También una oleada de satisfacción recorrió Europa cuando en septiembre de 1938 se reunieron en Munich los jefes de Estado o Gobierno de Alemania, Francia, Italia y Reino Unido para resolver el problema que a Hitler le causaba la existencia de ciudadanos alemanes en Checoslovaquia, y que parecía incitarle a la guerra. "¡Os traigo la paz!" declamó alborozado en Londres el primer ministro Chamberlain, al regreso de la conferencia. Algunos, los más ingenuos, respiraron aliviados. Poco iba a durar su alegría: menos de un año después, las divisiones acorazadas alemanas violaron la frontera polaca y se desencadenó la más terrible guerra hasta entonces conocida.

            Es de desear que el alivio que Netanyahu nos ha otorgado, conteniendo sus deseos de atacar Irán, al menos por ahora, no se parezca al que Hitler concedió a Europa tras fragmentar y destruir Checoslovaquia. ¡Curiosas paradojas las que a veces encierra la Historia!

 

República de las ideas, 7 de septiembre de 2012

Escrito por: alberto_piris.2012/09/07 09:25:13.843000 GMT+2
Etiquetas: ee uu israel irán | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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