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2002/05/17 06:00:00 GMT+2

Pruebas de inteligencia

Para mí que el Gobierno nos está poniendo a prueba.

O a pruebas, en plural. A un montón de pruebas de resistencia sutiles, casi subliminales.

Quiere ver cuánto da de sí el magín del personal.

A las pruebas -precisamente- me remito.

Fíjense, por ejemplo, en cómo ha reaccionado ante la inflación desbocada. Comparece el ministro y, poniendo cara de experto que lleva toda la mañana con la calculadora en la mano, dice: «El dato no es satisfactorio».

Es el típico test. Lo hace para comprobar qué grado de sensibilidad tenemos ante las perogrulladas.

Otra variedad de esta misma prueba hubiera consistido en afirmar: «Preferimos que las cosas vayan bien, y no que vayan mal». De uno u otro modo, de lo que se trataría es de comprobar si la gente escucha ese tipo de declaraciones sin sufrir ataques de risa.

Segundo test: sale a continuación el secretario de Estado de la cosa y suelta que la culpa del encarecimiento de los precios la puede tener en buena medida el redondeo del euro.

Aquí de lo que se trata es de comprobar la capacidad lógica de la audiencia. Porque es bien sabido que el euro no empezó a funcionar el mes pasado y que, cuando lo hizo, el Gobierno nos aseguró que todo había ido de cine. ¿Qué pretende, que se trata de un redondeo de efecto retardado? La explicación -la de verdad- es que al principio las estadísticas no reflejaron el desastre porque habían alterado el sistema de cálculo del IPC para maquillar la realidad. Pero eso siguen sin admitirlo.

Tercer test, en parte relacionado con el anterior. Aprovechando que el paro ha aumentado un montón, aparece otro gran jefe gubernamental y se marca un rollo larguísimo echando la culpa de ese incremento a los nuevos criterios con los que se ha hecho el cálculo, a que los de ahora son mucho más estrictos, por lo cual la cifra llama a engaño, y que si patatín, y que si patatán.

Estamos en este caso ante la típica prueba de memoria. Consiste en confirmar que el público no recuerda que, cuando variaron los indicadores utilizados para calcular la inflación, aseguraron que no tenía sentido hablar de cuál hubiera sido el dato en el caso de haberse mantenido el anterior criterio estadístico, porque ese tipo de comparaciones no conduce a nada, etcétera. Ahora hacen exactamente lo contrario. Quieren comprobar cuánta gente se enfada y les dice que, una de dos, o es lícito hacer ese género de comparaciones siempre o no caben en ningún caso.

Tengo anotados en mi agenda muchos otros test gubernamentales. El ministro Rajoy, por ejemplo, realiza sistemáticamente la prueba de la intoxicación, llamada también «prueba del "no se descarta"». Consiste en poner en circulación supuestas informaciones sin base alguna, presentándolas en público bajo esa forma: «No se descarta que...». Hecho lo cual, comprueba cuánta gente pasa a considerarlas como realidades objetivas. Los resultados son casi siempre espectaculares.

Son unos test muy importantes para ellos. Sobre todo porque evidencian que pueden decir lo que les dé la gana sin que disminuya ni un ápice por ello su cuota de popularidad.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (17 de mayo de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 26 de abril de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/05/17 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: 2002 diario | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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