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2001/08/30 06:00:00 GMT+2

Rabal

Creo que la primera película que vi con Paco Rabal como protagonista fue Historias de la radio. Me deslumbró, tan guapo y con aquel vozarrón. La historia, dirigida por José Luis Sáez de Heredia, tenía todos los ingredientes para gustar: momentos para la ternura, momentos para la risa, momentos para el llanto... No sé cuántos años habrán pasado desde entonces -¿40, tal vez?- , pero todavía de vez en cuando me la pongo en vídeo y sigo disfrutando como un crío. Sáez de Heredia era falangista, pero en aquella ocasión lo disimuló muy bien. Y a Rabal le tocó un hermoso papel de periodista rebelde.

Sin embargo, en aquellos amargos y difíciles años tuvo que hacer de todo. Era un actor modesto y tenía que ganarse los garbanzos como fuera. No estaba en condiciones de elegir. Si le proponían participar en una película, aceptaba. Y si luego era pasablemente buena, pues estupendo. Y si era un pestiño, pues qué mal.

Tal vez algo antes de Historias de la radio, Paco Rabal hizo una película de descarada propaganda franquista. Se llamaba Murió hace 15 años y relataba la historia de un niño español que había sido enviado a Rusia al final de la Guerra Civil. Allí había sido aleccionado para convertirlo en marxista y, ya mozo, regresaba a España para cometer todo tipo de horribles crímenes comunistas. Empezaba a cometerlos pero, poco a poco, se le abrían los ojos a la verdad de la Nueva España Triunfal y, ya de paso, a la fe en Dios, sólo que un poco tarde, porque acababa muriendo, ya no me acuerdo cómo (aunque cristianamente, por supuesto). El bodrio debía de ser tan descaradamente panfletario que incluso yo, que era un criajo por entonces, me di cuenta de que me intentaban tomar por memo. Mi hermano Boby, que ejercía a la sazón simultáneamente de actor del TEU (Teatro Español Universitario) y de miembro del PCE, me dijo que Rabal era todo lo contrario del papel que interpretaba en la película. Sentí la misma desazón que cuando, a comienzos de los 70, vi en Cádiz el truculento anuncio de una película llamada Aborto criminal, cuya protagonista era Emma Cohen. Alguien me dijo que Emma Cohen era cenetista y me quedé de piedra.

Rabal tuvo suerte. Trabajó para Buñuel y esa relación, unida a su calidad como actor, le abrió muchas puertas. En Italia hizo cine de qualité -lo recuerdo en una de esas películas de Antonioni en las que lo poco que sucedía sucedía muy pero que muy lentamente-, se relacionó con Alberti y con lo más florido de la intelectualidad del Partido Comunista Italiano... en fin, que se convirtió ya en un actor reconocido a escala internacional, de los que ya pueden elegir qué papeles hacen y qué papeles no. Pese a lo cual -aunque ya dentro de ciertos límites de dignidad política-, continuó haciendo un poco de todo, incluyendo doblajes y documentales turísticos.

Según evocaba los inicios de la carrera profesional de Paco Rabal, me ha venido a la memoria una frase que oí hace meses a no sé quién: «A veces los pobres no pueden permitirse el lujo de tener principios». Qué difícil es establecer la frontera entre lo que uno no tiene más remedio que hacer para sobrevivir y lo que uno no puede hacer en ningún caso, aunque no sobreviva.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (30 de agosto de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 31 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/08/30 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: antonioni españa diario cine buñuel 2001 francisco_rabal italia pce | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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