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1992/03/14 07:00:00 GMT+1

Ni perros, ni cerdos, ni seminaristas

Me llaman la atención sobre el anuncio de una sala de fiestas madrileña que asegura que don Mariano es «el perro más famoso de la tele». Se trata de un caso clarísimo de difamación: don Mariano ha salido poquísimo en la tele.

No entiendo esta extraña manía que le ha entrado a todo el mundo de buscar referencias zoológicas para definir a los protagonistas de la política española. Alfonso Guerra se empeñó en acusar a sus enemigos -Mariano Rubio entre ellos, me imagino- de ser «unos cerdos» a los que pronto les había de llegar su sanmartín. El otro día apareció por estas páginas un artículo bien ilustrado que se refería también al «cerdo del gobernador». ¡Ya está bien! ¿Qué tienen en contra de los cerdos? No se parecen en nada a la beautiful: los pobres animalitos, amén de alegres y simpáticos, son de una gran utilidad social. Seamos serios: ¿alguien se ha topado alguna vez con un cerdo que apeste a Eau Sauvage, de Christian Dior?

Hay una amplia polémica, de gran actualidad -por aquello del nuevo Código, sobre lo que es lícito y lo que no es lícito decir a la hora de la sátira política. He leído a un comentarista que tiene claro dónde situar la frontera: según él, no es correcto decir que don Miguel Boyer tenga aspecto de seminarista con aficiones deudoras de las del bíblico Onán. Estoy del todo conforme, pero por los mismos motivos antes expuestos: me parece injusto agraviar a esa clase especial de seminaristas, que no hacen daño a nadie. Sin contar con el problema genuinamente literario que esa comparación nos plantea a todos los que, no teniendo ni pajolera idea de qué aspecto específico presentan los seminaristas con costumbres de tan amplio espectro, nos quedamos después de leerla igual que antes.

En el caso que nos ocupa, me parece que solo una terminología basada en los propios protagonistas sería capaz de hacerles justicia. Lo cual debería animarnos a hacer un esfuerzo de renovación idiomática, poniendo en circulación términos y expresiones de nuevo cuño, tales como «boyerización», «marianería», «estar como un Soto» o «cometer una delaconchada».

Porque lo peor que puede decirse de esta gente es que se parece muchísimo a sí misma.

Javier Ortiz. El Mundo (14 de marzo de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de marzo de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1992/03/14 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: 1992 humor el_mundo felipismo preantología miscelánea boyer | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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