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2007/01/24 15:01:00 GMT+1

Cuento virtual del mono Simimáil Kundiera y la maja Candela

Nunca se publicó "La insoportable levedad del ciber-ser", de Simimáil Kundiera. El texto fue filtrado, transcrito y encriptado, a partir de su animal expresionismo de sonidos y registros variopintos, por un macrocomputador, en un laboratorio secreto escondido en los Cárpatos Blancos, producto de un experimento de alto secreto financiado por una corporación de la industria informática y que comenzó a finales de los noventa.

Simimáil era mono. Bueno, era una especie de cyborg chisposo : la suma de un simpático, tranquilo, cuidado, sanote y joven chimpancé más un casco injertado en su cabeza con componentes microelectrónticos que permitían conjugar grandiosas bases de datos. Éstas se almacenaban en los hard disks de un macroordenador que, cada vez que despertaba de sus siestas o de sus largos y plácidos descansos, se conectaba wireless -sin cables, o sea- al cerebro del monito.

El espacio vital de Simimáil era de ensueño. Tenía la amplitud de una cancha de baloncesto. Paredes-pantallas virtuales le hacían creer que se encontraba en un paraíso salvaje; aire, humedad y temperatura acondicionados a sus deseos puntuales de mayor calidez o tibieza; había recipientes siempre con comida fresca y bebidas varias, todo ello ordenado con sensores de diferentes colores que se encendían cuando el simio, encasquetado y saltarín, se acercaba a esas zonas, y las mismas  luces se fundían en penumbra en cuanto se alejaba de ellas.

De la misma forma funcionaban otros elementos destinados a mantenerlo físicamente en forma y satisfecho: aparatos de gimnasia -los de gimnasia sexual, pese a ser robots, o robotas, dicho a lo bruto, eran de un realismo y una flexibilidad que hubiese motivado a la lujuria al mismísimo Copito de Nieve-; árboles artificiales con los detalles más mínimos para parecer auténticos, setos de hierba, y, cómo no, una zona que ocupaba aproximadamente una quinta parte de la estancia en la que siempre pegaba -de pega, igual- un sol de esos de quedarse augusto debajo, con los julios justos, nunca más ni menos.

Y en el centro de la sala, un sillón ergonómico a medida, y sobre una mesa de diseño finlandés -por decir algo que no sea del palo IKEA-, una pantalla regulable de 17 a 34 pulgadas, un teclado -adaptado a su caso y que se fue optimizando a lo largo del experimento- y un ratón. Con conexión adsl de la que ni se anuncia, tremendo, sistema click-ya-flash-aupa, y con una suerte de airbag preprogamado para momentos imprevistos o para caídas del sistema, aunque eran muy pocas y se producían solamente, de hecho, cuando Simimáil  acercaba a la mesa 'de trabajo' algo de comida o de entretenimiento y lo dejaba caer sobre los componentes.

Eso sí, tal despliegue de medios no hubiera servido de nada sin la presencia de la Doctora Mirinda, pseudónimo y nick de guerra de Candela Mira, ex-hacker ibicenca abducida desde el mundo ocioso de la ciberguerrilla a causa del suculento sueldo astronómico que le ofreció la corporación; sueldo que aún así pasaba de estelar a planeta enano si se medía dentro de la galaxia presupuestaria de todo el montaje del experimento.

Candela se ganó pronto la confianza del mico, se acopló en pocas horas a la serenidad de aquel lujo ambiental e introdujo hábilmente a Simimáil en los conceptos básicos de usuario de internet. Con paciencia, mes a mes, lo convirtió en todo un entendido. Mientras surfeaban entre risas y sorpresas por el panorama online mundial, si se le ocurría alguna cosa que podía ayudar al experimento, de viva voz lo comentaba y los técnicos de la sala anexa recogían el dato o el consejo. Así se fueron recreando los componentes, durante un año de elaboración, de una intranet pensada punto por punto y pixel a pixel para el cyborg receptor y protagonista de esta historia.

A Kundiera lo apellidó ella misma, en referencia brumosa al novelista Milan Kundera pero insertando una 'i latina' que le vino a la mente por su significado en español, sumado al nombre de Simimáil... Si mi mail cundiera... Si mi correo cundiera... Un subjuntivo apuntando un objetivo.

Cuando la intranet ya estuvo diseñada la llamaron Simisite. El site -el sitio, el asiento- simio era eso propiamente dicho. Una web a medida para usuarios tipo Simimáil, con referencias a todo el universo y el talante de lo simiesco.

Candela y el chimpático monillo con su casco forrado de conexiones u-ese-bés habían estado meses divirtiéndose, curioseando, aprendiendo, incluso interactuando, en las virtuales ciberplazas humana. A partir de la existencia de Simisite, las sesiones de navegación darían un giro radical. De eso trataba el experimento, de hecho. Simisite incluía un gran salto respecto a la red anterior : Simulaba la existencia de varias docenas de chimpancés -y algún que otro orangután y algún gorila, por aquello de darle amplitud a la mentirijilla- que estaban conectados más o menos en la misma situación que Simimáil Kundiera. Todos y todas, monos y monas de diversas edades, perfiles, aficiones, cada cual con su foto, con su casco, y aparentemente en similares espacios vitales.

El primer golpe de ventana fue un punto y aparte para el feliz y risueño Simimáil. Los ojos se le abrieron como plátanos, y empezó a notar escalofríos que hasta entonces ni siquiera las robotas le habían provocado. Arj, Urj, Iiii,...  ¡Poder comunicarme con iguales! ¡Bestial! Al aparecer los iguales que podían contestarlas, nacieron las preguntas rápidamente en la mente de Simimáil... ¿habrán visitado las webs humanas por las que me muevo? ¿conocerán el mismo software que he ido instalando? ¿querrán montar un foro internauta donde soltarnos, contar nuestras cosillas y sharear todo lo que nos pase por el power del entrecejo?... y Arj, Iiiii, Karay, Krik ¿podremos incluso hacer alguna kedada como esas de las que montan los humanos estos como la majísima Candela o los operarios que cuidan esta mágica casa?... Mmmm....

...Chas! Ahí se produjo un momento de crisis en la sala de control de datos transferidos. Estaba previsto, sí, -algo así no podía escapárseles en el planning ni a los diseñadores del experimento ni a la Doctora- en los análisis previos, que por primera vez Simimáil se planteara que, más allá de la cancha-burbuja donde llevaba ya dos años viviendo a cuerpo de rey del mambo y del me tumbo cuando me canso había otras burbujas con sus respectivos monarcas del ciberespacio del bienestar. Y bien, ¿cómo ir a esas burbujas? En un mundo de virtuales ventanas -léase güindous- no había pensado en el concepto de auténtica puerta -y el que conlleva, de 'fuera de mi ubicación... real', si se traspasa.

Las dos semanas siguientes Simimáil y Candela diseñaron, juntos pero sin cables revueltos, un programa y un entorno gráfico para que cada uno de los simios presuntamente interconectados pudiera tener y gestionar su propio espacio de expresión y a la vez dejarlo a la vista de los demás e interactuar con ello. A base de gritos simiescos, códigos tonales, gestos propios o comunes, adjuntando imágenes sacadas de otras webs humanas, Simimáil y los demás peludos virtuales realizarían entradas y comentarios en una serie de blogs generados por la mismísima Simisite. Llamaron al sistema... 'La Puerta de los Monarcas Enchufaos' -difícil de transcribir en su jerga, pero en alfabeto latino sonaba algo así como Arj Arj Click Wink Click Jaté!- y en inglés Conected KingKongs' Door.
Muy cachondos, los chimpas.

Había nacido el ciber-ser. El experimento, fnalmente, corroboraba la hipótesis : si tienes la sensación de que lo que piensas lo puede captar por internet gente a la que nunca viste en carne y hueso, no te moverás de tu posición acomodada para discutirlo en un espacio físico común, exterior e impredecible.  Tachán! Éxito total del plan previo y de la prueba de verificación: al cabo de un año, un montón de 'bananalidades' -que así podríamos adaptar o traducir el sentido de lo que ellos llamaban sus Uff Look Look Yep Juash Juash- rebosaban en los listados históricos de todo lo compartido mediante los blogs-puerta de los monarcas-enchufaos.

Los textos de las transcripciones no fueron nunca publicados, ya digo. Total, ¿quién y para qué iba a ponerlo en papel, si estaban pensados para quedarse en el soporte las pantallas y sus web-cams? Vamos, que funcionar funciona, pero todo lo compartido, fuera del hecho de compartirlo a diario y en la distancia, mercado mercado, poco. Además, en los zoos, los kioskos y la biblioteca, al menos de momento, son only for humans. Y a las selvas no vas a enviar revistas, no al menos sin una distribuidora competente, y ninguna abarca tanta provincia africana, que encima son enormes. Ah! y lo más importante : no hay mercado posible porque solamente Simimáil Kundiera lo entendería si se publicara en soporte de papel -negro sobre blanco, que decimos también-. Nada, nada, una tiradita en impresora, en modo borrador y que se lo guarde de recuerdo la doctora. Y a experimentar ahora con el acceso a videos, por ejemplo. La corporación siempre estaba en el pelotón de cabeza del sector. La prueba de las bitácoras estaba testeada ¡A por otra! ¡A ver, otro chimpa de la Academia, ya mismo!

Fue a mediados de 2004, corroborado ya el experimento puertas afuera de la monísima cancha estanca, y viéndose repetido el proceso a gran escala con el boom de los blogs a nivel mundial y a nivel humano -sí, generalmente, aunque haya como blog algunas burradas que...en fin, close tab y a otra cosa...-, pues eso, se produjo lo que era de esperar en la lógica de la industria : Se suspendió el presupuesto del laboratorio, se cerró el chiringo de Simesite y se otorgó una indemnización millonaria a Candela. Sanseacabó. Sin minimizar, directamente close, exit y ...Reset!.

Tras años de vivir en el laboratorio-burbuja, un buen día Simimáil Kundiera despertó de sus sueños offline en una plácida playa fluvial del Danubio. Casi se asustó, pero cuando vió a su lado a la doctora sonriendo tranquila y cómplice, respiró. Levantó la vista hacia el cielo azul, un techo-pantalla que no parecía más peligroso que el de la ¿jaula de oro?. Notó el julio -esta vez se trataba del mes- de la plácida Hungría en su pelaje y, ya reinstalado ante sus pocas tareas vitales, puso cara de primate libre cuando vió que el portátil que recibía los bits de su casco estaba en posición de stand by. Notó un cosquilleo en la nariz, estornudó como un bebé y se acurrucó en la falda de Candela, sin mediar permiso ni protesta.

La prejubilación les cundió mucho a los dos, tanto al animoso Kundiera como a la supuestamente doctora Mirinda. Podían haber sido 'retirados' a lo Blade Runner, pero no : happy ending esta vez. Ahora viven del cuento -de este cuento que os cuento- en una islita unifamiliar de la Polinesia más o menos francesa. Quinta Vagina, creo que se llama, pero ni sale en los mapas. Como Dios, vaya, en todos los sentidos : como Dios viven y como Dios sin salir en Google Maps.

Candela Mira en seguida se diseñó, a medida, un robot muy galán, acolchado y silencioso del tipo Pau Gauguin v.2.1, con aparatos gimnásticos integrados, opciones de chat estético-sensorial avanzado, funciones housekeeper de bajo consumo y ¡ah! eso sí, con acceso premium a páginas de e-mules y con reproductor dolby-surround de dvd's compatible con el monitor de plasma de la salita de estar, para así no perderse los estrenos musicales ni los cinematográficos, de los cuales el buen Gauguin ahora le hace reviews y le aporta infos actualizables. Ella está lejos del registered mundanal ruido, sí, pero al día de todo, vaya. Eh! y con el teléfono de un Pizza Hot más o menos cercano -en helicóptero es un ratito, así que no se enfría nada- para cuando le entra un capricho de prosciuto fresco y cultivado ecológicamente, también. A base de esas llamaditas está aprendiendo el idioma de por allí. Con los repartidores directamente, claro. Faltaría más, no todo va a funcionar por microchips, alguna tiene que ser por propinas. En resumen, un regalo, está hecha la maja Candela. Ya lo era cuando dejó Ses Illes, pero ahora, lo dicho, ella, como Dios.

Y Kundiera, mientras, también tan contento. Se ha arreglado la parte de la azotea con unas rastas que camuflan el injerto, y sólo conecta el casco al notepad muy de vez en cuando para jugar al Tetris -es que le enganchó el vicio y la memoria RAM optimiza sus partidas hasta plusmarcas inimaginables para un jugador humano-. De todas formas, no añora el ratón y la mayor parte del tiempo retoza con una chimpancesa de cuya existencia supo a través de una page picante del Simisite. Ya han tenido dos crías, que evolucionan, al menos de momento, sin nada más en la cabeza que los pájaros que sobrevuelan la isla, pájaros locales también, y también naturales. Naturalmente puede decirse que la familia Kundiera está monísima también.

Candela también se entretiene navegando alguna vez por internet y bromeando en foros de temáticas diletantes pero ¡ah! ...cosa curiosa, después de todo... le ha dado por teclear un blog íntimo, secreto, que almacena en un PDA sin modem ni browser ninguno, ni falta que le hace. Lo guarda en un cajón cerrado cuya llavecita siempre cuelga entre sus mediterráneos -y por el roce ya también pacíficos- senos. Un diario personal como los de antes, vaya. Aún se pregunta cómo es posible, pero quizás por eso lo escribe, precisamente : para comprobar que aún lo es.

Candela sigue tratando a Simimáil y a su familia natural como a monísimos monarcas sin plebe que son, e incluso simula a veces haber recibido un mail de alguno de los otros simios virtuales, aunque Simimáil hace ya tiempo que sospecha. El tiempo le ha dado perspectiva y ya empieza a suponer que todo aquello fue un experimento para comprobar que los homo sapiens internauticus preferimos, como entonces él, las ventanas a las puertas. Y que además, como somos, y a la vez, tan exhibicionistas y tan voyeurs, pues ahora con los blogs, los foros, los skypes, los grupos virtuales y toda la mandanga, estamos, realmente, aún más tiempo encerrados en nuestras satisfactorias banalidades, en vez de salir por la puerta y movernos para cambiar todo el sistema operativo de una puñetera vez. Esa es la paradójica moraleja de este relato que nunca se ha escrito y que además parece no acabar nunca -ya parece como si fuera un file transfer a 56 kb.

Ya casi está.

Simimáil le tecleó, en una puesta de sol, no hace mucho, en un inglés de usuario bastante aceptable algo así como...
.-- "Thanks..iii. arj iii... for the... iii  arj iii... update ... juash iii  'jaté ".

Pau activó su translator :
.-- "Que dice el mono que aquí flota de contento y que eso aún no se ha inventado soporte digital que pueda guardarlo".

Y Candela sentenció : 
.-- "No, si ya..."

Les da un poco igual todo, de todas formas.
Les cundió el mensaje, que es de lo que se trata, ya que, como escribió Milan -sin i- Kundera,  "Einmal ist Keinmal"

"Einmal ist Keinmal"...

"Una vez es nunca"*...

...

..

.

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*Nota de la Wikipedia:
"una vez es nunca", esto es, "lo que sucedió una vez pudo no haber sucedido nunca"). Por lo tanto, cada vida es esencialmente insignificante, cada decisión esencialmente irrelevante. Luego, ya que las decisiones no importan, ellas son leves (ligeras, livianas): no nos atan. Pero al mismo tiempo, la insignificancia de nuestras decisiones (nuestras vidas o nuestro ser) es insoportable.
De ahí la insoportable levedad del ser.
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Escrito por: pakua.2007/01/24 15:01:00 GMT+1
Etiquetas: idiomas artificiales letra-i perspectivas internet caprichos planeta danubio nunca-publicado polinesia | Permalink | Comentarios (6) | Referencias (0)

Comentarios

Comentario primero, a modo de disculpa :
Estoy insoportablemente pesado, ya. Me doy cuen. Voy a ritmo como de tener que ponerle laxante al teclado y soltarme las cagaditas mucho menos compactas. La próxima vez que me salga un cuento tan animal, tan verborrágico, vaya, debería subirlo por capítulos, porque si no, vais a pasar de mí como de largo, y en fin, que no es el plan.
Felicitar desde aquí a todas y todos en esta nuestra comunidad, empezando por el sapiens-sapiens siempre admirable y requeterreleíble maestro que la da nombre, le da punto y le da net.

Escrito por: pakua.2007/01/24 16:06:45.891000 GMT+1
http://www.javierortiz.net/voz/pako

Aquí la cosa está en que Simimáil acaba con la doctora en el Danubio, pero nadie asegura que a nosotros nos vaya a pasar lo mismo...

Pues a mí me ha gustado mucho, lo encuentro de los mejores que has escrito, aunque sí que es cierto que igual hubiera sido mejor en un par de entregas. Pero de verdad, está muy bien. Sigue currándotelo así.

Escrito por: Iñaki.2007/01/24 17:05:20.484000 GMT+1

Lo dicho Pakua,

Es genial!! Espero no tardar más de un mes, en leer otra de tus inspiraciones porque con ésta me he divertido de lo lindo, y eso hoy en día no tiene precio.

 

Escrito por: Marieta.2007/01/24 17:45:51.730000 GMT+1

Iñaki, ya sé, pero eso es lo que tiene 'replicarles' a los de la Tyrell Co.
Y oye, para una vez que me sale un topónimo como el de la islita, no me dejes interruptus en el Danubio, que aún quedaba cinta. Grasias anyway, anyhow, anywhere y grasias por los ánimos a la chica del Maresme. Volviendo a ver la magnitud de la tragedia, ...mmm... creo que mañana tengo que tirar de Bifidus de ciruelas. Si pronto no regulo, malo malo, y lo malo, si leve, dos veces malo. Vendo Opel Corsa. Stop.

Escrito por: pakua.2007/01/25 04:57:40.055000 GMT+1
this one

hola q tal me encantaron tus inspiraciones de veras tienes mucho talento en este tema

Escrito por: dayana.2007/08/27 02:21:41.260000 GMT+2
bla bla bla

Escrito por: .2009/01/31 18:12:22.502000 GMT+1

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