Ugrafías

En vispera del 19J cualquier cosa que uno escriba es poca cosa. Hay en el aire un pulso entre lo futuro y lo pasado. Como en una reválida, la movilización popular afronta un paso clave. Los discursos de los políticos y sus corifeos son previsibles. El pueblo no.

Y así y todo siento que mañana puede nacer un mundo nuevo. Pero sin euforia, sin urgencia, sin estridencia. Me asombra más el silencio y la sonrisa que el grito necesario. Este mes ha sido muy largo, muy tenso. Han caído máscaras y se han levantado esperanzas.

Quizás, de nuevo, trato de encontrar, más que consignas, rimas:

Contra la sordina, bocina. Los medios de desinformación de masas ponen desde siempre un silenciador al palpitar de lo nuevo. Hemos de responder siendo más y en más lugares y de más maneras.

Contra la caricatura, frescura. Hace un lustro 'mileuristas', ahora 'perroflautas', pero siempre dibujados como incapaces de torcer velas y timones. Tendremos que seguir inventando y remando.

Contra el foco, el megáfono. Desde bien arriba deciden qué es noticia y por qué. Desde abajo la comunicación social y la construcción de una gramática del reconocimiento ha de ser el fruto de la indignación.

Contra la portada, la sorpresa. Tienen centenares de pies de foto precocinados. Podemos cambiar el menú a cada día, en cada esquina, con cada idea. No nos dictarán ni el cómo ni el qué. Ya no.

Contra la división, reflexión. Esta no es una guerra de posiciones sino de resistencias. Sus grietas, sus avaricias, sus contradicciones, pueden sernos útiles. Pero solo mientras no consigan que nuestros disensos naturales aborten esa suerte de multiconsenso que es el saber lo que no queremos.

Contra la reacción, más revulsión. Tienen el monopolio de la violencia y armas de manipulación masiva. Da igual. Nos une el convencimiento de que vamos a hacerles una úlcera ética de la que no podrán salir sin cambiar de régimen. La indignación se les va a atragantar.

Y punto y seguido. Seguimos como en el verso de Ángel González, con los pies en el suelo y sin demasiada esperanza. Pero con fuerza, haciendo camino. Marchando hacia delante. Quieran o no, somos más y queremos algo más que ser más: poder hacerlo mejor. Ni un paso atrás. Las calles, las plazas, la vida es nuestra. Ya.