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2011/10/05 09:10:5.788000 GMT+2

Los gibraltares georgianos

Hay Estados que aspiran a recuperar lo que, según sus dirigentes, es su integridad territorial natural, como España en Gibraltar, Marruecos en Ceuta y Melilla, Argentina en Malvinas, etc. Si no pueden blandir un instrumento militar relativamente potente (como Israel invadiendo los territorios palestinos, o China ocupando Tíbet), están expuestos a sufrir bruscos cambios en su política exterior, como consecuencia de la frustración que produce la sensación de impotencia ante una reivindicación que estiman imprescindible y que llega a ser, en ocasiones, un sentir general de la población.

La España de la dictadura, en la que se hizo bandera patriótica de la recuperación de Gibraltar, ensayó toda clase de argumentos para recobrar la soberanía del Peñón, sin éxito alguno. Ni siquiera la política de aislamiento del territorio gibraltareño, que se puso en práctica en 1969, condujo a nada positivo. Los trabajadores españoles del Campo de Gibraltar fueron quizá los que más sufrieron el cierre fronterizo. Y, a la larga, el distanciamiento entre Gibraltar y su natural retaguardia geopolítica (o hinterland) dificultó aún más las perspectivas de alcanzar un acuerdo amistoso. Ni siquiera la participación de ambos Estados (el colonizado y el colonizador) en la misma Unión Europea permite entrever una modificación en la naturaleza del conflicto.

Georgia perdió a principios de los años noventa del pasado siglo el control de Abjasia y de Osetia del Sur, que se independizaron de hecho, con el apoyo de Rusia. Unos 300.000 ciudadanos georgianos hubieron de huir a Georgia, y sus esperanzas de regresar a los lugares de origen son hoy prácticamente nulas. Para empeorar más las cosas, en agosto de 2008 estalló una breve guerra entre Rusia y Georgia, por el control de Abjasia, y Moscú reconoció oficialmente la independencia de ambas repúblicas.

Todos los partidos políticos georgianos coinciden en la aspiración a resolver el conflicto y reintegrar a Georgia los territorios perdidos, aunque ninguno ha desarrollado planes coherentes que permitan imaginar un resultado positivo para los gobernantes de Tiflis. Éstos discuten ahora sobre lo que denominan "una estrategia estatal para los territorios ocupados", y ofrecen a abjasios y osetios inversiones económicas, culturales y apoyo en infraestructuras, si retornan al redil georgiano, a la vez que insisten en que las fronteras de Georgia son las hasta hoy reconocidas internacionalmente.

Desde Tiflis se admite que, para alcanzar el éxito con la estrategia propuesta, es necesaria la previa retirada de las tropas rusas, lo que solo podría lograrse con una presión internacional intensa ejercida sobre Moscú, lo que por el momento no se ve fácil. Las grandes potencias internacionales afrontan hoy problemas de muy diversa índole y de grave entidad, por lo que sus preocupaciones están muy lejos de los conflictos territoriales que aquejan a un pequeño país caucásico, carente de instrumentos para presionarles.

Por su parte, los gobernantes de Sujumi (Abjasia) y Tsjinval (Osetia del Sur) solo aceptarían entrar en conversaciones con Tiflis si previamente Georgia reconociese su independencia, para entablar negociaciones de igual a igual. De este modo, antes de comenzar, cualquier negociación está ya abortada desde la raíz.

Algunos georgianos opinan que el documento "estratégico" de su Gobierno es papel mojado y solo pretende ejercer presión sobre las ONGs que operan en las repúblicas secesionistas. Se critica abiertamente la falta de visión de los partidos políticos y su desconocimiento de lo que sucede realmente en aquéllas y de los verdaderos deseos de osetios y abjasios.

Los laboristas sugieren que Georgia adopte una política neutral, una vez depuesto el actual presidente, y que la disputa territorial se resuelva mediante negociaciones: "Si en Georgia tuviéramos democracia y una justicia independiente, abjasios y osetios verían más fácil la reintegración". No son pocos los que piden restablecer los lazos económicos y culturales con los pueblos segregados, y dejar para después la discusión sobre la soberanía. El líder del Partido Democrático Libre propone medidas que "restablezcan el contacto entre los pueblos, para que hagan buenos negocios juntos, ganen dinero y busquen el modo de mejorar conjuntamente sus condiciones de vida".

Será preciso vencer muchos prejuicios y superar mitos y nacionalismos obcecados, hasta comprender que lo mejor que pueden hacer juntos los georgianos, osetios y abjasios es hablar de sus intereses comunes, cooperar para mejorarlos y restaurar la confianza perdida entre ellos. Y el problema de los partidos políticos será no hacer electoralismo atizando sentimientos nacionalistas, sobre todo entre los desplazados, cuyo voto puede hacer bascular el resultado en uno u otro sentido. Una vez más, pensar sólo en el éxito electoral a corto plazo puede impedir una solución global para tiempos posteriores y beneficio de todos los implicados.

Publicado en CEIPAZ el 5 de octubre de 2011

Escrito por: alberto_piris.2011/10/05 09:10:5.788000 GMT+2
Etiquetas: rusia georgia gibraltar españa | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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