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1997/09/03 07:00:00 GMT+2

¿Quién mató a Diana Moore?

A decir verdad, no tenía la menor intención de escribir sobre la muerte de Diana Spencer. No porque no sepa sobre la materia -después de tres días, tendría materia como para redactar una tesina-, sino porque el asunto no me interesa gran cosa. Como canta Leonard Cohen en Chelsea Hotel, uno no puede ocuparse de cada petirrojo caído.

Me he decidido a hacerlo sólo después de una corta conversación que tuve ayer con un compañero de Redacción.

-Mi hijo me ha recibido hoy diciéndome: «Los periodistas habéis matado a Lady Di» -se quejó.

-Dile esta noche cuando llegues que el conductor iba borracho -le respondí yo.

-Da igual. Entonces me dirá: «Los borrachos habéis matado a Lady Di».

La mayor parte de la gente tiene necesidad de encontrar un culpable concreto para las desgracias, como modo de no verse obligada a pensar en su propia parte de culpa. Le da igual incurrir con ello en las más groseras contradicciones. No le importa que se le haga ver qué extraña sensibilidad es la suya, que llora amargamente la muerte de esta señora y no se estremece un pelo por los cientos de degollados de Argelia, sin ir más lejos. A fin de cuentas, el tiempo que ha vivido Diana Spencer lo ha vivido primero a cuerpo de reina y luego como un pachá, en tanto las víctimas de Argelia llevaron una vida de mala muerte antes de que les dieran una muerte de mala vida. Pero a quién importa eso.

Nuestra sociedad -cualquier sociedad como la nuestra- vive cómodamente instalada en los más apabullantes absurdos. Los propios adoradores de la difunta Diana Spencer lo evidencian sin parar: de un lado, denostan a los paparazzi y les acusan de ser los causantes de la muerte de la princesa; del otro, devoran los diarios, revistas y programas de TV que se hacen sobre ella y que, en buena medida, están fabricados... con lo obtenido por «esos carroñeros». Que yo sepa, carroñeros son los que comen carroña, no los que la proporcionan.

Se trata más bien de una cadena trófica. Cada eslabón se alimenta del anterior y nutre al siguiente. Se necesitan mutuamente.

En sus años de folk singer, Bob Dylan escribió una canción titulada ¿Quién mató a Davey Moore? El tal Moore fue un boxeador que cayó fulminado en el ring en medio de un combate. Alguien pregunta quién es el culpable, y todos van disculpándose: «Yo no», dice el árbitro, al que le hubieran armado la gran bronca si interrumpe el combate. «Yo no», dice la multitud, que había ido a ver un espectáculo y nada más. «Yo no», protesta el representante, y añade: «Si estaba enfermo, debió decírmelo». «Yo no», dice el de las apuestas, que además perdió dinero con él. «Yo no», dice el cronista deportivo, que recuerda que también en otros deportes se muere. «Yo no», dice el otro boxeador, que si le pegó fue porque necesitaba el dinero.

Davey Moore fue sólo un producto de consumo. Diana Spencer, otro.

Javier Ortiz. El Mundo (3 de septiembre de 1997). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de septiembre de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1997/09/03 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: periodismo el_mundo 1997 francia lady_di argelia bob_dylan antología reino_unido muerte davey_moore | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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