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1996/01/20 07:00:00 GMT+1

Un novio burgués

Desde sus años más mozos, Luis Ramón de Argensola fue un perfecto burgués. Muy burgués y muy conservador.

Sus amigos no. Ellos, aunque también de familias acomodadas, fueron más modernos. Incluso un poquitín bohemios. Uno hubo que hasta marchó a estudiar a París, y otro que pasó todo un verano en Londres viviendo en un edificio de okupas. Luis Ramón, sin embargo, ejerció de burgués desde casi niño. «Como Dios manda», decía.

Luis Ramón estudió Derecho y Económicas. Afirmaba que esas dos disciplinas son el sustento mismo de la sociedad, y que, si llegaba a dominar ambas, estaría en las mejores condiciones para afrontar cualquier problema que la vida le pudiera plantear.

La primera vez que afirmó esto, los amigos se lo tomaron a broma:

-¿También los problemas del amor? -le preguntaron.

-Los del amor no por completo -reconoció-. Según mis cálculos, sólo el 70% del amor depende del Derecho y la Economía.

Contaba Luis Ramón 26 años cuando conoció a Esmeralda. Esmeralda no era de tan alto rango social como él pero, a cambio, poseía una belleza extraordinaria. De modales comedidos, hablaba quedo, sonreía con dulzura y vestía con discreta elegancia.

Adornada por tantas virtudes, la muchacha tenía un buen número de pretendientes, como es lógico. A Luis Ramón le tocó competir en particular con un mocetón de buen ver, desaliñado y fantasioso, que perseguía de continuo a la bella Esmeralda y le escribía lánguidos poemas en los que la pintaba como compañera de viajes perpetuos en busca de paraísos perdidos.

Para desbancar a este buen mozo se vio obligado Luis Ramón a poner en juego, amén de todos sus atractivos, fuertes sumas de dinero -llenó a Esmeralda de atenciones y regalos- e incluso, según se dijo, algunas de sus influencias más dudosas (se llegó a comentar que el pretendiente poeta sólo desistió de sus amores después de que un grupo de hampones le planteara algunas advertencias inequívocas).

Después de eso, Luis Ramón se casó con Esmeralda. Pero la unión, que se esperaba venturosa, resultó un completo infierno para la bella esposa. Luis Ramón la maltrataba, se dirigía a ella en tono despectivo, no le daba dinero casi ni para comer y, en alguna ocasión, llegó incluso a levantarle la mano.

«¿Qué ha pasado?», se decían los amigos, sorprendidos.

Había pasado que, mientras no tuvo esposa y se sintió forzado a competir para conseguirla, Luis Ramón cuidó de sí mismo y de sus maneras. Pero, así que se quedó sin rivales, amo y señor, pasó a mostrar su verdadero rostro.

Y es que, como ya dije al comienzo, Luis Ramón fue desde sus años más mozos un perfecto burgués. Adicto a la Economía y el Derecho, actuó según el modelo del capitalismo mundial: dejó de ser pulcro y de mostrarse amable en cuanto se quedó sin competencia.

El «sí» de Esmeralda fue su Muro de Berlín particular.

Javier Ortiz. El Mundo (20 de enero de 1996). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de enero de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1996/01/20 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: machismo feminismo el_mundo preantología 1996 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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