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1994/07/09 06:00:00 GMT+2

North, el otro misterio de Elche

Me encantan los técnicos. Y las técnicas. Me encantan cuando son de veras. Se rompe una cañería, el agua empieza a inundar toda la casa, llega un técnico y resuelve el problema. ¡Como Dios! El coche decide detenerse en pleno viaje, logramos que venga un mecánico, encuentra el cable roto y nos saca del apuro. ¡Fantástico!

Pero ahora proliferan los técnicos en materias que no son técnicas. O que son técnicas solo en parte: psicoanalistas que dictan a sus clientes con total aplomo lo que deben o no deben hacer, cuando ellos mismos son unos desdichados; politólogos que dogmatizan en las más diversas materias olvidándose de que no lograron el más mínimo apoyo cuando se postularon para concejales; economistas que hablan de su especialidad como si fuera una ciencia exacta, cuyos problemas podrían resolverse siempre que se aplicaran las fórmulas astutísimas que ellos han inventado...

No hay individuo más peligroso que el que hace ideología con el firme y pleno convencimiento de estar impartiendo la más neutral de las ciencias. Los resentidos que son conscientes de guiarse por el afán de venganza, quienes actúan sin otra mira que la más pronta victoria de su bandería sectaria, o aquellos que se entregan con indisimulado fanatismo a tal o cual causa, son gentes que están capacitadas para comprender que los que se sitúan frente a ellos hacen lo propio, sólo que al revés. Pueden merecer estima, así sea como enemigos. Pero los listillos obnubilados que consideran sus opiniones del género 2 + 2 = 4, solo que en complejo, representan un peligro social.

Douglas Cecil North, que recibió el premio Nobel de Economía en 1993, ha pasado por España en plan técnico. El señor North es un tipo listo, y sus reflexiones lo denotan. Pero el señor North -al igual que los señores del Fondo Monetario Internacional, los señores del Banco Mundial, los señores del G-7, los señores del Ecofin, los señores del Bundesbank, el señor Solchaga y el señor Boyer- comete el error de creer que lo que destila su cerebro es pura Ciencia. Y es ideología. «El excesivo peso del Gobierno sobre la Economía produce corrupción», ha declarado a El Mundo en Elche el buen señor North, con aire displicente, como si se limitara a enunciar la ley de Boyle y Mariotte. Pero el señor North solo demostró con ello que siente tanta justificada desconfianza hacia el sector público como injustificada fe en el sector privado. ¿Qué narices es eso del «excesivo peso del Gobierno»? ¿Se refiere al Estado? ¿Y quién dicta cuándo ese peso es «excesivo»? ¿North? Y cuando North nos deje, ¿nos quedaremos sin norte-North, a merced de los excesos económicos del Estado? Ah, cruel misterio.

Puestos a formular leyes, sugiero esta otra: «El excesivo afán de beneficio produce corrupción». E invito al señor North a discutir si cabe un capitalismo en el que no haya excesivo afán de beneficio.

Javier Ortiz. El Mundo (9 de julio de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de julio de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/07/09 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: elche douglas_cecil_north 1994 el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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