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2003/10/29 07:00:00 GMT+2

Un pueblo que no es un pueblo

Arrasa la moda marcada por Pilar del Castillo. Ella demostró que para poner a caldo una película no hace ninguna falta haberla visto; que basta con fiarse de lo que dicen otros.

Ateniéndose sin duda al ejemplo de tan alta desenvoltura, son legión los que están poniendo a parir el plan Ibarretxe sin haberse tomado el trabajo de leerlo. Reconocen con toda naturalidad que hablan de oídas. «Sin complejos», como dicen ahora. En realidad, ¿para qué iban a leerlo? De hacerlo, lo mismo se enteraban de que no es un plan secesionista, que se plantea como una propuesta de partida, abierta a la discusión, y que, en todo caso, aspira a progresar siguiendo las vías de reforma del Estatuto previstas en el propio Estatuto. Prefieren no enterarse de esas cosas: podrían perder las ganas de hacer vudú con Ibarretxe, y de eso al diálogo (¡cielos: diálogo, qué horror!) sólo habría un paso.

Me deja atónito el empeño que ponen tantos y tantos en argumentar que la puesta en práctica del plan Ibarretxe llevaría al enfrentamiento entre «las dos mitades» en que se divide el pueblo vasco, porque implicaría que «una mitad» impondría sus particulares designios a «la otra mitad».

Es absurdo que insistan tanto en ello. Primero, porque ese argumento se basa en premisas no constatables. Y segundo, porque no tiene la menor trascendencia de cara al reforzamiento de sus posiciones.

En efecto, y como ya he señalado en alguna otra ocasión, no existen datos que permitan sostener la tesis de que el pueblo vasco está dividido a efectos políticos en «dos mitades casi iguales», como se dice con harta frecuencia. La constatación de los resultados electorales de los últimos años indica que los partidos favorables al derecho de autodeterminación reciben el apoyo de cerca del 60% de los votantes, en tanto los partidos hostiles a ese derecho apenas superan el 40%. Eso si nos referimos a los votantes. Porque, de hacerlo con respecto a la totalidad del censo electoral, los porcentajes de los unos y los otros son bastante inferiores, incluso en las elecciones de mayor participación, como las de 2001: 45,5% para los primeros, 32% para los segundos.

Cabe objetar que nunca se ha votado con el derecho de autodeterminación como asunto en discordia, lo cual es cierto. Pero no veo que haya otro modo de saber exactamente lo que piensa al respecto el pueblo vasco que preguntándoselo.

Y ahí es donde nos topamos con la madre del cordero. Porque lo que sostienen quienes rechazan la autodeterminación es, lisa y llanamente, que los vascos no tienen derecho a decidir su propio futuro. Ni por mayoría ni por minoría. El principio del que parten es que, para decidir qué se hace en Euskadi, vale lo mismo lo que piense un ceutí, un ilicitano, un mindoniense o un donostiarra. O sea, que el pueblo vasco, como tal pueblo, carece de derechos.

Es un punto de vista. Ya sólo les queda conseguir que los vascos lo acepten.

Javier Ortiz. El Mundo (29 de octubre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de abril de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/10/29 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: el_mundo autodeterminación 2003 euskal_herria españa ibarretxe plan_ibarretxe euskadi | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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