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1999/04/28 07:00:00 GMT+2

Recogida de cadáveres

Escribía el lunes Francisco Umbral sobre la acusación de venalidad que IU ha dirigido a los jefes de la funeraria de Madrid.

Hace ya años que vengo reflexionando sobre los aspectos colaterales de la muerte. Sobre la muerte como rito, por ejemplo. Y como negocio.

Me pregunto, para empezar, por qué narices quienes no creemos en el más allá compartimos con los creyentes su respeto ceremonial por los cadáveres. Despojados de nuestra capacidad de razonar y sentir, debería importarnos menos que nada qué pudieran hacer con nuestros despojos.

Algunos creen que se alejan del rito religioso nada más que por pedir que, en vez de meterlos en una caja de madera y enterrarlos, los convirtamos en ceniza, nos las llevemos aquí o allá y las lancemos al viento. Les parece muy poético. En realidad, suele acabar siendo una guarrada: a menudo -me consta-, el viento pone a todos los asistentes perdidos de muerto. Tengo a mi lado a una persona empeñada en que, cuando muera, sus cenizas sean arrojadas en un acantilado de Irlanda. ¡Toma ya, con turismo y todo! Eso no es una última voluntad: es una faena.

Siento verdadera aversión por el negocio mortuorio. Empiezo por no soportar los nombrecitos que se ponen las empresas del ramo: El Ocaso, La Propicia, El Buen Reposo... En Alicante me topé con una llamada La Siempre Viva. Me pareció recochineo.

Me producen repelús también sus folletos. Se te muere alguien y enseguida aparece un señor de aire vagamente compungido que te saca un gran libro de muestras y, tal cual si te estuviera dando a elegir el papel pintado para el salón de casa, empieza a mostrarte ataúdes: «Este es de madera de caoba, precioso, con un gran Cristo dorado encima; éste otro, también muy, muy elegante...».

Vas tú y empiezas a centrarte en la gama baja del muestrario, a la vista de los precios, y él entonces te mira con cara de franco reproche, como diciéndote: «Está claro que no lo queríais mucho».

Es un suplicio.

La única alternativa real al negocio mortuorio pasa porque los ateos, agnósticos y demás descreídos nos unamos y exijamos la creación de servicios municipales de recogida de cadáveres. ¿Que te mueres? Pues, nada: te envuelven en una bolsa de plástico grande, vienen los de la recogida de muertos y te llevan a donde les dé la gana. Al incinerador municipal, si les da la gana.

En todo caso, a cargo de los impuestos locales. Como otra modalidad de recogida de basuras, que es a fin de cuentas lo que viene a ser.

Javier Ortiz. El Mundo (28 de abril de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de mayo de 2013.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1999/04/28 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: jor el_mundo 1999 umbral preantología muerte | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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