La tele de Marat

En el diccionario del ridículo,  José María Aznar se ha ganado un puesto de honor. La entrevista concedida al diario chileno El Mercurio nos  muestra a un personaje empeñado en figurar como un  pensador, como un  intelectual. Sin embargo, el pequeño político derrotado, el gigante  resentido, no pasa de ser un fustigador  de chichinabo, un vendedor de humo, un señor endiosado de los pies a la cabeza.

El mequetrefe de bigotín y gesto abrupto recorre el mundo de salón en salón, de conferencia en conferencia, que casi rima con arrogancia, cualidad manifiesta de chemari. En Georgetown debe de haber un grupo de alumnos alucinados, tratando de comprender el silabeo folclórico del ex presidente español. Pero el mérito mayúsculo, de premio, le corresponde al traductor de turno, mártir del lenguaje zarandeado, restaurador de palabras, analista, psicólogo, parasicólogo, exorcista, albañil, zoólogo... Cualquier conocimiento es poco a la hora de traducir a Aznar.  

Ansar dice que escribe libros. Lo cierto es que la gente compra unos panfletos en los que se dice que él es el autor. Ansar se presenta como escritor y profesor de universidad, lo que dice mucho del personaje. Mucho. Ayer, en un diario chileno le daban bolilla, cancha, espacio y, por lo que parece, credibilidad, lo que dice mucho del diario. Mucho. Podría definir la entrevista como jugosa, pero sería más justo y acertado utilizar la palabra "patética".

"Hoy, con más tranquilidad y tiempo que en los ocho años que duró su jefatura de gobierno, el ex líder del Partido Popular lleva su dedo índice hacia su sien y confiesa que está muy contento por dedicarse al mundo de las ideas", escribe la autora de la entrevista. ¡Al mundo de las ideas!  Yo sí que me llevo la mano a la sien. Supongo que más de un lector de la entrevista se habrá llevado  las manos a la cabeza. Los nuevos pensadores lo que se  llevan a las manos  son los cheques que reciben por vender dosis de pensamiento y  cuarto y mitad de liberalismo.

La crédula periodista le preguntaba a Ansar por la derecha chilena, pero el carismático e inolvidable líder espiritual de la rancia derecha española se iba por la tangente, por el seno, y por el coseno. Como el ilustre profesor no tenía ni pajolera idea de qué se cuece en la derecha chilena, se saca de la manga unas respuestas dignas de tebeo o de gag de Los Morancos. No se lo pierdan, no tiene desperdicio:

-Después de 17 años de gobierno de la Concertación, ¿cómo ve a la derecha chilena en la actualidad? ¿Por qué no se ha podido convertir en una opción real de gobierno?

-Yo creo que es una opción real. Una cosa distinta es que no se haya consolidado para llegar al gobierno. La democracia no está basada en la idea de que siempre ganan los mismos; por lo tanto, la derecha chilena tendrá que reflexionar sobre las razones por las cuales no se ha llegado al gobierno.

-¿Pero cómo ve usted a la derecha chilena? ¿Por qué no ha tenido éxito?

-Sinceramente, no me quiero meter mucho en la política chilena, ya tengo bastante con la española. Son los partidos chilenos los que deben reflexionar sobre ello. Y tienen personas capaces, competentes, brillantes.

Pues para no meter la pata, señor Aznar, lo mejor hubiera sido quedarse en casa. Por el bien de sus sufridos estudiantes, por el bien de los españoles, por el bien de la crédula periodista chilena. Pero por encima de todo, por el bien de ese pobre  traductor mártir de Georgetown.