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2001/01/25 06:00:00 GMT+1

...Y además, cobarde

Cuentan las crónicas llegadas de Chile que Augusto Pinochet ha negado ante el juez Guzmán cualquier relación con los crímenes cometidos durante su mandato. Dicen que el viejo dictador «hizo recaer toda la responsabilidad sobre sus subordinados».

Pinochet ha demostrado que, además de todo lo que ya sabíamos de él, es también un cobarde.

El código de conducta militar tiene aspectos decididamente ridículos: por ejemplo, la exaltación del honor hasta límites decididamente grotescos. Pero incluye un principio que es común a casi todas las deontologías: alguien que se encuentra al mando jamás debe escudarse en quienes están a sus órdenes.

Por funcionar, ese principio funciona incluso en una profesión tan poco escrupulosa como la mía. Todo jefe de sección de un periódico sabe que, si alguien de su equipo mete el cuezo, él debe apencar con la bronca, incluso aunque la pifia se haya producido en su ausencia. «Eso va en el sueldo», se suele argüir.

Los golpistas del 23-F se atuvieron estrictamente a ese principio. Miláns del Bosch y Tejero asumieron las derivaciones jurídicas de su conducta y trataron de exculpar a sus subordinados, alegando que habían actuado por «obediencia debida».

Muchos restamos importancia al gesto. «¡Qué menos!», nos dijimos.

Pero vinieron luego los juicios por los crímenes de los GAL y comprobamos que era perfectamente posible descender mucho más en la escala de la ignominia. González, Barrionuevo, Vera...: todos los jefes se dedicaron a lavarse las manos y a rebotar las culpas hacia abajo. Puestos a escabullirse, ni siquiera tuvieron la elemental vergüenza de admitir su responsabilidad in vigilando, es decir, el tanto de culpa que se deriva del hecho de no haber sabido vigilar lo que realmente estaban haciendo quienes se hallaban a sus órdenes. Se comportaron como unos perfectos cobardes.

Igual que Pinochet, al que no le importa presentarse como un imbécil que no se enteraba de lo que estaba ocurriendo delante de sus narices con tal de no asumir lo que todo el mundo sabe que fue cosa suya. Imbécil o loco: todo le da lo mismo, si con eso consigue escurrir el bulto.

Ahora ya sabemos algo más de él: que no sólo es un asesino, sino también un patético mequetrefe.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (25 de enero de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de abril de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/01/25 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: diario 2001 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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