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2022/10/31 23:51:00 GMT+1

Brasil, dividido o compartido

Cuando Stefan Zweig acuñó aquello del "país del futuro" no fue sin motivo. El futuro del mundo puede cambiar a partir de lo que ocurra en cualquier rincón del globo, no hay duda, pero es cierto que Brasil prefigura lo que vamos a ser como planeta en función de cómo se desarrolle su devenir. No solamente por cuestiones medioambientales, también por las posibles vías sociopolíticas. De 2009 es el ensayo MundoBraz (el devenir-mundo de Brasil y el devenir-Brasil del mundo), publicado aquí en la colección Mapas (de TdS). Pues en ese sentido.

Hoy rompo un tabú escribiendo sobre ello. Hace casi doce años mi vida se vinculaba de raiz a ese gran país, o continente o mundo aparte incluso, que es Brasil. Pero cuanto más he aprendido sobre sus tierras y sus gentes, más respeto y prudencia me provoca al ir a escribir sobre ellas. Son tantas cosas, y tan claves, las que se desconocen de Brasil fuera de Brasil, que me cuesta calibrar si lo que puedo dejar escrito se va a entender o no. Por eso aun no lo había intentado nunca en este blog.

Brasil resalta más que cualquier otra región mundial en que todas las facciones del rostro, todos los tonos de piel, todos los apellidos y todos los mestizajes se dan allí. Es un mundo dentro del mundo. Pueden verse allí, literalmente, todo tipo de caras, y no hablo de turistas, sino de habitantes. Primera palabra a comentar, pues: cara. Y es que allí referirse a "un cara" es como aquí decir "un tío": una forma impersonal de referirse a cualquiera. Como esa, hay multitud de palabras que, sin dejar de compartir parte de sus significados con los que tienen en español, pivotan también hacia otros diferentes, según contexto. Y la que me da pie a esta mi primera ugrafía sobre Brasil es, precisamente, la de dividir.

En las portadas y los noticiarios todos se repiten desde hace un mes largo, sin cesar, los mismos adjetivos sobre su situación política: que si profundamente polarizado, fracturado. Es un país dividido... Los resultados de anoche, de más de 60 millones votando a Lula y enfrente 58 millones contra él, abonan esa idea. Ciertamente es una situación frentista. Hay matices geográficos, con el nordeste más proclive a Lula, oriundo de allí, y con más bolsominions el sur y varios estados con intereses en el extractivismo y el agronegocio. Pero en cada ciudad están los dos bloques, con más o menos presencia según el barrio o el día o el azar.

El simplismo informativo puede llevarnos a pensar que el cambio en la presidencia lleva al poder a unos y desaloja a los otros. Ojalá fuera tan sencillo, pero no es así. Pese a ser un sistema presidencialista, también se han votado este mes de octubre la cámara de diputados, el senado y los gobernadores de los 27 estados. Y ahí la ultraderecha ha vencido en muchos aspectos, con lo cual en este su tercer mandato presidencial Lula va a necesitar el apoyo de muchos poderes fácticos. A su favor tiene su bagaje y su coraje pero en contra tiene, como ha tenido siempre, el odio de los supremacistas, filonazis y potentados, y lo más angustiante, el eco de ese odio en enormes masas de población precarizada económicamente que se han empapado de fake news y de sermones pentecostales haciéndolo suyo, cuando es singularmente un odio hacia lo que ellos mismos son. Los analfabetos políticos, léase obreros de derechas. Los hay a millones, pues obviamente lo que no hay en Brasil ni en ningún lugar del mundo es 58 millones de ricos. Como en el resto del mundo, banderas nacionales tapando corrupciones estructurales. En Brasil es quizás donde esa fórmula ha tenido más recorrido. Y lo peor es que aun lo tiene, solamente se ha descabalgado al jinete, pero la burricie sigue desbocada.

Me resulta difícil ceñirme a los nombres de Lula y Bolsonaro. Hay nombres de peligrosísimos ultramontanos de los que no se habla, como Tarcísio Gómes de Freitas, que será gobernador del estado que tiene la tercera parte del PIB, o Damares Alves, que será senadora pese a las barbaridades oligofrénicas que proclama, o Walter Braga Netto, exministro del ejército que ya apunta como posible golpista a la vuelta de la esquina.

También, claro está, hay otros nombres claves que el bolsonarismo empujó a ponerse a favor de Lula tras ser sus rivales durante años, como Geraldo Alckmin, su flamante vicepresidente, que esperemos no haga como el que tuvo Dilma, o como Marina Silva. Y de los desconocidos aquí, pero referentes de las ideas progresistas allí, algunos no han conseguido ganar sus elecciones localmente este octubre, como Fernando Haddad o Ivan Valente, y otros sí han conseguido entrar, como Guilherme Boulos, quizás un segundo Lula, si acaso eso puede darse, que eso seria otra historia.

Quiero explicar eso de la palabra dividir y el por qué lo traigo aquí. Me sorprendió cuando oí ese uso del verbo, allí. Según el contexto, dividir (también) significa compartir. "Dividir um apartamento" es compartir piso; también se puede "dividir um postre" después de un buen almuerzo. Me resultó simpático. Dividir suena un poco negativo aquí, pero positivo allí, pues más que separar se refiere a una forma de sumar, de hacer compartir algún bien. Son esos requiebros de las palabras a los que les tengo tanta afición.

Volviendo a lo político, esta vez bajo el cartel de Lula hubo mucha gente "dividiendo" la tarea de hacer frente al psicópata-misógino-homófobo-neofascista que pretendía seguir de presidente cuatro años más. En la suma necesaria para hacer la piña imprescindible se han tenido que unir siglas como la del centrista PSB y las del PSOL, escisión a la izquierda del PT. Aunque los sistemas y los ciclos electorales son muy distintos, convendría plantearse tales experiencias para frenar la fuerza de las nuevas ultraderechas. Y mejor hacerlo a priori que tener que hacerlo a posteriori.

Acabo ya, que he escrito mucho hoy, pese a ser muy poco en tanto tiempo. Confío en que el mundo siga compartiendo con el pueblo brasileño no solamente el oxígeno de las selvas amazónicas, sino también la esperanza en que administrando contra las desigualdades sociales se progrese adecuadamente.

LuLa

Porque solamente hay dos direcciones: o mejorando la situación de la mayoría o con muy pocos mejorando a costa de que la mayoría empeore. Incluso siendo tan simple, hemos comprobado que cada vez es más fácil engañar a medio país. O a medio continente o a medio mundo.

Compartamos hoy pues la alegría por la justa (en ambos sentidos) victoria de ayer. O, si acaso también, "dividamos a feliz virada de ontem".

 

Escrito por: pakua.2022/10/31 23:51:00 GMT+1
Etiquetas: brasil izquierda palabras internacional perspectivas dicotomías lula sentido 2022rxtos | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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