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2002/05/13 06:00:00 GMT+2

Rajoy y el «tonto del culo»

No se ha comentado demasiado el incidente, aunque lo merecía. Sucedió en la conferencia de prensa posterior al último Consejo de Ministros. Un periodista dirigió dos preguntas al titular de Interior, Mariano Rajoy. Y los micrófonos captaron que, al final de su intervención, ya de por sí desabrida, el ministro, dirigiéndose a su colega Pilar del Castillo, susurró, en referencia al periodista: «Éste es tonto del culo».

La intemperancia y la grosería hubieran estado de más en cualquier caso. Pero conviene que el personal sepa que la reacción del señor Rajoy vino motivada por el hecho de que el periodista le hizo dos preguntas sobre sendos asuntos acerca de los cuales el ministro o no tenía ni pajolera idea o no sabía qué contestar. Ambos referidos a cuestiones de Canarias. La primera pregunta se refirió a un acuerdo que el Gobierno de las islas ha alcanzado con los Cabildos para la acogida de inmigrantes menores de edad (un asunto cuya importancia ha quedado suficientemente subrayada por los posteriores acontecimientos de Melilla). El ministro desconocía la existencia del acuerdo, y el periodista se lo tuvo que explicar, cosa que, por lo visto, no le hizo la menor gracia. La otra pregunta aludió a las quejas que se oían en Tenerife porque, hasta el momento, más de un mes después de la riada que asoló Santa Cruz y que destrozó un centenar de viviendas, sólo diez familias habían sido realojadas, pese a las promesas oficiales.

Así que, de «tonto del culo», nada. Si el ministro no está informado de las cuestiones propias de su departamento, o si demuestra que no es capaz de cumplir sus promesas, la culpa es exclusivamente suya.

Pero su soberbia le impide tomarse las cosas con calma. Y con una adecuada dosis de espíritu autocrítico.

El incidente pone de manifiesto cómo es el señor Rajoy: engreído, pagado de sí mismo. Pero eso no agota la cuestión. Conviene plantearse también por qué, siendo así, se cree autorizado a disimularlo tan poco.

Primero: porque no está acostumbrado a que los periodistas le planteen preguntas incómodas sobre su gestión. Trata demasiado con periodistas de cámara.

Segundo: porque no teme que, ante una salida de tono como la suya, los profesionales de la información se planten y le comuniquen que, mientras no se disculpe personal y públicamente con el compañero al que insultó, nadie le dirigirá ni una sola pregunta.

En resumen: que son así porque se lo consentimos.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (13 de mayo de 2002) y El Mundo (15 de mayo de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 24 de abril de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/05/13 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: periodismo el_mundo diario 2002 aznarismo preantología rajoy | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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