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2020/06/16 23:59:00 GMT+2

Maestros de por vida

Recuerdos, más o menos distantes, me vienen hoy a la tecla. Todos ellos enhebrados por mi perenne respeto al maestro que siempre fue (y sigue siendo) don Julio Anguita.

El primero es un recuerdo de infancia. Es un recuerdo brumoso, de los pocos que puedo considerar como "recuerdo personal del franquismo, con Franco aun vivo". Yo tenía siete años, era 1972. En casa, "de visita unas semanas", vino un familiar, primo de mi abuela. El primo Alejandro, pues. A mí me fascinaba verlo dibujar -era, luego lo he sabido, uno de los miembros de "Estampa popular", un grupo artístico de crítica social de los sesenta. Me fascinaba también, si no más aun, su calma, su hablar bajito y pausado. Como yo no acababa de entender por qué las cortinas debían estar echadas más horas de lo habitual, me tuvieron que explicar que había quienes, por lo que fuese, tenían que vivir en clandestinidad -bastante más tarde supe que había sufrido varias torturas en calabozos y cárceles, con el "motivo" de ser un "subversivo" comunista.  Alejandro Mesa Luque, cordobés y miembro del PCE, conoció, sin duda, a Julio. Tengo entendido que el alcalde de Córdoba quiso que él volviera allí para tenerlo entre sus colaboradores, pero Alejandro siguió de militante de base en el barrio de la Verneda, en Barcelona.

El segundo es un recuerdo de la adolescencia. Es un recuerdo con más luz, y sobre todo con más alboroto y más risas. Un recuerdo de cuando aquello que se llamó la Transición. Yo tenía catorce años. Teníamos, en 1º de BUP, un profesor dándonos dos materias: Historia y Català. Destacaba por su barba bien poblada y bien larga, tamaño elepé, mínimo. Entonces era el tiempo de la chapita del "Nuclear, no gracias" y él nos dio a conocer la existencia del CANC (Comité Antinuclear) y del ecologismo, además de darnos a conocer muchas otras históricas cuestiones y, muy certeramente, enseñarnos catalán con las sencillas y brillantes columnas de Josep Mª Espinàs. Recuerdo muy especialmente cómo, durante la huelga estudiantil contra las leyes de la UCD para la secundaria y la universitaria, nos animaba a hacer servir sus horas de clase para llevar a cabo asambleas, y sin dirigirlas, al contrario, animándonos a gestionarlas por nosotros mismos. Recuerdo su risa, su humor, su empuje, como algo que me resultó siempre un ejemplo a seguir. Victor Ríos estuvo muy cercano a Julio Anguita, en su equipo de trabajo de 1994 al 2000. Después ha seguido su activismo en Latinoamérica.

El tercero es un recuerdo como a caballo de los dos siglos, cuando en el congreso constituyente de lo que finalmente dio en tener las siglas de EUiA, en 1998, estreché la mano de Julio y pude estar en una conversación en pequeño grupo unos diez minutos, que me pasaron como si hubieran sido diez segundos. Me recuerdo también escuchando aquella tarde o noche su discurso a todas las personas congresistas y la sensación de que nunca sería lo mismo oirlo sin estar ahí. Cuando intento unir las palabras política y emoción, no encuentro en vivencias personales más ocasiones que dedos en una mano. Y seguramente aquella lección, porque Anguita no daba mítines, sino que daba lecciones, fue uno de los momentos con mayor emoción política en mi, puntos suspensivos, vida.

Julio Anguita murió hace un mes pero su maestría y su firmeza en lo que debe ser priorizado (claro está: el programa, el proyecto, el futuro, lo llamen como lo llamen) son ya una referencia inolvidable. A caballo de los dos siglos nos daba rabia que nos llamaran "anguitistas", pero más que por lo que tenía de sambenito, por lo que tenía de falso. Maestros como Anguita nunca generan nuevos "ismos". Al contrario, los desmenuzan. Y mucho menos generan personalismos o culto a la imagen. Si le pedías un autógrafo te decía, enfadado, "yo no hago esas cosas". Y con razón, con eso, con el ejemplo moral y vital como método, siempre, combatió las ignorancias y las trampas de quienes tienen grandes medios para sembrar más ignorancia y más mentiras.

Desde el primer infarto hace más de cinco lustros ya nos avisó de su talón de Aquiles, y una semana antes de morir ya nos daba preaviso de lo previsible. Don Julio, como también para mí Alejandro o Victor, como muy pocos más para mí y como tantos pocos otros para cada uno de nosotros, siempre serán lo más difícil de ser: maestros de por vida.

 

 

Escrito por: pakua.2020/06/16 23:59:00 GMT+2
Etiquetas: politica ugrafiando maestros icv-euia izquierda recuerdos julio-anguita pce | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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