Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

2020/01/18 10:00:00 GMT+1

Óscar Villafañe Merino, doble víctima de ETA

Ayer viernes leí a primera hora de la mañana una entrevista con Ana Iribar, viuda de Gregorio Ordóñez. Pone los pelos de punta. Aparece ahora que se cumplen, el día 23 de enero, 25 años de su asesinato.

Pero ha sido otra la entrevista que me ha llamado más la atención.

La revista Aiurri ha publicado esta semana una larga entrevista con Óscar Villafañe Merino, víctima de ETA por partida doble. El 5 de julio de 1978 asesinaron a su padre Domingo Merino Arévalo en Zarautz. Óscar nació dos meses después, el 19 de septiembre. Años más tarde, el 26 de septiembre de 1993, la víctima fue su abuelo (un padre para él) Juvenal Villafañe García. Tenía 77 años y una bomba le explotó cuando arrancó su coche.

Además de la singularidad arriba mencionada, se juntan dos cosas importantes en esta entrevista.

Óscar apenas ha aparecido en los medios. Concedió una entrevista en octubre de 2017 al Diario de León: «Es duro, pero se aprende a ser duro». Y otra más recientemente a la COPE. Esta es la entrevista más extensa que ha dado hasta ahora y no parece que tenga ningún interés en aparecer más por el momento.

Además, Aiurri es una revista de la comarca. Editada en euskera, con pocos medios, ha seguido durante meses (cuenta Joni Ubeda en este artículo que la primera intentona con la familia fue en noviembre de 2017) y conseguido finalmente que Óscar hablara. Muy buen trabajo de los periodistas Xabier Lasa y Joni Ubeda.

Os dejo con mi traducción. Leedla y reflexionad. Solo quiero mandarle un saludo a Óscar y darle las gracias por contarlo.

Óscar Villafañe. Fotografía del semanario Aiurri

Crédito de la fotografía: Aiurri.

Óscar Villafañe Merino: «La convivencia no está en manos de las instituciones, sino de las personas»

A pesar de la trágica historia que lleva a sus espaldas, hasta ahora ha querido mantener una postura discreta y tener un papel residual como víctima. Sin embargo, esta vez no ha puesto ninguna pega para contar sus vivencias personales al semanario Aiurri. Ha hablado de su padre y de su abuelo, pero también sobre temas que tienen relación con las víctimas, la violencia, la convivencia...

Aiurri: Óscar, estabas en el piso familiar cuando explotó la bomba que mató a tu abuelo debajo de casa. Años más tarde supiste que el padre que no conociste también fue asesinado por ETA. ¿Qué sabes sobre la muerte de tu padre?

Óscar Villafañe: A mi padre lo asesinaron el 5 de julio de 1978, a la 1 de la mañana, en la puerta del Hotel Duque (Zarautz). Venía de Andoain, donde había estado con mi madre. No estaban casados, ni tampoco eran pareja de hecho, y no hay libro de familia ni ningún documento que pruebe que éramos familia. A los ojos del Estado y de la ley de víctimas mi madre no enviudó. Era una mujer soltera que estaba embarazada. No la tomaron como esposa de una persona asesinada. Yo nací poco tiempo después, el 19 de septiembre de 1978.

Identificaron al autor del atentado; era una persona de Errenteria y pasó varios años en la cárcel. Ahora mismo no sé si está en prisión o ya es libre.

Aiurri: Fuiste testigo del asesinato de tu abuelo. ¿Qué es lo que recuerdas?

Óscar Villafañe: Tenía 15 años. Recuerdo la hora perfectamente, así como lo que estaba comiendo: una rebanada de queso con trozos de membrillo. Era 26 de septiembre, jueves, y la bomba explotó a las 17:35 horas.

El abuelo Juvenal tenía la costumbre de aparcar el coche cerca de casa, en la misma calle Escuela en la que vivíamos. Aquel día bajó a Txopera a mover el coche y acercarlo a casa. Perdió la vida y nos salvó a los demás. Porque aquello sucedió un jueves, pero, ¿qué habría pasado si fuera domingo, el día de mi cumpleaños? Quizás habríamos cogido el coche para celebrarlo. En vez de reventar una persona, habríamos reventado todos. ¿Y si hubiera pasado un autobús con críos? ¿O si la bomba hubiera explotado a las 16:40, cuando los niños salían de la Ikastola y de Ondarreta? Habría habido una masacre para matar a un abuelo.

Vivíamos en el tercer piso y la onda expansiva me lanzó al suelo. La rebanada de queso quedó pegada al altavoz del aparato de música. Estuvo allí un mes, porque no tenía ánimo para quitarlo del altavoz. Los cristales de la ventana me saltaron a la cara. Estaba en el suelo y nada más levantarme pregunté por la abuela. Pero viendo que no respondía, me vino a la cabeza la idea de que “ETA había matado a mi abuelo”. Salí corriendo hacia el balcón y lo vi reventado por la bomba. En casa estábamos la abuela, mi madre y la tía Carmen. La tía Blanca estaba en Santander y se enteró de la desgracia en el autobús de vuelta.

No salí de casa, porque tuve un ataque de ansiedad. Vinieron los sanitarios y me dieron dos calmantes.

Aiurri: En las pocas entrevistas que te han hecho, has comentado que el abuelo Juvenal era como un padre para ti...

Óscar Villafañe: Fue muy bueno conmigo. Tenía la ilusión de que yo me sacara el carnet de conducir a los 18 años. Era una persona querida en Andoain. Me viene a la cabeza el funeral en la Iglesia San Martín. Cuando sacaron el féretro de allí, la plaza estaba llena y todos empezaron a aplaudir.

No era una persona que dijera una palabra más alta que otra. Su prioridad era cuidar de la abuela. La quería mucho y se preocupaba de que estuviera bien.

Al quedarme sin padre, el abuelo fue como un padre para mí. Es más, cuando la bomba explotó, podría haber estado yo a su lado. Porque a veces andaba con él. Había dejado la Guardia Civil y ayudaba a muchos vecinos de Andoain a tramitar los permisos de caza y pesca. También los pasaportes. Fueran de donde fueran, todos pasaban por casa. A todos les decía lo mismo: “A mi cuenta, ya iré yo a la Guardia Civil, no te preocupes". Muchas veces iba con él a entregar la documentación a los caseríos y a las sidrerías.

Nació en Mansilla de las Mulas (León) en 1915 y le tocó pelear en el bando franquista. Entonces te tocaba por obligación. En aquella época se acercaban las tropas y te decían: “o te vienes con nosotros o te vas al hoyo”. Actuaron igual en ambos bandos.

Al acabar la guerra se hizo guardia civil. Lo hizo porque estaba en paro. Mi bisabuelo era muy republicano. Lo peor que le pudo pasar fue que sus hijos tuvieron que pelear en el bando franquista.

Según contaban mis tías, el abuelo no era una persona conflictiva. En su carrera policial, solo le vieron pegar a alguien una vez. Le dio un tortazo a un camionero, porque este le pegó una patada al perro de la Guardia Civil.

Tras dejar la Guardia Civil, comenzó a trabajar en la Diputación. Cuando yo nací, en casa había necesidades y fue entonces cuando comenzó a tramitar permisos y pasaportes. Muchos abertzales (nacionalistas vascos) de Andoain acudían a él. Más de uno me reconoció que no esperaban el atentado, que su asesinato les resultaba incomprensible.

Aiurri: ¿Por qué crees que mataron a tu abuelo, una persona de 77 años?

Óscar Villafañe: Creo que lo hicieron por tramitar permisos de caza y pesca para el Estado español y no porque fuera guardia civil. No sé quién pudo ser tan tonto... Sigo sin comprender cuál era el delito de un abuelo de 77 años. Por otra parte, sigo sin entender que las mismas personas que piden beneficios para los presos pusieran bombas.

¿Cuáles eran los criterios que usaban para asesinar? López de Lacalle, por ejemplo, les hacía daño porque contaba verdades. Fueron ellos mismos quienes se ganaron el odio de la gente con aquellos asesinatos tan estúpidos. Puedo comprender levantarse contra el franquismo, por la represión que Franco ejercía. Pero la historia ha de contarse tal y como sucedió, no como le interesa a cada cual. Una vez muerto Franco, ETA mató mucha gente hasta el año 2008. ¿Creían que lograrían la independencia por matar a gente? No, ni los vascos ni los catalanes serán jamás independientes. Porque España no lo aceptará nunca. España ha invertido aquí millones de euros durante 60 años. Euskadi y Cataluña limitan con Europa y no conseguirán la independencia. Además, si tal hecho se diera, Euskadi pondría patas arriba España. España se hundiría. Euskadi no necesita a España, pero España sí: España necesita a Euskadi.

Aiurri: ¿El abuelo mostró en algún momento que pudiera estar amenazado?

Óscar Villafañe: Entonces era demasiado joven para darme cuenta de estas cosas. Le he oído algo a mi tía; dice que notó que el abuelo estaba algo incómodo los días previos. Quizá lo amenazaran. Siempre he pensado que había un chivato alrededor de la calle Escuela. En un espacio muy reducido mataron a López de Lacalle, quemaron el coche de Joseba Pagazaurtundua, varias personas del barrio vivían amenazadas... Demasiada información.

Aiurri: Cuando asesinaron a Juvenal, vivías en el piso de la calle Escuela con tus abuelos, tu madre y dos tías más. ¿Cómo sobrellevásteis aquella pérdida?

Óscar Villafañe: Nos fuimos una semana a Santander para desconectar. Pero la estancia fue un infierno, sobre todo por las noches. Durante los siguientes ocho meses tuve pesadillas con aquella maldita bomba. Por eso todavía es el día en el que no soporto los petardos, me enferman. No porque me den miedo, sino porque cada estallido me recuerda el día en el que mataron a mi abuelo.

Después del atentado, perdí las ganas de seguir estudiando. Se acabó aquello de sacar buenas notas casi sin estudiar. No aprobaba ni gimnasia, porque dejé de ir a clase. No tuve ninguna ayuda en la escuela de Andoain donde estudiaba: me tocó el profesor menos preparado para atender psicológicamente a un adolescente en aquella situación. Tampoco aguantaba a los compañeros abertzales.

Dejé de relacionarme con la mitad de mis amigos, porque cortaron las relaciones que tenían conmigo. Además de perder a un familiar, varios amigos me dieron la espalda. ¡Como si yo fuera un asesino!

Mi abuela murió poco después de enviudar. Mi madre, María Ángeles, falleció en el 2014. Es curioso que consiguiera el reconocimiento como víctima el 26 de enero y muriera el 10 de febrero. Como si dijera: “al final hemos conseguido que nos reconozcan como víctimas y ya me puedo ir tranquila”. Muchas veces creo que ese era su pensamiento. Mi tía Carmen murió un año después. Tomaba pastillas a diario. Ella no manifestaba la rabia que teníamos todos nosotros. Hoy, de toda la familia, solo quedamos mi tía Blanca y yo.

Aiurri: ¿Hablabáis mucho de tu abuelo y de tu padre en casa?

Óscar Villafañe: No hablábamos demasiado. Todos sabíamos qué había pasado. Para mi madre, lo del abuelo fue un segundo golpe. En toda esta historia de violencia, ella fue quien más sufrió; porque le mataron al hombre que amaba y, después, a su padre. Cuando yo era pequeño, ella me dijo que mi padre murió en un accidente. Hizo lo que debe hacer una madre: evitar a su hijo la senda del odio. Si más de una madre abertzale hiciera lo mismo con sus hijos, quizá no habría habido tantos atentados de ETA. En mi opinión, todo proviene del odio generado por la Guerra Civil. Hubo muchos abuelos y abuelas que conocieron la guerra y educaron a sus hijas e hijos en el odio hacia todo lo que tuviera relación con España. Estos hijos hicieron lo mismo con los nietos. Parece que hoy día aquí la cosa se está calmando. Pero en Cataluña parece que vuelven a un ambiente parecido al de Euskadi en 1980. Vuelven a repetir los mismos errores de entonces.

Los detalles del asesinato de mi padre me los dio una hermana suya que vivía en La Rioja. No tuve relación con ella hasta que un día, ya con 20 años, me llamó por teléfono. A pesar de conocer la verdad muy tarde, jamás le eché en cara a mi madre que no me dijera la verdad. Porque sé que lo hizo para protegerme, para no despertar el odio en mí. Porque no se le puede decir a un niño de cinco años que ETA asesinó a su padre. Es como fabricar una bomba y no sabes cómo será a los 18. No sé, puede que tome una pistola y entre en la Herriko taberna. O se haga guardia civil para tener poder con esa placa y le destroce la vida a cualquiera.

El odio que yo pueda tener no es contra los abertzales. Tengo ahí amistades de toda la vida, pero con ellos no hablo nunca de política. Odio a quienes mataron a mi padre y a mi abuelo. No los perdono y no les acepto el perdón.

Aiurri: Tras todo lo sucedido, ¿pensaste en algún momento abandonar Andoain?

Óscar Villafañe: Con los años me he curtido. Aquí hay dos opciones: marcharse, irse... o si te quedas aquí, te curtes. La vida me ha enseñado a tirar para adelante y no depender de nadie.

Recuerdo ir a por el coche y, como me venía a la cabeza, dejar caer las llaves al suelo para mirar debajo del vehículo. No era algo habitual, pero sí que lo hice cinco o seis veces. Pensaba: “Mataron a mi padre, también a mi abuelo... ¿Por qué no van a venir a por mí?”. Esos anormales no necesitaban ningún pretexto, bastaba con ser hijo de una víctima.

Ha habido temporadas en las que he estado fuera de Andoain, pero no por el terrorismo, sino por trabajo. Mi mujer es cubana y quizás nos vayamos un día a Cuba para buscarnos la vida montando un pequeño negocio.

Aiurri: ¿Cuál es tu opinión sobre los planes de convivencia y los encuentros entre víctimas diferentes? Son promovidos por las instituciones, entre ellos el propio Ayuntamiento de Andoain. Por ejemplo, aquí se publicó en diciembre de 2018 el informe "Hacia una memoria compartida".

Óscar Villafañe: No es una cuestión institucional. ¿Nos obligarán a ser amables? El que es un español tonto y cerrado se atrincherará en su postura y lo mismo hará el abertzale que piense que España nos roba, que es una mierda y matar está bien.

Yo tengo un problema con quien le puso la bomba a mi abuelo y también con quien disparó contra mi padre. No tengo problemas con el resto de abertzales. En Andoain tengo muchas amistades  que son abertzales y llevamos toda la vida viviendo en el mismo pueblo. Hay que aceptar que hay que convivir con todos ellos. Quizás algunos deban aceptar que aquí hay personas que no están de acuerdo con la independencia de Euskadi y que no les gusta la vida tal y como la entienden los nacionalistas vascos.

La convivencia no está en manos de las instituciones, sino de la gente. Y a pesar de esto, serán necesarias dos generaciones. Porque los de mi generación lo hemos pasado mal, hemos sufrido, y eso no se olvida. Si les enseñamos a las siguientes generaciones a no vivir con ese desprecio, podrá mejorar la convivencia.

Aiurri: ¿Cuál ha sido la respuesta institucional que como víctimas habéis recibido?

Óscar Villafañe: No estoy nada contento con el Estado español, no tengo palabras de agradecimiento. Por eso no acudo a los homenajes organizados por el Estado español o el Gobierno Vasco. Me he sentido despreciado durante muchos años. No deseo los falsos mensajes de ánimo cada cuatro años, porque luego se pone en marcha la maquinaria burocrática y no te dan nada.

Sí que acudo a los homenajes organizados por la Guardia Civil o COVITE. Sé que, al citar a la Guardia Civil, más de uno se sentirá molesto, pero es la única institución que nos ha ayudado de verdad.

Con motivo del 25 aniversario del asesinato de mi abuelo, hubo un acto de homenaje en Andoain y quiero ser agradecido. Sobre todo con las personas que estuvieron cerca de nosotros. Entre ellos, quisiera destacar a Mikel Arregi, José Luis Vela y Maider Lainez (nota de edición: son o han sido concejales del Ayuntamiento, el primero por el PNV, los dos restantes por el PSOE. Lainez es la actual alcaldesa).

El reconocimiento como víctima de ETA lo conseguí a los 36 años, por ser hijo de una persona asesinada. Y lo logré tras llevar mi caso a los tribunales. Tuve que presentar pruebas que demostraran que era hijo de Domingo Merino porque mis padres no estaban casados. En el caso de mi abuelo, no me reconocen como víctima porque entre ambos hay una generación. Porque soy su nieto. Oirás continuamente a las instituciones decir que están trabajando a favor de las víctimas... ¡pero eso es mentira!

Escrito por: iturri.2020/01/18 10:00:00 GMT+1
Etiquetas: víctimas aiurri oscar_villafañe traducciones euskal_herria andoain | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

Comentar





Por favor responde a esta pregunta para añadir tu comentario
Color del caballo blanco de Santiago? (todo en minúsculas)