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1994/07/16 07:00:00 GMT+2

Muy bueno lo de Berlusconi

Está muy bien lo de Silvio Berlusconi. Me parece de perlas que haya aprobado ese decreto-ley que va a sacar de la cárcel a todos los acusados por delitos de corrupción. Es buena la idea misma, pero ya, al aplicarse por la vía del decreto-ley, alcanza cotas de rara perfección.

Entendámonos: lo de poner en la calle a los dos mil implicados en la llamada «Tangentópolis» es una canallada. Y hacerlo por la vía del decreto y mando, una cacicada como la copa de un pino. Lo que me hace feliz es que Berlusconi haya hecho eso.

¿Por qué? Muy sencillo. Italia ha pasado por una auténtica purga política. Gracias a los jueces de mani pulite, con Di Pietro al frente, el pueblo italiano descubrió que su clase política era una asamblea de personajes corruptos, que tenían montado un sistema de reparto de comisiones ilegales millonarias, con el que financiaban sus actividades. El conocimiento de esa vergüenza hizo que los electores retiraran su apoyo a los partidos tradicionales, con lo que la vieja República se vino abajo. «¿Y ahora, qué?», se preguntaron. «Y ahora, ni idea», se respondieron. Sabían lo que no querían, pero no lo que querían. En ese momento aparecieron en el panorama algunos partidos cuya particularidad principal era que no estaban -o no parecía que estuvieran- comprometidos con el anterior tinglado. Forza Italia se presentó con la ventaja añadida de contar con el liderazgo de un triunfador en el mundo económico: el propio Silvio Berlusconi. Muchos electores pensaron que ese par de ofertas -renovación política y eficacia económica- constituía un buen programa, y dieron su voto al empresario, permitiéndole hacerse con la jefatura del Gobierno. Las gentes más lúcidas se llevaron las manos a la cabeza, en Italia y fuera de Italia: ¡semejante personaje, al frente del Gobierno de Roma! Otros sostuvimos que, en efecto, el individuo es inquietante a más no poder, pero que posiblemente fuera necesario que el pueblo italiano pasara por esa experiencia, hasta comprobar que Berlusconi no es el primer gobernante de la nueva República, sino un embaucador salido del peor cenagal de la vieja.

Si así es -y yo así lo creo-, lo preferible es que esa experiencia se haga en el plazo más breve y con el mínimo costo social. De ahí mi satisfacción por el decreto de marras. La medida tiene todas las ventajas: ha llegado muy pronto, revela una complicidad perfecta con los corruptos del régimen anterior y pone claramente al descubierto los modos dictatoriales del político telecinquero.

La contestación social ya se ha puesto en marcha. Los jueces de las «manos limpias» han presentado su dimisión inmediata y, según las crónicas, la opinión pública italiana va del estupor a la indignación. Al pelo. Silvio Berlusconi se está desenmascarando. Bendito sea.

Javier Ortiz. El Mundo (16 de julio de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 20 de julio de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/07/16 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: corrupción 1994 italia berlusconi tangentópolis el_mundo | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

Vana esperanza. Diecisiete años después ahí sigue el delincuente. Ni cambiando de delito cae. Sólo le falta que le pillen robando del cepillo de la iglesia. Igual así, y con el indignado apoyo del Vaticano, consiguen que se vaya.

Escrito por: Txema.2011/07/20 11:21:45.962000 GMT+2

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