Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

1994/04/30 07:00:00 GMT+2

Que no dimitan

Aquí todo el mundo exige dimisiones a voleo. Muchas, en general, y la de Solchaga en particular. No estoy de acuerdo.

Para empezar, si Solchaga se va, el PSOE tendrá que poner a otro al frente del grupo parlamentario. Y es difícil que ese otro mienta tan bien como Solchaga. El término «parlamentario», como descubrió el sagaz Boris Vian, viene del francés parlementaire y es resultado de la contracción de dos palabras: parler (hablar) y menteur (mentiroso). Solchaga lo hace como nadie, si se exceptúa a González, que está para otros menesteres. Don Carlos es un excelente parlamentario. No diré que grande, pero sí excelente.

Lo cual me conduce directamente a la cuestión del tamaño, asunto que no quisiera pasar por alto, dicho sea en el más literal de los sentidos. A Solchaga lo llaman «el enano de Tafalla», y eso es algo que llevo fatal. Lo considero innecesariamente ofensivo tanto para los naturales de Tafalla como para los enanos y demás bajitos, entre los que me cuento. De reprocharle algo a este respecto, debería ser lo contrario. Ha desaprovechado lastimosamente su natural. Los bajos, como vemos muy a ras de suelo cuanto sucede, estamos mejor capacitados para percibir la realidad. Un bajito como Solchaga que cuando no está en las nubes se comporta como un estafador por todo lo alto es, por encima de todo, un hombre que no está a la altura.

La dimisión de Solchaga tendría dos virtudes. Una, moral: está bien que pague por su acendrada perversidad. La otra, política: si el ex ministro se quita de enmedio, González no podrá seguir usándolo a modo de escudo protector.

Pero, fuera de estas ventajas -reales, pero relativas-, no le veo mayores gracias a su dimisión. Y sí, a cambio, peligros ciertos. Por ejemplo: si Solchaga abandona el Parlamento, lo mismo se mete a dirigir una empresa, lo que sólo podría acabar en desastre. Yo creo que con el paro que hay nos basta y nos sobra. Está también el peligro nada desdeñable de que, si se va Solchaga, pongan de presidente del grupo parlamentario al Caldera ese que bramó el otro día en la tribuna del Congreso. ¿No se dan cuenta del gravísimo daño que tal cosa haría a nuestra joven democracia? Los diputados, de suyo proclives al absentismo, ya no irían jamás al Parlamento. Se quedarían en casa, como Roldán, alegando que les deprime aguantar a un señor que tiene fijación por las desventuras que pasó en Castilla y León cuando virreinaba allí José María Aznar.

Hay que cortar con esta manía que nos ha entrado de reclamar dimisiones a troche y moche. ¿Por qué han de dimitir los responsables políticos que cometen barbaridades? No olvidemos que el historial de disparates del PSOE es muy anterior al 6-J. ¿Quién nos dice que los votantes de los socialistas no los quieren tal cual son? Otrosí: ¿quién nos dice que los sustitutos de los dimitidos van a ser mejores? Y, en fin: ¿por qué reclamar que se vayan poco a poco y de uno en uno?

Javier Ortiz. El Mundo (30 de abril de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 30 de abril de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/04/30 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: solchaga 1994 felipismo jesús_caldera aznar roldán el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

Comentar





Por favor responde a esta pregunta para añadir tu comentario
Color del caballo blanco de Santiago? (todo en minúsculas)