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2001/09/12 06:15:00 GMT+2

Predicar con el ejemplo

Nota.- Para cuando se inició la tragedia de ayer, yo ya había enviado a "El Mundo" mi columna de los miércoles.
Naturalmente, la levanté. Pero, como ya estaba escrita, tampoco es cosa de tirarla a la papelera.
Así que la incluyo a continuación.


Justifican algunos obispos el despido de varios profesores de religión alegando que quien imparte esa docencia está obligado a «predicar con el ejemplo». En su criterio, vivir con un divorciado no es predicar con el ejemplo. Tampoco lo es tomar copas de noche y no acudir a misa los domingos.

Es curioso: por lo que recuerdo del Evangelio, me parece que Jesucristo tampoco iba a misa los domingos. Y creo que fabricaba vino para las fiestas. Pero, en fin, no me adentraré por esa vía, que no es la mía.

Deduzco, en todo caso, que la jerarquía católica considera que ella sí predica con el ejemplo. Así debe de ser, si es que no defiende que debe haber dos varas de medir las humanas conductas.

Pues bien: hace apenas unos días, un obispo francés ha sido condenado por encubrir con su silencio a un cura que abusaba sexualmente de los niños que tenía a su cargo. Estaba al tanto de lo que ocurría y no lo denunció. ¿Ha dejado la Iglesia sin trabajo a ese obispo? ¿Le ha retirado el sueldo? Si es así, yo no lo he leído en ninguna parte.

En mi colegio, cuando era niño, todos sabíamos que había varios curas dados a la pederastia. Y cuando digo todos digo todos: alumnos y profesores. Ninguno de aquellos curas fue jamás sancionado. Y menos todavía expulsado.

¡Predicar con el ejemplo!

Predicar con el ejemplo es lo que hizo Nicolás Castellanos, que era obispo de Palencia y que dejó las prebendas del cargo para irse a trabajar con los desheredados de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia.

Predicar con el ejemplo es lo que hicieron Ellacuría y los suyos en El Salvador.

Predicar con el ejemplo es lo que hace un compañero mío de clase, hoy jesuita, que vive en condiciones penosas en un poblado de chabolas, en Madrid, ayudando en lo que puede a la gente, sin recibir a cambio nada más que la satisfacción del deber cumplido.

Estoy seguro que a todos ellos -a los que aún siguen en vida- les importa una higa que haya gente que no vaya a misa, que conviva con divorciados o que tome copas por la noche.

Les preocupan mucho más las opciones morales de fondo.

Les preocupa, por ejemplo, que sus jefes se dediquen a la especulación financiera. Porque lo mismo es ése el tipo de religión que pretenden enseñar a los pobres críos. Aquello de que «la caridad bien entendida empieza por uno mismo».

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (12 de septiembre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/09/12 06:15:00 GMT+2
Etiquetas: diario 2001 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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