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1991/09/26 07:00:00 GMT+2

Wojtyla

El chorreo que el Papa Karol Wojtyla nos echó el otro día es de los que hacen época. Según él, últimamente hemos caído víctimas de un complejo aberrante de amplio espectro que nos ha transformado en una banda de borrachuzos, drogotas, descreídos, solterófilos, divorcistas, licenciosos, hedonistas, economicistas (sic) y violentos. Lo dijo urbi et orbi: somos la tira de neo-paganos.

La cosa no acaba ahí. Resulta tan total nuestro afán por atesorar la gama entera de las humanas miserias morales que -cuando el ateísmo, el sexo y las drogas nos dejan algo de tiempo, supongo- parece que también nos entregamos en cuerpo y alma a la manipulación genética. Qué bestias.

Oído el mensaje papal, enseguida nos hemos liado todos a debatir sobre él. En el bando pro-wojtylista se han integrado, amén -ay- de sus incondicionales, varios cristianos progresistas y un puñado de ateos regeneracionistas. Reconocen que el sucesor de Pedro ha exagerado un poco, sin duda; pero tiene razón, según ellos, en lo fundamental, esto es, en su denuncia del proceso degenerativo de nuestra sociedad, atacada por una peligrosísima falta de valores espirituales y entregada al culto de los bienes materiales. Julio Anguita, con esa finura tan suya, lo ha expresado tal que así: «Me congratula que el Papa se haya inspirado en los documentos de Izquierda Unida».

Lo que es a mí, la lectura de la transcripción del discurso del Papa me produjo una reacción bastante menos amistosa, incluidos esos pasajes que Anguita acoge con tanto alborozo.

¿Razones de mi oposición? Me conformaré aquí con tres.

Primera, con dedicatoria especial para Anguita: si el Papa habla de nuestra presente degeneración es porque la situación moral en la que nos encontrábamos antes le parece que era mejor. Así de sencillo.

Segunda: cuando el Papa mete en el mismo saco consumismo y libertad sexual, injusticia social y aborto, reparto desigual de la riqueza y control de natalidad, no incurre en ningún exceso más o menos accidental; él se limita a transmitirnos con franca fidelidad su concepción del mundo, tal cual. No cabe separar unos factores de otros sin traicionar su pensamiento.

La tercera y principal razón de mi oposición al mensaje papal apunta a su hilo conductor mismo. Lean el discurso con atención y verán cómo, para él, todas las aberraciones humanas proceden de una misma e inevitable fuente: el desvaimiento de la fe católica. Si España va de mal en peor -él así parece creerlo- no es por estas o aquellas razones de raíz social, política o económica: es porque está dejando de lado la fe católica, y punto. El pensamiento papal se asienta, en efecto, en una inconfesa dicotomía reductivista: catolicismo o barbarie.

Me ofende esa identificación de lo nocatólico con lo aberrante. Casi tanto como la identificación de lo católico con lo noaberrante.

Javier Ortiz. El Mundo (26 de septiembre de 1991). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de octubre de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1991/09/26 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: 1991 iglesia preantología anguita el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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