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2003/08/28 06:00:00 GMT+2

Vaya un epitafio

Resulta que el general José Antonio Sáez de Santa María, que se estaba muriendo de cáncer y lo sabía, decidió conceder una larga entrevista a Canal + para que se emitiera después de su muerte. El ex director general de la Guardia Civil murió el pasado lunes y Canal + difundió el programa ayer por la tarde. A las 19:15, exactamente.

Estoy seguro de que no fue casual la elección de una hora de audiencia tan floja para la emisión de unas declaraciones como ésas, que presentaban el  morbo añadido de lo póstumo. En chez Polanco tienen el suficiente olfato periodístico como para saber de sobra cuándo cuentan con un buen material y cuando no.

Éste, decididamente, era muy flojo.

Me senté ante la televisión a la hora en punto, folios y bolígrafo por delante, y –oh decepción–me quedé compuesto y sin noticia. Con un pie en la tumba y otro en Canal +, el general Sáez de Santa María no tenía nada que decir que no hubiera contado ya en varias docenas de ocasiones. Sólo que, al soltarlo de viva voz, sin el aderezo escrito de la prensa, quedaba peor. Más deslucido.

El Sáez de Santa María que conocimos en 1977 no era un militarote franquista. Entiéndaseme: no digo que antes de 1977 fuera antifranquista, ni tampoco que después de 1977 no fuera militarote. Era un militarote que fue formalmente franquista mientras mandó Franco y que, una vez muerto el dictador, se reconvirtió –como el propio régimen– a las nuevas circunstancias, mayormente porque los responsables de las nuevas circunstancias le concedieron promoción y cargos.

La entrevista de ayer no ofreció duda acerca de la levedad de la adhesión del personaje a los principios del Estado de Derecho. Insistió no menos de cuatro o cinco veces en que al terrorismo no se le puede combatir sin echar mano de métodos ilegales. Dijo que él no se declaraba partidario de la guerra sucia, pero sólo porque negaba que existieran diferentes tipos de guerra. «Ninguna guerra es limpia», dijo, y se quedó con una sonrisa maliciosa en los labios, satisfecho de su presunta astucia, haciendo como si no supiera que también las guerras tienen sus leyes, sus prohibiciones y sus límites.

Así las cosas, supongo que nadie se sorprendería de que acto seguido manifestara su fervor total por Felipe González y por Rafael Vera.

De cualquier forma, todas esas veleidades suyas eran ya sabidas. A mí, lo único que me llamó la atención del ex jefe de la Guerra del Norte fue su carácter rijoso, superior al que le atribuía (que no era poco).

Me resultó más que desagradable oírle justificar oblicuamente su fama de putero apelando a que, como no fumaba y no bebía, en algo tenía que «concentrar todo» (sic). Igual que cuando pretendió que, para definir a Pedro J. Ramírez, «con recordar el corpiño está ya todo dicho».

Tuvo un momento realmente estelar, de autodefinición plena. Le pidió la entrevistadora en off, ya al final, que manifestara un deseo para el futuro de la Humanidad. Y entonces él, como buen topiquero, empezó a hablar de la concordia universal, y de lo mucho que le gustaría que España alcanzara las cotas de convivencia más elevadas... «aunque –añadió– incluso en los países más civilizados salen problemas... no sé... como lo de Monica Lewinsky...».

¡Literal!

Él era así.

En este país no se tolera que se hable mal de los muertos.

No se me podrá hacer ese reproche a mí. Nótese que sólo he hablado mal del vivo. Del muerto –cuya característica principal es el hecho mismo de que está muerto– sólo se me ocurren alabanzas.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (28 de agosto de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/08/28 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: 2003 sáez_de_santa_maría muerte apuntes | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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