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2000/03/08 07:00:00 GMT+1

Un problema de educación

Se indignan: pero ¿cómo puede ser que, después de todo lo que hicieron durante 13 años los mandamases del PSOE -crimen de Estado, corrupción a espuertas-, haya todavía tanta gente dispuesta a darles su voto?

«¡Qué pronto y con qué facilidad se olvidan los españoles de todo!», se me queja un amigo.

«Te equivocas», le contesto. «No se han olvidado. Sencillamente, no les parece tan importante. Están acostumbrados a dejarlo pasar. ¿Asesinatos? ¿Robo? Cosas que ocurren. Ya se sabe cómo es la política. ¡Pelillos a la mar!».

¡Con cuánta razón -por más que involuntaria- llamó Aznar a lo suyo «la segunda Transición»! La primera ya se basó en un gran ejercicio de perdón y tabla rasa. La clase política decidió que no había que pedir cuentas por los crímenes del franquismo. Sus responsables ni siquiera fueron condenados al ostracismo: se les permitió entrar en la democracia parlamentaria por la puerta grande. Como a demócratas de toda la vida.

Se hizo entonces un formidable esfuerzo propagandístico para convencer a la población de que exigir que se aplicara la ley a los que hicieron de todo durante la dictadura era un prurito radical, absurdo y pernicioso. Su esfuerzo alcanzó un éxito rotundo: gracias a él, la inmensa mayoría de los españoles se habituó a conceder un peso ínfimo -o nulo- a las consideraciones éticas a la hora de evaluar la labor política. De modo que hacen legión los que se limitan a aplicar en el presente lo que se le enseñó en el pasado. ¿Por qué habrían de mirar con peores ojos a Rubalcaba que a Martín Villa? ¿A cuento de qué han de repudiar que González sea diputado por Sevilla y admitir a cambio que Fraga sea presidente vitalicio de Galicia?

«Son diferentes circunstancias. No cabe comparar la España de 1977 con la de 1996, y aún menos con la del 2000», responderán algunos. Pero los imperativos éticos se caracterizan precisamente por su validez universal. A esos efectos, da lo mismo el 77 que el 2000. Solo apelando a las conveniencias y dándoles prioridad sobre la moral se puede pretender que en 1977 era bueno limpiarse el trasero con la ética, pero que ahora eso es ya inaceptable. Intente probar quien así piense que a los franquistas había que perdonarles todo, pero que a los felipistas no hay que pasarles ni una. A ver si lo logra.

Hay dos tipos de oponentes a la amnesia del felipismo. Estamos, de un lado, quienes siempre nos hemos negado a hacer borrón y cuenta nueva con los gobernantes indignos. Con todos. Y están, del otro, los que niegan el pan y la sal a los felipistas por una sola razón: porque son felipistas.

Javier Ortiz. El Mundo (8 de marzo de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de marzo de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2000/03/08 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: martín_villa el_mundo felipismo fraga aznarismo 2000 felipe_gonzález rubalcaba psoe aznar | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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