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1994/04/01 07:00:00 GMT+1

¿Y qué tiene él que no tengamos nosotros ya?

Al final, está visto que todos examinamos la realidad con la esperanza de que se atenga a nuestras ideas previas -o sea, y literalmente: a nuestros pre-juicios-, deseando que se muestre a la altura de nuestras filias y nuestras fobias.

Un ejemplo llamativo de ello lo acaba de dar Octavio Paz. Según el ya octogenario escritor, buena parte de la culpa de los males que está sufriendo México -y pone como ejemplo la revuelta de Chiapas- la tienen «los excesos de los columnistas».

Escribía ayer Fernando Savater que las tomas de postura de Paz le resultan invariablemente «tónicas». Ésta en concreto habrá de considerarla más bien «gin-tónica», a la vista de su carácter mareante.

Pero en realidad no es tan disparatada como parece. Es decir, lo es como análisis de la realidad mexicana, pero no como autorretrato del propio Paz. El vetusto escritor ha reflejado muy bien y en muy pocas palabras el inmenso y reverencial respeto que siente por el orden establecido -establecido por la mafia del PRI-, la repugnancia que le producen quienes osan levantarse contra él y el peligro que ve en quienes se atreven a escribir que es bueno rebelarse contra la tiranía.

A escala, algo de eso mismo está ocurriendo aquí con el análisis de la reciente victoria electoral de Silvio Berlusconi. Forman legión en España los analistas que, en lugar de examinar el hecho para comprender qué hay en él de generalizable y qué de específico, qué de anuncio de lo que va a venir y qué de eco de lo que se va, qué de coyuntural y qué de sólido, se limitan a tomarlo como pretexto para largarnos la misma vieja mercancía ideológica de siempre.

Tómese por ejemplo a cuantos están empeñados en no ver en el triunfo de Berlusconi sino la amenaza de «la vuelta del fascismo». ¿Existe realmente el peligro de que el éxito de ese magnate/mangante abra paso a la instauración en Italia de un régimen de partido único, basado en la represión policial de toda forma de oposición? ¿Tendría cabida un régimen así en la Europa de hoy? Me parece altamente improbable. Pero hablar de ello viene bien aquí a todos aquellos -ay, Saavedra- que tratan de asustar al electorado local, dándole a entender que, para no precipitarse hacia ese abismo, más vale seguir diciendo amén al corrupto conocido que nos protege del demagogo por conocer.

Falsa opción, porque lo que tenemos nosotros es un régimen que compatibiliza corrupción y demagogia. Berlusconi no ha inventado nada que no hayamos experimentado aquí en nuestras propias carnes. ¿Que ha abusado del poder de la televisión para atraer el voto de los sectores más atrasados de la población? Que me cuenten a qué se dedican Jordi García Candau y María Antonia Iglesias cuando tenemos elecciones. ¿Que su plataforma electoral no ha sido sino una suma de palabras altisonantes, vacías de contenido? Que me expliquen qué tienen que envidiar los lemas de Berlusconi a los de González, con la «renovación», la «modernidad» y «el cambio del cambio» en primera línea. ¿Que lo de Berlusconi no es propiamente un partido, sino un tinglado hecho a la medida del líder? Ya, ¿y en qué va camino de convertirse el PSOE? ¿Que el jefe de Forza Italia se ha aliado con los de la Lega Norte y los fascistas light de la Alianza Nacional no porque coincida programáticamente con ellos, sino tan sólo para encaramarse a la jefatura del Gobierno? Pues no seré yo quien diga que González ha buscado a Pujol por razones muy diferentes.

Lo más temible de Berlusconi no está en lo que aporta de nuevo y desconocido, sino en todo lo mucho que arrastra de las trampas y marrullerías de la vecchia repùbblica. El aprendió la mayoría de esas trampas -incluida la demagogia anticomunista- de su amigo y protector Bettino Craxi. González también.

Javier Ortiz. El Mundo (1 de abril de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 31 de marzo de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/04/01 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: españa 1994 fernando_savater méxico italia craxi octavio_paz berlusconi el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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