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1997/03/26 07:00:00 GMT+2

Recogedores de firmas

Se me ocurre un puñado de hipótesis para explicar las razones por las que diversos reputados intelectuales de varios continentes han podido decidir que era oportuno y necesario rubricar su solidaridad con Polanco y Cebrián, «objeto» (sic) de una campaña de descrédito. Me quedaré con la más favorable de esas hipótesis: daré por supuesto que esos intelectuales han estudiado a fondo el asunto y han llegado a la conclusión de que ambos personajes son los máximos adalides de la libertad de expresión en España, razón por la cual sus negocios multimedia deben gozar de la consideración de intangibles. Vale.

Soy también capaz de imaginar sin gran esfuerzo qué concretísimos intereses materiales pueden empujar a personajes como Gloria Estefan, Julio Iglesias, Los Del Río, Azúcar Moreno, Víctor Belén, Ana Manuel y otros Ludwig van y vienen de los top ten a arribar, sin necesidad de mucho discurrir, a la misma posición pública que el puñado de reputados intelectuales de renombre mundial aludidos supra. Pero me libraré de achacarles mezquindad alguna. No mezclaré Los 40 Principales con lo que puede ser una desinteresada apuesta por la libertad, digitalizada por Polanco. Sea también.

Reconozco que tampoco ando falto de sospechas cuando veo con qué entusiasmo algunos escritores de cuya lucidez no tengo duda -lo que no mejora en nada el asunto, a decir verdad- se precipitan por la vía del homenaje a Polanco. También esas sospechas las desterraré. Renunciaré a pensar que hayan tomado partido en virtud de sus apetencias editoriales o de sus urgencias promocionales. Daré por hecho que ni siquiera se les ha ocurrido que desatender el toque a rebato del polanquismo pudiera perjudicarles en su fama y en su hacienda. Convendré en que, si escritores como Manuel Vázquez Montalbán o Angel González -por Dios: ¿también Angel González?- apoyan a Polanco, es porque ven en él la clave para que los sin voz puedan tener voz el día de mañana.

Estoy dispuesto a tragar por todo eso. Y aún más, si se tercia.

Pero lo que no puedo tragar de ningún modo, lo que me parece indigerible, es que gentes que se proclaman de izquierdas se hayan dedicado en cuerpo y alma -me consta que lo han hecho- a reclutar firmas a favor de su patrón. Me da igual que crean que Polanco tiene razón en este caso. Es lo de menos. Lo de más es que no se puede ir por la vida de crítico del orden social y actuar en la práctica como un pelota. Es cosa de principios éticos. Pero no sólo. También es cuestión de elementalísima estética: resulta grotesco andar por ahí dándoselas de rebelde y comportarse luego como comisario político del jefe.

He escrito ya hace tiempo cuán distante me siento, en términos ideológicos, de la pugna empresarial por la televisión de pago: es obvio que ésa no es una pelea por el qué, sino por el quién.

Comprendo que hay que comer, y que a todo el mundo le hace falta que algún quién le pague la comida. Pero conviene distinguir entre la gastronomía y la coprofagia.

Javier Ortiz. El Mundo (26 de marzo de 1997). Subido a "Desde Jamaica" el 2 de abril de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1997/03/26 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: periodismo el_mundo 1997 cebrián vázquez_montalbán polanco preantología intelectuales ángel_gonzález prisa | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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