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2005/04/03 06:00:00 GMT+2

McCarthy muerto

Me vino ayer al recuerdo la obra de Nicolás Guillén, el renombrado poeta cubano.

La leí con fervor en mi adolescencia. Me hice con una curiosa antología bilingüe, español-italiano, que tomé prestada y nunca restituí, según un hábito muy arraigado en mí por aquel tiempo (fui un gran ladrón de libros).

Hubo algunos poemas de Guillén que me impresionaron tanto que no sólo me los aprendí entonces de memoria, sino que los sigo recordando.

Por ejemplo, uno que supongo que debía de llamarse algo así como Epitafio para Lucía.

Si no me falla la memoria, decía:

Murió
callada y provincial.
Tenía
llenos los ojos de paz fría
de lluvia lenta
y lenta melodía.
Su voz
como un cristal esmerilado
anunciaba
un resplandor encerrado.
Se llamó
la llamaban pálidamente Lucía.
(En este breve mármol ha quedado
toda su biografía.)

Quizá no sea exactamente así, pero no creo que varíe mucho.

No tengo la obra de Nicolás Guillén -supongo que algún amigo supo que el libro era robado y decidió que continuara el ciclo-, de modo que me puse a buscar ese poema en la Red. No lo encontré. Me topé con los versos más tópicos, patrióticos y militantes de Guillén (del tipo de «Para hacer esta muralla, tráiganme todas las manos...», etc.), pero no con los que marcaron con más fuerza mis 15-16 años.

Me conmovió de crío también otro poema, delicadísimo, llamado Elegía a Emmet Till («Y mira el Misisipí cuando pasa, / oh viejo río hermano de los negros...»), dedicado a un chaval que fue linchado por la gentuza del Ku Klux Klan, y que se convirtió a finales de los 50 en un bandera de la lucha por los derechos civiles en EEUU. Tampoco aparece en las breves antologías colgadas en la Red.

Pero el poema que en realidad quería encontrar y que busqué anoche con más ahínco -y con idéntica falta de éxito- es otro, titulado Pequeña letanía grotesca a la muerte del senador McCarthy. Lo escribió Guillén horas después de conocer la noticia de la muerte de Joseph R. McCarthy, el senador que presidió el Comité de Actividades Antiamericanas y que desató una torva caza de brujas contra la intelectualidad progresista de los EEUU. Fabricó Guillén contra él en mayo de 1957 un exabrupto total, una maldición rabiosa.

Rescato de mi memoria de chaval la idea central del poema:

He aquí al senador McCarthy
muerto en su cama de muerte
flanqueado por cuatro simios.
He aquí al senador McSimio
muerto en su cama de Carthy
flanqueado por cuatro buitres.
He aquí al senador McBuitre...

Y seguía así, identificando a McCarthy con toda suerte de animales. Y no animales: «He aquí al senador McGángster...», «He aquí al senador McTumba...». Machacona, implacablemente.

Acababa diciendo:

McCarthy muerto,
Muerto McCarthy,
Muerto y bien muerto.
Amén.

Era ése el poema de Guillén que ayer me estuvo rondando la cabeza de manera más insistente.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (3 de abril de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de noviembre de 2017.

Nota publicada en el apunte del 4 de abril.- Los lectores de esta página, expertos y vigilantes, han encontrado los textos de los tres poemas de Nicolás Guillén que cité ayer de memoria. Los copio, porque valen la pena:

Pequeña letanía grotesca en la
muerte del senador McCarthy


He aquí al senador McCarthy
muerto en su cama de muerte,
flanqueado por cuatro monos;
he aquí al senador McMono,
muerto en su cama de Carthy
flanqueado por cuatro buitres;
he aquí al senador McBuitre
muerto en su cama de mono,
flanqueado por cuatro yeguas;
he aquí al senador McYegua,
muerto en su cama de buitre,
flanqueado por cuatro ranas:
                McCarthy Carthy.

He aquí al senador McDogo,
muerto en su cama de aullidos,
flanqueado por cuatro gangsters;
he aquí al senador McGángster,
muerto en su cama de dogo,
flanqueado por cuatro gritos;
he aquí al senador McGrito,
muerto en su cama de gángster,
flanqueado por cuatro plomos;
he aquí al senador McPlomo,
muerto en su cama de gritos,
flanqueado por cuatro esputos:
                McCarthy Carthy.

He aquí al senador McBomba,
muerto en su cama de injurias,
flanqueado por cuatro cerdos;
he aquí al senador McCerdo,
muerto en su cama de bombas,
flanqueado por cuatro lenguas;
he aquí al senador McLengua,
muerto en su cama de cerdo,
flanqueado por cuatro víboras;
he aquí al senador McVíbora,
muerto en su cama de lenguas,
flanqueado por cuatro búhos:
                McCarthy Carthy.

He aquí al senador McCarthy
               McCarthy muerto,
               muerto McCarthy,
               bien muerto y muerto,
               amén.

 

 

Epitafio para Lucía

Murió callada y provincial.
Tenía llenos los ojos de paz fría,
de lluvia lenta y lenta melodía.
Su voz, como un cristal esmerilado,
anunciaba un resplandor encerrado.
Se llamó, la llamaban vagamente Lucía.
(En este breve mármol ha quedado
toda su biografía.)

 

Elegía a Emmet Till

(a Miguel Otero Silva)

En Norteamérica,
la Rosa de los Vientos
tiene el pétalo sur rojo de sangre.

El Mississippi pasa
¡oh viejo río hermano de los negros!
con las venas abiertas en el agua,
el Mississippi cuando pasa.
Suspira su ancho pecho
y en su guitarra bárbara,
el Mississippi cuando pasa
llora con duras lágrimas.

El Mississippi pasa
el Mississippi cuando pasa
árboles silenciosos
de donde cuelgan gritos ya maduros
el Mississippi cuando pasa,
y mira el Mississippi cuando pasa
cruces de fuego amenazante,
el Mississippi cuando pasa,
y hombres de miedo y alarido,
el Mississippi cuando pasa,
y la nocturna hoguera
a cuya luz caníbal
danzan los hombres blancos,
y la nocturna hoguera
con un eterno negro ardiendo,
un negro sujetándose
envuelto en humo el vientre desprendido,
los intestinos húmedos,
el perseguido sexo,
allá en el Sur alcohólico,
allá en el Sur de afrenta y látigo,
el Mississippi, cuando pasa.

Ahora ¡oh Mississippi,
oh viejo río hermano de los negros!,
ahora un niño frágil
pequeña flor de tus riberas,
no raíz todavía de tus árboles,
no tronco de tus bosques,
no piedra de tu lecho,
no caimán de tus aguas:
un niño apenas,
un niño muerto, asesinado y solo,
negro.

Un niño con su trompo,
con sus amigos, con su barrio,
con su camisa de domingo,
con su billete para el cine,
con su pupitre y su pizarra,
con su pomo de tinta,
con su guante de béisbol,
con su programa de boxeo,
con su retrato de Lincoln,
con su bandera norteamericana,
negro.

Un niño negro asesinado y solo
que una rosa de amor
arrojó al paso de una niña blanca.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/04/03 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: 2005 guillén apuntes mccarthy | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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